sábado, 4 de septiembre de 2010

La palabra es jodido. Me acerco. No lo recuerdo, o para ser exacto no me acuerdo de nada. O mejor dicho, con este dolor de cabeza no recordaría ni de mi número de teléfono. El tipo lleva una chaqueta de cuero ensangrentada. La chaqueta e increíblemente cojonuda, cuesta más de doscientos euros fijo. Eso me recuerda el frio que tengo. Antes que recuerde que estoy haciendo, se la quito y me la pongo. Noto una cartera, papeles y monedas. Registro el cadáver. Sé que no debería, pero si lo he matado yo qué más da. Esta muero con mi navaja, y por la posición del cadáver en medio de la plaza y las hostias que me he llevado, ha debido vernos medio barrio. La policía debe de estar de camino, lo que hace mi situación muy divertida. Estoy fichado y ya estuve allí una buena temporada me pillan, me cascan veinte años fijo, por reincidente. Pero no sé por qué algo me dice que no lo he matado yo. Yo no me hubiera jugado una perpetua por un mierdas de este calibre. Y si lo mato yo ¿Quién me dejo seco? LO que me recuerda que…Me toco la cabeza. Por la posición de la herida y su forma, alguien me pego por detrás con una barra de hierro algo así, me quito la navaja y se lo clavo. Además, tengo las manos llenas de sangre de este subnormal y yo no sería tan sumamente gilipollas como para mancharme las manos de sangre. Bueno, con todo lo que me manchado hoy-o ayer-, qué más da. Le miro el cuello. Como pensaba, tiene una herida de cojones en la yugular. Le miro las muñecas. No tiene marcas en ellas. Raro, muy raro. No tiene más marcas de lucha, ni moratones, ni nada. Le cojo todo lo que pueda y me piro, porque ya suena la pasma cerca.
Me escabullo detrás de los edificios de la facultad y echo a correr, como puedo. Todo el cuerpo me restalla como una puta carraca. Me restalla al andar hasta los dedos de los píes. Me meto en un portal al viejo modo-reventando a hostias el cristal y girando la manilla- y repaso lo que cogí. Tengo su móvil, todavía encendido. Lo abro y veo una tipa con un culo de tres pares de cojones empotrado en la pantalla. Lleva un tanga rojo y algo tatuado en la espalda. Un sol, creo. Dejo eso para más tarde y lo miro a toda prisa. En los nombres nada raro. Raro sería que pusiese Ramón droga, Pero por mirar no pierdo nada. Los mensajes los borro el o alguien hace poco, porque no hay ni uno. Bueno ya tengo móvil nuevo. (¿Yo tenía móvil? Creo que no. Se lo revente a uno en los dientes si no recuerdo mal.) Bueno un análisis mas preciso de los papeles llega la conclusión de que son papelinas. Cojonudo. Parecen buenas y me despejaran la mente, y necesito pensar. Me las meto, pero dejo alguna para más adelante. Uf, ya me siento mejor. Miro la cartea. Una foto de una negra en pelotas, un calendario, fotos suyas con su puta cresta de Punk decadente de los sesenta y el carnet de identidad. No, es una tarjeta de crédito, con los bordes desgastados y blanco de partir rayas de coca. Esnifo los restos. Y entonces veo algo que me hace pensar que quizá matara a este tipo después de todo, o que estoy jodido mucho mas jodido de lo que pensaba en un principio, que no era poco ya. Ninguna identificación y más de veinte mil euros. Cojonudo.

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