lunes, 1 de noviembre de 2010

Nosferatu

La veintena de guardias de seguridad empezó a descender por la escalinata principal de mármol con las manos sobre la cabeza, con ocho de los bandidos apuntándoles desde atrás, adelante y a los lados.
- ¡Aquí están jefe, todos estos paquetes!
El caballero de blanco dejo su portátil de nuevo y se acercó:
- Ponlos contra la pared. Lo divertido va a comenzar ahora.- y sacó su magnum de nuevo y comenzó a contar apuntándoles con ella:
- Uno, dos, tres… Diecinueve. ¡Falta uno! ¡Christof! Quien coño falta?! Mira las bases de datos! ¡Rápido!
- Claro, jefe, Procesando- al otro lado del auricular se escuchó una respiración pausada… Haber, yo creo que es Jon Rores Buendía, de veintinueve años. Su nombre es el único de los que me han pasado mis compañeros que no está allí prisionero.
- Puede que no haya venido a trabajar hoy, jefe.
- ¡Christof! Pasa mi voz a los altavoces de fuera, los del hilo musical, para que pueda hablar con la policía. Cuando termines, ponte a revisar las cámaras a ver si ves a ese hijo de puta. Si lo ves, me lo dices enseguida. ¿Ok?
- Ok.- se escucho el teclear de un ordenador- Cinco segundos.
El caballero de blanco le dio un trago a la botella que tenia al lado, y se concentro en el ordenador de nuevo. A su lado, uno de sus sicarios miró lo que estaba haciendo, que planes estaba tramando este jefe tan genial, o que nuevas estratagemas… pero si eso esperaba ver, se llevo una sorpresa, porque su amado líder solo disfrutaba de una partida al Video Strip Poker Deluxe, con ciento cincuenta chicas de lujo de todos los rincones del planeta. Guardo la partida que estaba jugando contra una morenaza de armas tomar, y cerró el portátil un segundo.
Mientras afuera, todo bullía en excitación. Más de un centenar de policías y otros agentes del orden montaban su dispositivo alrededor del edificio. El jefazo al mando, Gregorio, jefe de la división de situaciones con rehenes de las GEOS acababa de llegar en un furgón blindado y había montado allí su centro de mando, y ahora exhibía una actividad endiablada.
- ¿Quién está al mando?- se acerco un sargento de la guardia civil- ¡Informes! ¿Qué sabemos? ¿Qué coño está pasando ahí dentro, sargento?
- Es un atraco a mano armada. Tienen rehenes, y están armados hasta los dientes. Tiene francotiradores y…
- ¡Buenos días y bienvenidos hijos del rock'n'roll! ¡Desde el Banco Hermanos Rosemberg los que van a robar les saludan! ¡Estoy aquí para decirle como se juega a este juego señoras y señores!- todo el mundo se giro al oír la megafonía a todo volumen- Somos un grupo terrorista de cuarenta miembros y decididos a hacer historia, hemos tomado al asalto el mayor y más seguro banco de Europa; hemos cogido como rehenes a cincuenta ocupantes de lujo y a la treintena de sujetos que dicen llamarse guardias de seguridad que está aquí reunido y los hemos puesto contra las ventanas. Como de todas formas, los cristales están blindados seria perder el tiempo intentar disparar hacia las ventanas. No lo intenten. No piensen en atravesar el jardín, lo hemos minado con un remanente de minas castradoras de sensor infrarrojo que sobró del Kosovo. El único acceso que queda es el camino de grava hacia la puerta principal, pero tampoco se lo recomiendo: hemos dispuesto cuatro ametralladoras automáticas Metal Storm de 40 mm cubriendo las esquinas. Son el arma automatizada más perfecta del mundo, absolutamente geniales: sus cuatro cañones son a la vez cañón y recamara, porque lo que no tiene retroceso y desconoce el atascamiento por carecer de partes móviles, pudiendo disparar cualquier tipo de munición. Dirigidos por laser tienen una precisión mortal contra objetivos móviles, y no solo son capaces de disparar miles de balas por asalto, son capaces de atravesar el metal. Por si todavía tuvieran un plan, quiero aclararle que dispongo de tiradores selectos en varios ángulos preciosos con unos buenos rifles y que toda la zona del campo e interior esta videovigilada por cientos de cámaras de precisión. Por cierto: tampoco podrán excavar un túnel por que como ya sabrán contamos con un excelente grupos de sensores subterráneos dispuestos al afecto. Si de todas formas nos viéremos forzados a rendirnos, nuestro peculiar estatus nos dejaría una última opción: hemos reunido explosivos para mandarnos a nosotros y a vosotros y a media manzana de casas al otro barrio. O sea que no nos conviene enfadarnos, ¿vale? Ah, otra cosa. No hemos venido a negociar nada, así que no lo intenten o tendré que empezar a matar gente. Cuando hayamos terminado de hacer lo que haya que hacer, nos pondremos en contacto de nuevo. Mientras tanto, nos quedamos aquí, cada uno en su sitio. Buenas tardes y disfruten del momento: Carpe Diem, que decían los romanos.
- ¿Qué coño está diciendo…? – se giró a sus subordinados- sargento, verifique todo eso. Tiene diez minutos.
- A sus órdenes, señor.- saludo marcialmente y se despidió a todo correr.
- Quiero que tiradores cubran las azoteas de los edificios de aquí, aquí y aquí- dijo señalando en un mapa dispuesto ante él. – Quiero un perímetro doble de seguridad alrededor del banco. Quiero tener mapas exactos del interior y del exterior del banco. Y quiero que me identifiquen a ese sujeto, esa quien…
Pero todos callaron cuando el móvil de Gregorio resonó. Pero quien coño:
- ¡Buenas tardes!- resonó una voz muy peculiar, - ¿Te acuerdas de mi, cariño?
- ¿Pero quién coño es usted? ¿Y qué cojones hace llamando a mí…?
- Oh, la tecnología hace milagros. Sobre todo si mi coche que está ahí aparcado inocentemente sirve como faro de triangulación de señales. ¿Eh?
- Será hijo de…
- No lo intente, Gregorín. El coche está más lleno de explosivos que la casa de Bush.
Gregorio inspiro profundamente y aparto el auricular de su oído. Tenia que permanecer impávido totalmente, o estaría perdido. Tranquiolidad pensó:
- Bueno, dígame lo que quiere y acabemos de una vez.
- No hombre, yo soy un buen anfitrión: pregúnteme usted primero.
- ¿Cómo sabe quien soy…?
- Oh, es muy fácil entrar en los archivos de la policía si se dispone de un Hacker como el que yo tengo. Tampoco es que fuera muy difícil de ver.
- Vale. Quien coño es usted, y …
- Yo soy un americano. Y entonces resonó por detrás la voz de Bruce Springsteen, con su ya mítico:
“Born in the U.S.A.
Born in the U.S.A.
Born in the U.S.A.
Born in the U.S.A. “
- Yo no miento, se lo aseguro: soy un hombre sincero…- otra vez por detrñás se interrumpió la voz y se escuchó:

- “Guantanamera, guajira guantanamera…
Yo soy un hombre sincero, de donde crece la palma,
Yo soy un hombre sincero, de donde crece la palma,
Y antes de morir yo quiero echar mis versos del alma
Y antes de morir…”

- Oiga ¿Pero qué cojones me está contando?
- Oiga Gregorio Aldunate Álvarez, nacido en Tarrasa en 1953, licenciado en Derecho por Deusto con Cum Lauden, experto en Derecho Forense y Criminología por la Universidad Autonómica de Madrid y que entró en …
- Me sé de sobra mi currículum, créame.- dijo algo irritado por la apabullante superioridad que exhibía su contrincante.
- Bueno, pues le voy a decir algo. ¿Esta tarde su mujer esta vestida con un salto de cama rosa? ¿Duerme en el lado derecho de la cama? Por cierto déjame decirle que está bastante buena, si no es indiscreción.
- Pero…- una gota de sudor frío le recorrió la frente.
- ¿Sabe? Esta tarde esta echándose la siesta como siempre a esta hora. Muy bonita y sensual, quizá esperando que termine su turno. Puede que incluso sueñe con usted, y como hoy no ha tenido mandanga, duerma con el dedo metido dentro. Pero hoy no va a llegar a esa hora ¿Verdad? Bueno, yo no sé si llegará usted, pero si me contradice o intenta algo le puedo asegurar una cosa: con la micro cámara que la estoy viendo ahora mismo puedo volarla en pedacitos. PE- DA-CI-TOS. Sería una lástima después de todo, porque mujeres así no se ven muy a menudo. Así que ya sabe. Y no crea que porque me la este cascando ahora mismo no voy a poder vigilarla atentamente. ¡Ah! Y no la llame. Su teléfono esta pinchado. Ciao, y que duerma bien.
- No, no puede… ¡Espere!
Pero ya no hubo respuesta. Un montón de dudas asaltaron su mente como un ejército de fantasmas. No podía.. Debía parar todo esto. Debía… ¿Qué coño se suponía que debía hacer? Pero una mano en el hombro interrumpió su divagación de repente.
- Jefe, unos hombres desean hablar con usted.
- No tengo tiempo, dígales que se vayan a…- contesto muy nervioso.
- Jefe, creo que es importante. Dicen conocer a ese tipo. Dicen que pueden detenerle.
- ¿Pero quién coño son?
- Mercenarios, creo….- pero no hizo falta más presentación, porque cuatro individuos entraron de un salto en el furgón.
- Cazarrecompensas tiene como un aroma más romántico. ¿Verdad? Hola. Soy Rommel. Soy el líder del Grupo. Y no “podemos “detenerle. Vamos a hacerlo, por una módica cantidad, ¿Verdad, chicos?
Las cosas podría, evidentemente complicarse todavía más.

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