miércoles, 24 de noviembre de 2010

American Beauty

Jon pensó que algo muy raro estaba pasando. Los tipos se habían largado en un instante, precisamente cuando más ventaja tenían. No podía ser real. Los milagros no existen, Jon, se repetía a menudo: el ultimo que los hizo, un tal Suso lo crucificaron. Quizá… Se acercó sigilosamente a la puerta. Estaba cerrada. La habían cerrado en su huida.
Fue un instante.
Al otro lado se oyó un chasquido metálico.
Jon se fue al suelo.
Un segundo después la puerta estaba hecho un colador.
Joder, joder….
Jon apunto con su pistola e hizo fuego a través de la puerta, a lo que salga. Pero comprendió que no podía hacer nada (y su cargador estaba vacío) y se retiro reptando a un lateral. Se cubrió detrás de una silla. Recargó el arma, se situó bien y apuntó con su arma apoyando la mano en encima de la mesa. Si salían alguien…
Debía de estar soñando… No podía ser verdad lo que escuchaba….
Por debajo de la puerta se filtraba una música pegadiza, absolutamente fuera de lugar.
Juraría que sonaba una letra que conocía…
“Nos llevamos muchas cosas,
las bebidas, las gaseosas.

La salsita, las costillas,
buena carne en la parrilla
el carbón y el chuletón…”
¿Pero qué coño está pasando? Que cojones…
Y entonces lo comprendió todo. Porque comprendió que canción era. Comenzó a correr justo cuando del otro lado llegaba ya la letra, ahora amenzante…
“La barbacoa, la barbacoa.
Como me gusta la "Barbekiú".
La barbacoa, la barbacoa.
Como me gusta la "Barbekiú".
La puerta estallo en pedazos fuera de sus goznes cuando una figura de blanco la rompió de una patada. Jon no podía disparar desde este ángulo, y tampoco es que pudiera pesnar mucho más: la figura se retrajoo de nuevo hacia el punto ciego de la puerta , y de pronto un chorro de llamas salió en tropel en dirección hacia el frente. La letra de Georgie Dann se retorcía irónica sobre aquel infierno:
“Voy echando leña al fuego
y siguiendo con el juego.
Cuando quieren darse cuenta
las parejas se calientan
y no pueden esperar.”
- ¡Jon, maldito hijo de puta, pienso quemarte tanto que vas a dar pena en el mismísimo infierno!- gritaba el otro en éxtasis pirómano.
- ¡Te veré en el infierno, hijo de puta!- le contestó el otro a la desesperada.
El fuego alcanzó las cortinas y las hizo caer entre pavorosas llamaradas carmesí. Las mesas, los papeles, los libros de cuenta: con una rapidez pasmosa, las llamas a velocidad de autopista brincaban de un lado a otro con complete impunidad. Un cuarto de la habitación ya estaba en llamas en tres segundos, y el fuego comenzó a orillarlo. ¿Por dónde cojones iba a salir? La única puerta la ocupaba ese lunático. Y las llamas ya creaban un muro infranqueable… No podía pensar, el humo le estaba atosigando demasiado… Qué coño se suponía que debía hacer… El fuego crecía, en tamaño y en fiereza… El humo lo inundaba todo… Miro a las ventanas, desesperado… Quiso forzarlas, pero o estaban atascadas, o nunca se pudieron mover, quizás para mejorar la seguridad… mierda, joder mierda, mierda… Disparo a bocajarro. Una vez. Otra. Otra más. Joder, no se rompía! Rómpete cojones! ¡Rómpete!
No iba salir de aquella así. No. Una llamarada le aclaraba literalmente las ideas. Si tuviera pelo, empezaría a chamuscarse. Pero ahora tenía una idea nueva. Tenía muy poco tiempo… Con un salto se planto delante del extintor que quedaba vivo todavía… Era cuestión de segundos que el fuego le abrasará por completo…. Pero de algo tendría que servirle tantas horas jugando a videojuegos cuando era chaval… Con su brazo izquierdo lo arrojo contra la ventana… Salió rebotado del cristal… Su derecha disparo sobre el extintor.. Una explosión deshizo la venta, y rompió al fin-¡Al fin!- el jodido cristal .Los jodidos cristales rodaron por el suelo, y se clavaron en su jodida carne, pero ahora no era el momento de pensar en eso. Con gran agilidad, salto a la puta cornisa mientras la cortina de la ventana que acaba de cruzar se desplomaba entre llamas. Pudo por fin respirar algo de aire puro. Pudo sentir la brisa de la tarde de nuevo., Estaba vivo, joder. ¡Vivo! Miro a la habitación, que estaba convertida en un plato del Coloso en Llamas. El humo empezó a salir por la ventana como una negra nueve de desesperanza. Pero eso que cojones importaba aho… Se quedo con el pensamiento en la cabeza. No, no, no puede ser. No puedo tener tanta mala suerte. No, no ¡No me jodas! Pero no podía ser otra cosa. Debía de pensar que era un terrorista, a esta distancia… De una ventana que salga con una explosión, entre llamas, con una pistola… ¡Dios que no abran fuego eso tiradores del tejado. Sus armas le apuntaban. Veía el laser brillando, y cegado perdió pie y se descolgó, aunque en el último instante se agarro; los láseres estaban buscándole ansioso, tratando de posarse sobre él. Esto es salir de la sartén para caer en los francotiradores, joder. Un tipo sacaba un megáfono… Tenía que marcharse, si le hablaban los tipos de dentro sabrían que está vivo y vendrían a por él. No tenía tiempo, y ahora tampoco tenía extintores para explotar. El tipo encendió el megáfono… Con un esfuerzo supremo, se alzó a plomo sobres su cuerpo y volvió a la cornisa. En dos segundos, en dos pasos se metió por la ventana del baño, otra vez. Ya era como su segunda casa. Abrió el grifo tranquilo: afuera y con una habitación en llamas ya había afuera suficiente ruido como para que se oyera. Bebio tranquilo a tragos largos, se enjaugo la frente, se limio los brazos. El grifo dejo de echar agua de repente. Un ruido nuevo. Miro por el pasillo, bajo la puerta. Estaba lloviendo. Lloviendo. Claro, los sistemas anti incendios. Se debieron de conectar con el calor, el humo…
Una voz, una voz que conocía bien, le heló el alma.
-
- I´m singing in the rain,
just singing in the rain,
what a glorious feeling
I´m happy again…
- Hijo de puta, grandísimo hijo de puta- mascullo entre dientes cuando vio sus botas chapoteando entre los charcos que formaba el agua. La voz se acercaba por el pasillo, en un momento pasaría por delante de el para ir a la escalera principal. Saco la pistola. Ahora tendría su venganza. Era su hora. La hora de acabar con este hijo puta.
No podía. Iban dos más con él, los que no había matado antes. Si lo mataba ahora (podría hacerlo, eso si, disparando a través de la puerta) le matarían justo después. No podría entonces salvar a sus compañeros, ni a los rehenes, y al fin y al cabo todo lo que había hecho sería en vano. No podría hacerlo.
No podría.
No.
El hijo de puta se acercaba. Jon se mordió el labio de impotencia. Estaba tan cerca. Estaba tan lejos… Pero no hizo nada
Las botas desaparecieron de detrás de la puerta.
La canción se perdió.
Ya llegaría su hora. Tendrían un cara a cara antes de que terminase eso, no te preocupes. Canta lo que puedas ahora.
- Fumemos, dijo Nerón…- sonó el chasquido metálico de un mechero zippo, se encendió un buen habano, echó una bocanada- Y fumó solo, el cabrón.

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