domingo, 7 de noviembre de 2010

Payback

- Chicos preparaos, vamos a entrar a saco ahí dentro.- les informó Rommel.
- ¿Es que existe otra forma de entrar?- preguntó Nabucodonosor. Con un gesto rápido puso u n cargador a su ametralladora de asalto.- “Y haré en ellos grandes venganzas con reprensiones de ira; y sabrán que yo soy Jehová, cuando haga mi venganza en ellos.”- le quitó el seguro al arma.- Ezequiel, capítulo 25 versículo 17.
- Existe otra: por la puerta principal. Pero para eso hay que estar borracho- y Stalin le metió un trago a una botella de Vodka que llevaba en la gabardina- y tu solo bebes vino de misa, ¿Verdad?- y soplo el alcohol mientras ponía una cerilla delante de los labios. Una llamarada rozo la cara de Nabucodonosor.
- Ten cuidado donde pisas, ateo de los cojones. Una bala perdida con una ráfaga de las mías no sería nada raro.
- ¡Chicos dejaros de gilipolleces!- les interrumpió Rommel- Hoy necesito tanto a los ateos borrachos como a los meapilas de la asociación del Rifle- y desenfundó su pistola y les apuntó a los dos alternativamente- Tu, Nobunaga rastrea la señal para ver si las puedes captar. Quiero saber cómo se comunican allí dentro esos cabrones.
- Ok.- contestó. Saco una pequeña antena y la coloco al lado del portátil y se concentró en la pantalla.- Cinco segundos.
- Perdone- se le acercó el llamado Luis, el que quedaba al mando ahora- ¿Cómo sabían lo que se cocía aquí? ¿Cómo llegaron tan rápido?
- Bueno, piense que nosotros vivimos de esto. Acabamos de venir de Irak, cansados de pelearnos en todos los putos desiertos del mundo contra terroristas de todo el mundo; y queríamos tomar un descanso. Pero apenas llegamos nuestras redes descubrieron que se tramaba algo gordo. Por muy bien que se hagan los preparativos siempre quedan pistas. Y alguien estaba acumulando material de guerra de primera; y peligrosos criminales se estaban juntando. Era previsible que algo fuera a pasar, y llevamos un tiempo pinchando las emisoras de la policía a la espera. Al final parece que acertamos.
- ¿Eso es un delito, lo saben, no?
- No se preocupe. Tenemos buenos contactos con los jefazos de la OTAN. Nos deben muchos favores, se lo aseguro. Nos hemos cubierto de mierda hasta el cuello por salvárselo a ellos. Estamos muy protegidos. Demasiado quizás. Temo que un día quieran quitarnos de en medio. Pero esa es otra historia.
- ¿Conocen a ese tipo?
- No los habíamos visto en nuestra vida, y eso es increíblemente extraño, créame. No está en nuestras bases de datos. Y este golpe no lo ha preparado un cualquiera, eso fijo. No sequien es, pero esto esta planeado y montado de vicio. Es probablemente uno de los tipos más peligroso que he conocido en mi vida.
- Bueno, tiene una hora para detenerlo, esa son las ordenes.. Luego ordenara que comience el ataque a gran escala, y si vuelve Gregorio, lo hará él. Una hora para entrar y salir. No se pueden equivocar. Es muy poco margen. Y luego están os rehenes.
- Ya se lo he dicho: a mí no me importan los rehenes. Yo actuó como si no estuvieran. No es mi culpa que estén en esa situación, y si me matan a mi no mejorara su posición, más bien al contrario. Un cuerpo humano, por muchas películas que vena, no para una bala. No sirve más que como obstáculo moral. Y para alguien (algunos) que la perdimos hace tiempo, que convivimos con la muerte contra tipos que son más listos y más sucios, ¿Sabe lo que significa los rehenes en la balanza? Nada. Usted imagine que todos actuaran como yo: piénselo por un instante. ¿Sabe lo que pasaría? Yo se lo diré: al principio moriría un montón de rehenes. Pero luego no morirían más porque nadie los tomaría, porque no sirven de nada. ¿Cómo salimos ganando? Yo lo tengo claro.
- Puede ser - pero no lo decía muy convencido- Pero ¿Cómo pretenden entrar?
- Lo estoy pensando. Necesito algún dato más. Pero ya tengo una ligera idea. Se lo diría, pero es mejor que no lo sepa. Podría tener algún tipo de escucha, y no lo tengo afinado al cien por cien.
- Tengo una duda, si me permite ser franco. Se lo voy a exponer así: hay un ataco muy bien organizado, que no tiene flecos sueltos, donde parece qué esta todo previsto, y de pronto llega usted y su banda de la nada; la pregunta es:
- ¿Quién les asegura que no seamos sus cómplices? Bueno si lo piensan bien no tiene mucha lógica. Si fuéramos cómplices lo mejor sería que nos quedáramos aquí; para informales de sus movimientos. Entrar allí y quedar sitiados con ellos… No lo veo muy claro cuál sería el objetivo. Pero si quiere quedar convencido mire esto- le mostró una foto de una noticia de periódico.
- “El famoso terrorista iraquí, El-Hakkoui resulta muerto en un enfrentamiento con las tropas de la coalición en las afuera de Bassora”- leyó en el pie de página. – ¿Si, pero que pasa?
- ¿Cómo tiene la mano derecha?
- Pues… parece que le falta un dedo- contestó acercándose la foto a los ojos.
- ¿Y que se cree que es esto?- le dijo Rommel tirándole un pedazo de algodón envuelto.
- ¡Dios!- dijo al abrirlo.
- ¿Bueno, Nobunaga, que tenemos?
- Tiene señal propia cifrada, como nosotros. No la podemos penetrar desde aquí. No al menos en un tiempo “razonable”. Y depende que como lo hayan montado, puede que ni podamos hacerlo. No estoy seguro. Esos tipos son buenos, jefe.
- Me lo imaginaba. Occisor, gritó- por el auricular. -¿Has visto al tirador?
- No, jefe. – silbó una voz de serpiente. –He buscado los mejores ángulos desde aquí, pero no parecía estar en ninguno de ellos. Yo creo que se ha escondido ahora.
- Vale, es también lo que creo yo. De todas formas, cúbrenos, vamos a entrar ya.
- Ok.
Rommel agarró una lanzagranadas y grito:
- ¡Vamos allá, chicos!- y abrió fuego contra la fachada principal. El proyectil proyecto una parábola perfecta y estallo justo en el ventanal de enfrente. Los cristales no resistieron y cedieron al empuje, restallando por todo el interior.
- ¿Pero esta usted loco?¿Los acaba de alertar, joder?
- ¿Eso cree? Esos tipos se creen muy listos. Para ellos una señal tan clara es que vamos a entrar por el lado contrario. Ahora todas las cámaras apuntan hacia el otro lado. Y las del otro lado están jodidas por la explosión. Se darán cuenta del engaño, pero tardara unos segundos. ¡Vamos allá!
Se acercaron a la verja todos en grupo, pero Nobunaga y Stalin llevaban una especia de pinzas como de batería del coche.
- ¡A la de tres, una dos y tres!
Ambos conectaron a la vez las pinzas a la verja.
- ¡Ahora!- con movimientos increíblemente ensayados treparan verja arriba, y saltaron al otro lado con increíble presteza.
- ¡La valla estaba electrificada!- grito Rommel desde el otro lado al sorprendido Luis- Lo más importante no nos lo dijo el muy cabrito. No es tonto. Nos vemos.- y le hizo el saludo militar a modo de despedida.
Como movida por un resorte, una gigantesca ametralladora automática giro sobre sus goznes rápidamente hacia ellos. La sombra de la muerte se dibujaba detrás de su gigantesca mole. Sus chirridos metálicos sonaban a campanas fúnebres. Pero algo se movió del otro lado de la valla, algo cerca de ella y grande que cayó pesadamente al suelo; y la ametralladora giró de nuevo sobre sus goznes al presenciar esta nueva amenaza; mucho más cercana y por lo tanto mucho más peligrosa. Pero no vio nada de remarcable y no abrió fuego, y cuando volvió a apuntar a los recién llegados ya no estaba allí, estaban cruzando el campo a grandes saltos, dispersos los unos de los otros, esquivando loas jardineras y setos donde podría haber explosivos a distancia escondidos. Rommel pensó que pagar quinientos euros a un tipo para que arrojara en ese instante el cadáver del policía muerto por encima de la valla había sido un buen negocio. Con una enorme velocidad, en apenas unos segundos estaban bajo los ventanales rotos del segundo piso. Ya saboreaban la victoria cuando su esperanza se vino abajo:, al oír el familiar sonido de los altavoces exteriores:
- ¡Ding, Dong, Ding!!Se ruega a los gilipollas que se intentan colar por los ventanales rotos del segundo piso que no lo intenten, o recibirán una severa reprimenda por el padre superior! ¡Gracias!!Ding Dong Ding!
- ¡Mierda, nos han pillado, nos vamos!- rugió Rommel.
Con gran velocidad, como si lo hecho hasta ahora no tuviera ningún valor, todos dieron la vuelta a todo correr.
- ¡Alto!- ordeno Rommel cuando apenas llevaba diez pasos- ¡Volvemos!
- ¿Por dónde?- pregunto alguien.
- Por el mismo sitio. Es lo único que ellos no esperarían. Vamos allá.
Y otra vez, con gran velocidad se plantaron ante los ventanales, Nobunaga disparo un arpón a al techo y en treinta y siete segundos estaban todos en la azotea.
Lo de ahora había sido muy fácil. Ahora venia lo difícil.

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