jueves, 23 de septiembre de 2010

Die Hard III: with a Vengance

Tal como estoy, mejor que no me vea nadie. Encuentro mi pistola, tirada en un rincón. No lo ase fijo, pero debí perderla o tirarla cuando salí del local. Sea como sea, tiene el cañón doblado, seguramente la tire o le caímos encima. Da igual porque no pensaba llevarlas. No es mi estilo. Son demasiados ruidosas. Demasiados impersonales. No te dejan sentir la vibración de un cuerpo agonizante, ni deja correr su cálida sangre por la plan de tu mano.
De todas formas, después de que me he cargado a Lobo, no creo que nadie en su sano juicio quiera meterse conmigo. Yo mismo no me lo creo todavía, pero ahí está en el suelo, el hijo de puta. Bien, Voy a la trastienda. Mesas de billar rotas. Tragaperras estropeadas. Cajas y botellas. Nada más.¿ Y el gordo? Quizá haya dobles armarios. Debería comprobar las distancias con…No tengo tiempo y no quiero estar aquí cuando el tipo se levante. Tengo un plan.
Salgo, a toda hostia y me piro corriendo hasta donde deje el coche del gordo, le hice el puente antes, así que solo lo dirijo tranquilamente hacia la puerta de la sala de juegos. Me zampo unas aspirinas, me empolvo la nariz y le doy a la botella de vodka negro del bueno que robe de la trastienda. El cerebro no sé cómo me aguanta todavía, pero el estomago no y vuelvo a hacer amago de vomitar, aunque como no tengo nada de momento resiste. Espero y descanso un poco, que me viene bien, y con alguna cosa que encontré en el botiquín y lo que sé, me medio curo como puedo.
Me divierto cortando papel con mi navaja de mariposa. No tardan mucho en salir. Lobo… y el gordo. ¿Dónde cojones se escondió? Con su tamaño deberían darle el Guiness. Miran a todos lados, pero no me ven y se meten en un mercedes de paquete. Les sigo a una distancia prudencial, dejando el espacio de un coche entre nosotros dos. Conduzco discretamente, como ellos, para no llamar la atención. Van hacia las afueras, hacia Lugones o por allí. Pero al llegar a cuatro caños coge una desviación y empieza a meterse por calles. Me voy separando, me meto por alguna bocacalle para despistar y les doy toda la venía posible, pero no les pierdo de vista nunca. Parecen que se dirigen a Parque Principado o por ahí. Bueno, no importa. Pasare por lo que una vez fue mi casa. Pero al llegar a una rotonda, se desvían hacia un poblado próximo con mala pinta. O yo soy muy gilipollas o estos se dirigen a un lugar vigilado por guardias armados hasta los dientes. No tengo muchas oportunidades de seguirlos y seguramente ya habrán llamado para decirle que cuidados con visitas. Además quedaría muy sospechoso que entrara con ellos. Me desvió hacia el Ikea y aparco el coche. Bajo por el aparcamiento hasta debajo del puente del Nora. Hacía tiempo que no volvía por lo que un día fue mi casa. Entro en n mi chabola y agarro lo que deje allí un día por si lo necesitaba: gasofa y colorante de naranja, unas cuerdas, que había dejado enterrados por si un día los necesitaba Todavía recuerdo cuando entre a robar colorante de naranja en la fábrica de refrescos de aquí al lado…. Se va a armar pero bien. Vuelvo en coche hasta la entrada lo dejo allí, me meto por la sebe y me voy arrastrando sigilosamente a la par de la carretera, sin dejar de vigilarla. Veo otro puente y una bajada en curva hacia el poblado, pero delante de mí en la carretera hay un coche parado y un tipo de sombrero de serpiente vigila la zona tranquilamente con los focos encendidos. Seguramente vaya armado. Bueno, qué más da. Dejo los matorrales aquí y voy arrastrándome en paralelo despacio, muy despacio, hasta llegar a su par. El tipo esta como aburrido pero tiene la ventanilla bajada y el seguro de la puerta echado y habla por un Walki talki, así que tiro una piedra a un lateral. El tipo ose extraña, mira por todos lados y finalmente baja. Cojonudo, Seré rápido, lo prometo. Solo que antes le coloque la navaja en el cuello para que diga por la radio que no le pase nada, porque le juro que no lo mato si lo dice. Ahora ya me puedo fijar en la carretera, que baja hacia un montón de casa. Un que está cerca de la cresta, campo a través por una pendiente hacia abajo, esta iluminada y varios guardias acechan en la puerta. A saber de qué mafia son. Sicilianos, colombianos (este gilipollas lo era o lo parecía) o lo peor etarras. No sería raro, todo el mundo sabe que utilizan la droga para financiarse y tiene vínculos con grupos anti sistema. Seguro que han acojonado a las familias y han tomado el pueblo como punto de reunión. Bueno, una cosa esta clara, no puedo entrar a saco ni por detrás. Hay demasiados guardias y todos parecen armados. Una bala y se acabo. No, no puedo entrar. Pero no puedo esperar mucho o terminaran por descubrirme por bien que me esconda. Así que es hora de pasar al plan de Venganza. Voy al Lexus, lo arranco, lo pongo en punto muerto y lo acerco. Meto dentro al tipo muerto, le ato los pies al pedal y enciendo el motor. Tengo pocos segundos antes de que vengan a preguntar. Haber, joder, haber. Saco el maletín y desparramo el dinero por dentro; con la mezcla que he hecho de gasolina y colorante he obtenido napalm; y ahora es tiempo de que les coloque la último hit de Napalm Death. Solo tengo un intento… Enciendo el coche y lo enfilo hacia la bajada. Piso a fondo, apunto y … me tiro en marcha. Los guardias empiezan a acojonarse y dar voces cuando ven que se les caen encima un coche a toda hostia colina abajo, pero no pueden hacer nada. El coche bja a toda hostia y se arrevienta contra la casa de los hijos deputas que estaban allí reunidos; cuando a la mezcla le llega una chispa revienta en una explosión de llamas, algún guardia y el dinero también, y el coche empieza a arder a toda hostia. Me asomo a la carretera y empiezo a gritar en son de triunfo por el Walkie talkie contestando a sus gritos:
- ¿Qué cojones pasa allí arriba, Sánchez?
- ¡Yi-pi-ka yei, hijos de puta!
Los guardias se empeñan en ponerlo más fácil disparando al bulto desde su posición. De noche, a esta distancia y en movimiento no acertaría ni Robin Hood. En realidad, poco importa, porque he ganado la partida. Es posible que hayan acojonado a mucha gente para que no hablen, pero cuando para parar el fuego tendrán que llamar a los bomberos, o vendrán ellos solos, y los tiros alarmaran a la policía. Cuando lleguen y muevan sus ojos por aquí, empezaran a hacerse preguntas (por ejemplo, porque hay un tipo muerto a cuchilladas conduciendo un Lexus que se ha estrellado e incendiado con Napalm con un millón de dólares dentro, o porque hay disparos a las cuatro de la mañana) Y en cuando investiguen un poco se les acabo el tinglado. Tendrán que huir o serán cogidos, primeros unos y cuando hablen esos mierdas, todos. Solo les queda un acto de venganza posible, pero ya por desquite: matarme a mí. Pero veremos si lo consiguen. En realidad, ya solo me queda eso.

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