miércoles, 5 de octubre de 2011

El Libro de Eli

- ¿Empate? ¿Empate? ¿Esto es un empate¿- bramo Gauss con ganas de revancha- ¿El que es un empate? ¡Desde aquí puedo barrerlos como en un tiro al pato! ¡Y no se pueden contraatacar por la luz! ¡Dame un segundo y…!
- No- le cortó Von- En situaciones desesperadas hasta las mentes más simples son capaces de superar sus terrores más profundos. Si se encuentran desesperados pueden que atraviesen la cortina de luz. No podemos hacer eso.
- ¿Y entonces qué coño hacemos?- imploró Snake.- La bengala no va a durar eternamente.
- Cumplir con el primer principio clásico de la infantería. Ocupar la altura.- dijo señalando al lugar donde unos minutos antes había estado Doom.- Luego veremos.
- Vale, Aníbal. ¿Y cómo coño llegamos?
- Déjame eso a mí- le contestó Von- Pero ahora lo que me preocupa es Titán. Ni siquiera se ha levantado desde que se han ido. Esta allí como en estado catatónico. ¿Le habrán herido?- se dijo como para sí mismo mientras se acercaba.- ¡Titán! ¡Titán!- le grito sacudiéndole por los hombros.- ¡Hay que salir de aquí! ¡El tiempo corre en nuestra contra!
- …
- ¡Titán! ¡Titán! ¡Vamos! ¡Vamos!
- Es duro que amar y no se amado. Pero es aún más duro odiar y no ser odiado, Von.
- ¿Pero qué dices…?
- Iros. Dejarme aquí. Ya no luchare más. La lucha, la muerte, la vida se acabo para mí. No luchare más. Iros. Por favor.
- ¿Acaba de decir por favor? ¡Titán diciendo por favor?- se asombro Gauss.
- Mira, no sé qué coño te pasa, pero si crees que te voy a dejar aquí después de todo lo que estamos pasando, antes de todo lo que va a pasar; estas muy equivocado. Te necesitamos ahí fuera, Titán.
- Ya no luchare más. Ya no luchare más. Ya no luchare más. –repetía una y otra vez, sin expresión, mecánicamente, enseñando sus manos desencajadas y humeantes.
- ¿Pero qué coño te pasa?- se lamento Snake- Tu antes eras una máquina de matar, un autentico..
- Tú lo has dicho. Una máquina de matar. Eso es todo lo que he sido toda mi vida. No he hecho otra cosa toda mi vida. Matar. Eso es todo lo que he hecho. Matar. Matar. ¡MATAR!
- ¿Pero qué…?
- Igual que esas… cosas- dijo cogiendo un trozo de carne nauseabunda en su mano- Pero la diferencia es que yo he escogido convertirme en esto. Un hombre sin rostro, un hombre sin manos, un despojo asesino. No hago otra cosa porque no valgo para otra cosa. Esto es lo que soy. Dejarme aquí con ellos. Este… es mi sitio. Adiós.- y aparto la mirada.
- ¡Está loco!- se quejo Gauss- ¡Completamente loco!
- ¡Cerdo asesino! ¡Loco ingrato!- le grito Von- ¡Es qué acaso te crees que eres el único que sufres? ¿Porque te concentras en tu propio dolor? ¿Es que crees que los demás no sufrimos viendo la escoria en que se ha convertido nuestras vidas, viendo cómo vivimos de carroña agusanada, de la caza de otros seres aun más desgraciados que nosotros? ¿Es que crees que a mi acaso me gusta matar, por la mañana, por la tarde, al mediodía, a la hora de cenar? ¿Crees que mi vida es fácil? Sentir el peligro siempre, dormir con el arma en la mano, mirar detrás de cada esquina, temer hasta mi propia sombra hasta que me llegue el día? ¡Crees que yo disfruto! ¡No! Pero… -dijo, calmándose de pronto. –Fíjate. Fíjate. Mientras discutimos, mientras perdemos el tiempo tu cuerpo sigue luchando para vivir. No es una lucha metafórica, es real. Cientos de millones de seres pugnan por entrar en tu sistema; por destruirlo en este preciso instante. Y tu organismo lucha, lucha eternamente por impedir que lo consigan. Una y otra vez aniquila a los invasores. Una y otra vez estos vuelven. Están por doquier. En el aire, en el agua, en la comida, incluso veces escondidos en nuestro propio cuerpo. Y sin embargo no cede, no se rinde, no capitula. Incluso aunque sabe que es una batalla perdida y que de todas maneras alguno va a entrar y va a terminar provocando su muerte, aunque sabe que tiene un fin certero, que esa lucha, es decididamente absurda porque no se ganada nada con ella salvo alargar la agonía; lucha siempre, sin género de dudas, lucha, lucha. Y no es raro. Todos los organismos lo hacen. Desde el más grande de los elefantes hasta la más humilde bacteria toda la vida es una gigantesca lucha por sobrevivir. No contra nadie despiadado o malvado, no. Los dos bandos en contienda (si es que existen bandos) son igual de desgraciados. En realidad, si el virus provoca la muerte del portador, desaparecerá irremediablemente con él. En realidad, el virus es tan desgraciado como el portador, sabiendo que sus posibilidades son ínfimas; tiene poco tiempo antes de que el sistema de su víctima lo aniquile, un sistema que le superan aplastantemente en número, está perfectamente organizado y no le va a dar oportunidad. Y si aun consigue superar todas esas posibilidades en contra, puede que muera en su propio triunfo. La lucha es el estado natural de la vida. Es el modelo de la Reina de Corazones; hay que correr no para llegar a ningún lado si no para mantenerse en el sitio. Si corre puedes que pierdas igual, y aunque corras, no ganaras nada más que mantenerte: es decididamente absurdo, pero así funciona el juego. Piénsalo, la vida es así. No hay otra cosa, no existe otra cosa que la lucha. Nada mas existe y por lo tanto, nada más importa. Así que coge tus armas y lucha. Y no lo harás como Titán. Ya no eres Titán. Ahora ya no tienes duda, que son un deplorable fruto del miedo. Tú ya no tienes miedo, porque eres el mismo Miedo. Eres lo único que se teme. Eres Kronos. – y con su brazo lo alzó orgulloso- ¡Kronos! ¡Ve a la lucha y aniquila!
Titán le observo, y con un gesto decidido y lleno de fuerza, la mano derecha que estaba casi completamente suelta se encajo en el brazo con un sonido metálico. Luces se encendieron por su muñeca, y un peculiar sonido volvió de nuevo a rugir. Titán, ahora Kronos, estaba listo para el combate.
- Gracias, Von. No es tiempo de llorar. No es tiempo de morir. Es tiempo de matar.
- ¡Bien! Ahora salgamos de aquí.- apretó algún botón de su fusil, algún resorte, y entonces se dirigió hacia las afueras del arco luminoso que les protegía.- ¡Vamos allá!- y apretó el gatillo. Una voluminosa llamarada surgió de las entrañas del arma. Von dirigió el chorro de fuego hacia los adversarios, que aullando, chasqueando mandíbulas y chillando se retiraron en desorden. -¡Vamos ahora!- aprovechando su confusión Von dirigió el grupo hacia las escaleras. En un instante las subieron y llegaron a la cima.- ¡Gauss, cubre la escalera!.
- Ok, jefe.- pero la orden era inútil, porque ya lo había hecho y había empezado a descargar su ira contra los que les seguían por allí.
El resto se dirigió al centro, a las computadoras centrales. Von empezó a teclear, mirar las pantallas; cuando de pronto Snake gritó:
- ¿Pero esto qué coño…?
- ¡Mierda!.-rugió Titán. -¡Mierda!. El hijo de puta de Doom nos ha dejado una bomba. ¡No la toquéis…! ¿Cuánto le queda en el temporizador?
- Un minuto. Menos.
- ¡Joder! ¡Mierda! ¡No hay tiempo!
- ¡Arriba! –aulló Von.- ¡Ahí vienen!
- ¡Joder!
- ¡Tíos…! ¡Están trepando por el tanque!- grito Snake asomándose a la barandilla.
- ¡Qué os jodan!- bramo Kronos en cascada- ¡Morid! –y libero su poder de nuevo. El techo crepito y explotó, enviando una buen numero de trozos incandescentes como una docena de meteoros. Pero mas y mas se apiñaban arriba…
- ¡Necesito ayuda aquí!- dijo Gauss.
- ¡Snake, ayúdale! ¡Yo me ocupo de los que suben!
- ¡Quedan treinta segundos!
- Mierda- maldijo Von. Se asomo por la barandilla. Media docena de engendros escalaban como arañas por la pared de cristal. Su fusil canto un bolero de Fuego, derribando a uno tras otro. Pero por cada uno que derribaba subía otro más, y cada vez cian más cerca de la barandilla… era como una negra marea... Esto no funcionaba.. ¡Mierda!- ¿Cuanto tiene esto de alto? ¡Cuatro metros y medio… cinco, quizás… Vale- sacó una granada con la izquierda mientras con la derecha seguía disparando. Puso la potencia al mínimo y coloco dos segundos en el temporizador. Saco la mano por fuera de la barandilla ; soltó la granada y se tiro al suelo
La explosión tuvo lugar cuando estaba justo a la mitad. El cristal se fracturó un poco, el líquido salió a raudales y de pronto la presión dio lugar a una cascada a la vez que todo el cristal se desmoronaba. La marea arrastro consigo las criaturas, congelándolas en unos segundos, para caer en el suelo y aniquilar a todas las que estaban allí. Entre aullidos, las criaturas se dieron a la fuga mientras el líquido seguía derramándose.
- ¡Veinte segundos!- gritó alguien.
- ¡Gauss! –Gritó Von- ¡Prepárate, nos vamos de aquí!- dijo Von, y se subió a su espalda. -¡Vamos!- instigo a los otros.- ¡Vamos!
- ¿Pero que te propones?
- ¡No hay tiempo, no hay tiempo!
Snake y Kronos se subieron como pudieron encima también. Von le grito a Gauss:
- Por donde s acaba de derramar el helio, vamos, allí no hay nadie!
- ¡Pero nos congelaremos!
- ¡El helio se calienta rápido y se evapora antes de llegar al suelo! ¡No nos pasara nada, vamos! ¡No hay tiempo!
- ¡Ok!
Con un gigantesco salto, la gigantesca mole sobrepaso la barandilla y cayó tres metros más allá, entre agónicas estatuas de cristal. De pronto, sus pies brillaron con fuego, y los reactores entraron en acción, moviendo las ocho toneladas de peso de Gauss (como cuatro elefantes juntos) más las de sus compañeros hacia adelante con tremenda fuerza. Una explosion desgarradora batió a sus espldas, alncnzandolos con una oleada de metralla, pero sirvio como mas como fuego de cobertura e impulso que como arma contra unas armaduras capaces de encajar cosas muchas peores.
Como un crucero intergaláctico, salieron disparados mientras Gauss braceaba con fuerza para añadir aun más fuerza; las criaturas se apiñaron adelante para cerrarles el paso, pero el lanzallamas de Von volvió a responder, empujándolos hacia los lados con viveza. Por lo visto tenían un encendido (je, je) odio al fuego. Aullado, retrocedieron o se colocaron a ambos laos dejando para a la terrible carga.
Algunos subieron trepando al techo y comenzaron a dejarse caer como mortífera nieva negra, pero con la velocidad de crucero de Gauss no era fácil acertar desde el techo; y en el techo y en el aire eran blancos fáciles para las armas de sus enemigos; por lo que los que caían o bien eran cadáveres cuando chocaban contra el suelo o lo eran antes de chocar, o bien se calcinaban.
Aprovechándose de todo ello y de la sorpresa, el crucero mortal llego por fin la entrada de aquel laboratorio maldito y con otro voluminoso salto Gauss cruzo las puertas y salieron al patio exterior.
- ¡Lo hemos hecho!- declaró triunfante Von.- Si os soy sincero nunca creía que lo conseguiríamos.
- ¡Jefe! ¡Jefe!
- Oh, mierda...
Quizá se hubieran olvidado de sus otros problemas desde hacía algún tiempo, pero sus problemas no se habían olvidado de ellos. Y uno no puede esperar reventar más de un centenar de robots y no esperar que hubiese respuesta. Pues bien, la respuesta estaba ahora delante de ellos: no solo habían llegado refuerzos a mansalva; no, sino que en el ínterin, se habían dedicado a reparar a los caídos (de hecho había aun alguno reparando, como pudieron observar enseguida) y apenas les vieron cruzar el umbral, una telaraña de ojos rojizos se centró en ellos y comenzaron su inexorable avance,.
- Repitamos el mismo truco, jefe.- dijo Snake.
- ¿Sí? ¿Estos también le tiene miedo al fuego?
- Y si volvemos y nos hacemos fuertes en…
Pero apenas dijo esas palabras, las primeras puntas de lanza de los escuadrones de los infernos ya estaban llegando a las puertas. Había ya medio centenar de ellos y ere solo el principio.
- ¡Bueno, chicos, permanecer unidos, y como decía aquel, matar japos, matar japos, matar mas japos!
- ¿Sabes? ¡Creo que últimamente estamos abusando de frase épicas!- dijo Titán.
- ¿Se te ocurre algo mejor?

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