Día 49. Año 6.
13:37
Matt rumiaba su aburrimiento dando paseos de un lado a otro de la sala
de espera, buscando en vano algo con que calmar su impaciencia, ya llevaba aquí
más de veinte minutos (gracias, claro, a que la cariñosa y servicial Matild le
había insistido una y otra vez que fueran puntuales). El y otro tipo, que
llevaba un buen rato leyendo no se qué. Y ahora el jefe se había retrasado,
claro (como era su costumbre, pensó Matt frunciendo el ceño).
-
Cálmese, amigo. – le dijo el otro, un hombre mayor, con una
sonrisa en los labios- ¿Por qué no hablamos para matar el rato?
Matt le miro furioso, pues no estaba de humor para hablar de nada; pero
rumió:
-
¿Quién es usted? ¿Y que demonios hace aquí?
Aquello era una pregunta en un tono tajante y descortés, y seguramente
cualquier otro hombro se hubiera limitado a encogerse de hombros y mandarlo al
infierno; pero el hombre de pelo cano apago la lentilla informática, se levantó
del banco y cordialmente le ofreció la mano:
-
Paul Krugman. ¿Usted es Matt, verdad? ¡El hombre que
resolvió el asunto del meteoro! ¡Caray!- exclamó con franqueza- ¡Debo decirle
que estoy impresionado! ¡Que agudeza!
¡Que visión!
-
Para lo que sirvió- refunfuñó Matt, como un niño malcriado
al que le hubieran arrebatado una golosina- Solo conseguí que ese perro faldero
de Stelio se riese de mí. Sabe a quién tiene que agradar, ese bastardo.
-
No se lo tome tan a pecho, hombre. – dijo Krugman posando
una paternal mano en su hombro- Max
Planck dijo una vez que para que una verdad científica se imponga, hace falta
que todos sus oponentes se vayan muriendo. – como el ceñudo rostro de Matt no
parecía cambiar, optó por cambiar de tema- Y dígame ¿Cómo es que nunca he
tenido entre manos su fabuloso cerebro?
Creía conocer a los mejores especímenes de aquí.- bromeó mientras le palpaba
las sienes.
-
¿Y por qué debería conocerlo?- preguntó Matt, pero
rápidamente se hizo la luz en su cabeza- ¿Es usted médico?
El otro asintió.
-
Así es. Jefe del Ala medica del sector Este
-
Eso lo explica. Yo trabajo en el Ala Sur.
-
¡Claro!- contestó el doctor dando una sonora palmada!- Usted
es Físico ¿No es así? No suelo tratarlos. ¿Conoce a Vallance?
-
Bueno, la verdad… ¡Vaya! ¿Qué tenemos aquí?
Ambos se volvieron hacia la puerta, pero no
era la que daba al despacho de Kramen, si no la otra, la de entrada. Un hombre
de aspecto adusto, de mandíbula cuadrado y de espaldas y hombros anchos, acaba
de entrar, y sin siquiera saludar, se sentó en un banco y allí se quedó, tieso
como un palo, mirando al frente.
Algo le iba a decir Matt, pero en ese
instante, esta vez en la puerta de Kramen, el risueño rostro de Matild asomo y
con su angelical voz les informó:
-
El Comandante Kramen les espera, señores. Pueden pasar.
Para sorpresa de Matt, el primero en
levantarse fue el recién llegado, que sin decir una sola palabra entró el
primero. Krugman le siguió después de unas palabras amables a Matild, y por
fin, el, que había llegado el primero, pasó el último.
-
Dos horas esperando, zorra. – dijo por lo bajo al pasar al
lado de la secretaria. – Dos horas…
Matild se limitó a hacer un gesto de asco con la mano
sin por un instante dejar de sonreír.
Kramen acababa de llegar (uno de esos truquillos psicológicos a los que
era tan aficionado), y con un gesto les invitó a que se sentaran.
-
¿Algo de beber?- propuso maquinalmente.
-
Nada- respondió el recién llegado.
-
Agua- contestó Krugman.
-
¿Leche, tiene?- preguntó Matt.
-
No, no tengo aquí, pero si quiere puede decirle a Matild
que..
-
¡Ja, ja! ¡Es broma, es broma! – rio Matt- Con un vaso de
whisky me conformo.
El hombre de aspecto seco giró la cabeza y echo
una mirada terrible a Matt, pero este, pendiente de la botella, no le vio.
Kramen lleno tres vaso (dos de whisky, uno de agua) y se los acercó, no sin
antes insistir:
-
¿De verdad usted no quiere nada?
-
No, no.
-
Como usted guste. –se volvió hacia Matt- ¿Bueno, este
whisky, verdad?
-
No está mal. En Tycho bebíamos uno mejor. – Matt tenía un
complejo sentido del humor, por decirlo suavemente, y por la cara que ponía
Kramen, este no parecía disfrutarlo.
-
Tiene usted un gran
sentido del humor, señor Robinson.
-
Matt, por favor. Cuando me llaman señor Robinson, busco a
otra persona.
-
Este no sabe cuándo callarse- susurró Krugman para si.
-
¡Bueno! Es hora de comenzar a trabajar. Puede se conozcan
ya, señores, y de hecho, según me han comentado, el Teniente Lilyum y usted,
profesor Krugman, eso es así para ellos dos, pero para usted Matt, le diré que el teniente es
el encargado de seguridad del Ala Norte.
Teniente Lilyum, este es Matt, el hombre del que le hable.
-
Encantado, Matt- una gélida mano apretó con fuerza la del
físico.- Un honor.
-
Tendrán tiempo de conocerse de sobra, se lo aseguro. Bien-
encendió la pantalla holográfica central de su despacho- Si recuerdan algo de
la penosa reunión de ayer, sin duda será sobre el extraño cuerpo que se
desprendió del meteoro y sobre el que tan oportunamente nos advirtió el señor
Matt. Bien- tecleo algo- nos informó también de que origen de este cuerpo bien
podría ser artificial.
-
Podría ser, no, era- le corto súbitamente Matt.
-
Lo que tenga que ser, será.-recitó Kramen- A ustedes les
tocará averiguarlo. Olvídense del meteoro. Otro grupo se hará cargo de él. Si
descubren algo interesante se lo harán saber. Tendrá línea directa con ellos,
se lo aseguro. – la pantalla se aclaró por fin, y se veía en ella una fisura
irregular, en las cercanías de la cual se apreciaban unos cuantos montículos.
La pantalla se divido en cuadriculas verdes.
-
Aquí estamos nosotros, aquí está el objeto, en la sección 11
grados 3 minutos Norte, 104 grados cinco minutos Este.
-
Esas son las coordenadas del Ascraeus Mons, ¿Verdad?
-
Así es. – el puntero se acero y la mancha se amplió hasta
revelar una forma esférica, casi como un picotazo de mosquito. A la derecha de
esta, se formó otra imagen, tridimensional, en color verde. – No está lejos de
aquí, y en el suroeste de la misma se encuentra el cráter.
-
El cráter del impacto del objeto, claro.- apuntó Matt.
-
No.
-
¿El del meteoro?
-
No, no, no tiene nada que ver. Ese cráter lleva ahí toda la
vida, que sepamos. Llámelo diana, pero resulta que ha ido a caer a otro cráter.
– La imagen se amplió. Una forma grisácea, de forma lenticular, aparecía justo
contra un muro. Kramen amplió el sector- Aquí lo tenemos, señores. – el puntero
creo un cuadrado alrededor del objeto, y este se amplió a su vez. La imagen era
cenital, y solo se apreciaba un gran círculo, parte del diámetro cual estaba
tapado por la pared el cráter.No se podia ver más- de momento, esto es todo lo que tenemos. Tendrán que conformarse.- como si tratase de convencerlos, amplió una sección del objeto, pero tan solo se pixelo la imagen.
Los ojos de Matt brillaron de la
excitación.
-
¿Cuándo lo encontraron?
-
Hace nada. El Satélite ALFA comenzó el rastreo ayer, WARP
hizo los cálculos probabilísticos y luego hizo falta un poco de trigonometría,
y era tan solo cuestión de tiempo. Deimos y Phobos ayudaron bastante.
-
Lo encontraron ayer ¿Verdad?- bufó Matt
-
Señor Matt..
-
¿Por qué no me avisaron?- le interrogo Matt- ¿Por qué?
-
Ayer por la tarde no había decidido su participación en esta
expedición- le contesto Kramen tratando de calmarse.
-
¿Quiere decir que si no me hubiera escogido, no me lo
hubiera dicho?- cogió aire- ¿O sea que esto ahora no lo sabe nadie? Esto es una
vergüenza. Una vergüenza. Juegan con nosotros.
Kramen parpadeo dos veces, incrédulo, no
estaba acostumbrado que nadie le tratase así; y menos que nadie, un
subordinado. Pero Matt no callaba:
-
Juegan con nosotros como si fuéramos marionetas. Pero no
tiene derecho. No somos niños ¿Comprende?, No somos sus malditos criados.
-
¡Callase! ¡Cállese de una vez!- chilló Kramen golpeando a
mesa con un puño.
-
¡No me mande callar, Kramen! ¡Yo no soy uno de sus lameculos!
-
Señor Matt- comenzó a decir Lilyum muy tranquilamente al
tiempo que apoyaba una mano de acero sobre su hombro- si no se calla usted me
veré en la obligación de conducirlo a un centro de detención, donde será
retenido hasta nueva orden.
-
¿Y qué autoridad se arroga usted… señor?- dijo Matt mientras
seguía mirando fijamente a Kramen.
El otro no dijo nada. Se limitó a sonreír.
Tiro con fuerza de su brazo izquierdo, y Matt, como un pelele, estaba ahora a
su vera: el musculoso bíceps sobresalía incluso por debajo del uniforme. Como
un relámpago, el cuerpo del físico ya estaba en el suelo, y antes incluso de
que se diera cuenta, estaba otra vez de pie, bien sujeto su brazo derecho
contra su espalda.
-
Resístase, por favor- le susurro Lilyum al oído con una
risita.
-
Esto… es…- balbuceo Matt.
-
Señor… quiere que lleve al profesor Matt el área de
detención?- pregunto a Kramen.
-
No será necesario, al menos, por ahora. –dirigió una mirada
feroz al asustado físico.- A no ser, claro, que el señor Robinson se oponga.
¿Qué opina usted, señor Matt?
-
Ninguno, ninguno- susurró Matt con un hilo de voz- Ningún
problema.
-
Bien- Kramen se sentó de nuevo y siguió hablando como si nada
hubiese pasado- Bien. Su misión es sencilla. Tendrán tres días para
inspeccionarlo, mandar toda la información que puedan aquí y volver. No se les
pide nada más.
-
¿Por qué tres días?- pregunto Krugman, que se había
mantenido tranquilo todo el tiempo.
-
Bueno, serán tres días… en principio. Es el tiempo estimado,
pero todo depende de ustedes. Levaran suministros para más tiempo, desde luego,
y si encuentran algo interesante y las condiciones lo permiten, pueden quedarse
allí todo el tiempo que estimen necesario. Tendrán comunicación directa con la
base, y un equipo de rescate estará preparado en cualquier instante. ¿Alguna
pregunta más? ¡Ah, Matild! ¡Qué oportuna!- mintió como si no la hubiera llamado
él- Acompañe a esto señores a la puerta. Que hablen con Stelio para los
detalles de la misión. Avise a la misión Beta, por favor, de que ya pueden
pasar.
Apenas salió, Matt se acercó a Lilyum y le
espetó a bocajarro:
-
Eres un perro. Esto no es una misión militar. Y no puedes
tratarme…
-
Esto no ERA una misión militar.- se rio él entre dientes-
Kramen acaba de declarar la Ley Marcial.
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