jueves, 6 de septiembre de 2012

Noche Triunfadora

Ecara, 20 de Mayo del 296.
- Hemos llegado.
A pesar de su dilatada longevidad, el anciano (o ancianisimo) Moleté se consumia por la impaciencia, crujiendo una y otra vez los huesos de las manos en un vano iontento de mantener ocupado su mente. La chachara infernal del barquero lo aburria sobremanera, y mas aún lo enervaba con su intranscesdencia y vulgaridad. No era facil para el, uno de los Sabios, aguantar estoicamente semajantes tonterias. Pero ahora, por fin, la espera habia terminado.
Sin esperar siquiera a que el barquero asegurase las amarras y demostrando una agilidad considerable para sus (muchos) años, Moleté salto de la barca y contniuo caminando a toda prisa por el pequeño muelle. Se conocía el camino de sobra, y además, en una isla tan pequeña no tendria muchas posibilidades de perderse. Llegó a las escaleras talladas en la piedra, y a pesar del calor sofocante, en tan solo unos segundos habia coronado su cima.
- Le esperabamos, Sabio Moleté.
- ¿Ha empezado ya el Consejo?- pregunto el, atorado.
- No aún, no- contesto el Secretario- Hubiera sido poco menos que sacrilegio empezar sin esperar a uno de nuestros mienbros mas distinguidos y veteranos.- dijo con una risita.
- Bien, bien- dijo, ya mas calmado. Y tras estrechar la mano a su interlocutor, se dirigio a su asiento en la grada, A una reunión extraordinaria del Consejo no se permitia llegar tarde. Que hubieran esperado por él, significaba el gran aprecio que el Sabio Antorax sentia por él; y el respeto que sus opiniones infundian en el consejo, del cual lo otro era el eco.
Las gradas describian un circulo alrededor de la arena de debate, un circulo originalemente recubierto de arena (por eso se llamaba asi, claro) pero que hacia tiempo que estaba recubierto de losas de piedra noble para que no se mancharan los augustos pies. Las gradas, a su vez, ocupaban casi todo el perimetro de la islita. Incrustadas y excavadas en roca viva, estaban cercadas por los restos de la elevación original. Solo habia espacio para cuatro muelles pequeños, las cuatro escaleras hacia el punto de reunión y nada mas, practicamente.
Meloté se sento justo a la derecha de Antorax el Venerable, titulo que se le daba al mas anciano de todos ellos, y que ejercia de portavoz, conductor y moderador de acuerdo con su mayor rango. Antorax ocupaba el primer asiento; las gradas las dividia en dos las escaleras, bien, justo a la derecha del ultimo escalon se consideraba el primer asiento, reservado al mas anciano; a su derecha, el que lo seguia en senectud, a su derecha, el siguiente, y asi suvecivamente: asi, todos ellos recorrian por lo general todos los asientos de las gradas, desde el extremo izquierdo superior hasta el asiento de Venerable, si vivia lo suficiente, lo cual era raro, habia un dicho que rezaba que una vez uno ocupa el ultimo asiento esta deseoso de avanzar, pero que segun avanza hasta el primero esta deseoso de no avanzar más ya.
Meloté se sento comodamente y bebio algo de agua fresca del manatial; mas refrescado ya y de mejor humor; saludo educadamente al resto de la audiencia, con especial cariño a Antorx. Este agradecio el gesto público y pido respetuoso silencio, pues el gran debate estaba listo para comenzar. Con el testigo de marmól en sus manos, que facultaba para hablar; dijo:
- Saludos, estimados amigos. Nos hemos reunido hoy aqui bajo la sombra inminente de un grave peligro, que debe ser tratado con urgencia. La decisión que hoy se tome puede cambiar el destino de todo nuestro pueblo, provocando su total destrucción y derrota, o conducirlo a su mas gloriosa etapa. Puede que de ella, depende incluso, nuestra propia vida o muerte.
Todos ellos, desde el primero al último asintieron con gestos de profunda seriedad demostraron la veracidad de sus palabras, que ellos sabian de sobra. De todas formas, el Consejo de Ancianos nunca se habia reunido por cuestiones triviales.
- He aqui el asunto. Como todos sabeís, hace ahora tres meses, un gran contigente del temido Imperio Zhudûn ha pedido la sumisión a su poderio de el grupo de ciudades de Drancia. Huelga decir que estos nunca fueran lo que se dice unos buenos vecinos, pero tambien que no podemos poner en duda su virilidad y fuerza y animo. En consonancia con ello, ellos orgullosamente se negaron con totoal rotundidad. La respuesta del Emperador fue inicar la guerra con todos los medios a su alcance, que no son, por desgracia, pocos. Sus fuerzas asediaron sus tres principales ciudades a la vez, impidiendo cualquier tipo de ayuda dispooniendo un gran ejercito de reserva entre ambas, y moviendo su numerosa  flota hacia sus pueretos para atacarlas desde todos los puntos posibles. Atadé, en el norte, ya ha caido bajo su yugo y todos sus hombres han sido ejecutados; Celicé, en el sur, esta a punto de hacerlo; Konié, en el Este, resiste aún, anque no sabemos por cuanto tiempo lo hará, o si desesperado abriar sus puertas. Ahora las fuerzas de los Zhumûd amenzan Canné, en la fronetra meidional con Urkhiâm,  y se han vuelto hacia nosotros para reclamar nuestra ayuda en un momento tan crítico.  La decisión, es pues, en apareiencia simple: ¿Debemos ver como ellos caen, o debemos luchar a su lado para sostenerlos? ¿Debemos correr el riesgo de una guerra que nos pueda consumir? La potencia del Imperio es bien conocida por todos, sus ejercitos, imnumerables, sus rquizas, envidiadas y codiciadas; su tamaño, tan gigantesco que es imposible de precisar; nadie, ni siquiera el propio Emperador, sabe cuantas ciudades caen bajo su ferula.
Pero hemos de prguntarnos si es preferible entrar en guerra ahora, con aliados en suelo extraño, o esperar que el apetito del Emperador cambie y nos hallemos en guerra solos; amenazando nuestro comercia con una flota crecida y unas fuerzas renovadas. Si su hambre, lejos de aplacarse con varias ciudades más, aún crecera más, hacia nuevas cotas. Hemos de preguntarnos cualquier es nuestro horizonte y bajo que Sol estara.
Esta es la pregunta que yo os hago, y esta es la que debemos contestar hoy aquí. Muchas gracias.- termino su discurso , poso el testigo ceremonial en el suelo y se sentó.
Sinuhé fue el primero en levantarse, entrar en la arena y recoger el testigo del suelo.
- Grave cuestión nos traes hoy, Antorax el siete veces Venerable; y grave sera la decisión que tomemos hoy. Yo soy un hombre sencillo ; poco versado en las entramadas telarañas de la politica y la diplomacia y carezco de conocimientos en estas materias de que a otros en este reunion les sobran. Sin embargo, si se una cosa, y es que el orden natural de las cosas es que los hijos entierren a los padres; y que en tiempos de guerra se trastoca este orden natural y los padres pasan a enterrar a los hijos; y se que cualquier cosa que trastoque el orden natural de las cosas tiene que ser malo por fuerza. La guerra es un asunto grave; sea a uno u otro vlado del mar; y no debe de tomarse una decision a la ligera
Nuestra posición es dificil: debemos o bien ver caer a nuestros vecinos o acudir en su ayuda contra un enemigo diez veces mas poderoso. La guerra es un asunto grave, pero lo que esta en juego también lo es. No creo que a nadie de los aqui presentes le entusiasme la guerra; pero también se que ninguno de los aqui presentes gusta de la esclavitud. nadie, como digo, disfruta con la guerra: todos hemos perdido algun hijo, algun nieto o algun hermano, o porque no; algun padre o abuelo en ella; todos hemos empuñado las armas como era nuestro deber; y no aventuro mucho si digo que mmuchos de los aqui presentes ha recibido heridas o ha perdido posesiones por su culpa.- y decia bien: en aquella reunión faltaban dedos, manos, piernas y pies mas allá del calculo correcto- Pero también estoy seguro como que es de dia que todos pagarain todos esos precios, y aún duplicados; por evitar la servidumbre, y aun menos a un despota caprichoso y  extranjero. No habra deshonor en una derrota; si este es nuestro sino; si la obtenemos en el campo de batalla; ni hallaremos el desahonor en la muerte; si esta nos sobreviene codo con codo con nuestros compañeros y hermanos; bien en el mar o en nuestras playas. Nada se nos tendra que reprochar nuestros descedientes si caemos victimas de un poder superior a nuestros fuerzas: pues aún los mas valientes y esforzados no pueden evitar la muerte por una flecha, como bien !Ay! sabemos. 
Pero si habra derrota si nos rendimos sin pelear; si se apoderan de nuestras mujeres y hacen esclavos a nuestros hijos; si cuando llegan a nuestras puertas las ven abiertas y quebrantadas; si habra deshonra si nos conducen al redil como a tantos antes de nosotros.  Sabemos por experiencia que los tratos con tiranos dependen mas de su capricho que la posicion de las nubes del viento. Hoy firmaria un tratado para imponernos el que el quiera en el momento que elija: pagara disensiones y asesinos con momedas de oro a manos llenas: nos hara luchar unos contra otros mientras observa desde una torre, y luego vendra y nos apresará a su gusto.
Nosotros no fuimos creados para servir; fuimos creados para reinar. Antes o depues, todos nos respetaran, pues eso merecemos; descendemos de dioses, no de hombres, y somos libres mas alla de medidas de mortales. Asi digo que vayamos a la guerra, pues esta se nos presenta inevitable; y mas vale guerra hoy y muerte mañana que esclavitud hoy, mañana y ayer. Yo digo y grito "Guerra" aqui y ahora; yo digo y grito "Guerra" aqui y siempre. Asi he hablado, y asi espero que sea. Muchas gracias. - exhausto por el esfuerzo, se tambleo mientras respiraba pesadamente; y con un paso vacliante, abandono el testigo sobre el piso y se marcho, apoyado en otros brazos y entre una avalancha de enfroverecidos aplausos como fin.
Cuando la aclamación aún no habia cesado, Pitiro, uno de los miembros mas jovenes de la Asamblea (quiza fuera mejor decir menos anciano) bajo a la arena y recogió el testigo. Inmediatamrnte se hizo el silencio, pues el respeto a los símbolos era total; y entre las miradas severas comenzó su discurso:
- Entre mis animales dispongo de un carnero al que tengo mucho aprecio. Su padre fue degollado en otra guerra, cuando un grupo de desertores entro en mi hacienda buscando algo de pillaje. Aun no es un macho complemente formado y ya quereis meter al hijo en otra guerra. Digo esto para que veais que la guerra no respeta a nada ni nadie.- sonoras carcajadas rompieron el silencio- Bien, pero hoy no es dia de chanzas. Hoy es una dia grave. y los dias graves se merecen discuros graves. Hay un proverbio entre mi gente que antes de hablar, remuevas la lengua entre los dientes diez veces; y es de sabios escuchar ypensar mas que hablar y actuar. Pero no seria razonable demorarse en exceso, y la naturaleza de lo que se nos pide exige frialdad de nervios y urgencia.
Como el propio Sinuhé, yo no soy tampoco un hombre de intrigas, ni de altos pensamientos o de filosfias enrevesadas: vive tranquilo, vive feliz, vive mucho, es mi máxima, y a juzgar por el tamaño de mi túnica, bien puede decirse que es una máxima que cumplo bien- esboz´ño una sonrisa. Los chistes sobre su barriga era uno de los chascarillos mas recurrentes en las reuniones- No se nada, o muy poco, de combates, guerras y estrategias; nunca he madando un ejercito y hace años que servi como uno mas en la defensa de mi ciudad. Me siento más comodo entre rejas y arados que entre espadas y lanzas; siempre he sido y siempre seré un simple agricultor- si por simple agricultor se puede entender un hombre que atesora mas de doscientas yuntas de terreno- .Pero nada de eso puede servir de excusa a la in acción mas penosa; y no podemos olvidar, que a veces, la neutralidad es el peor crimen. Hoy me doleria no actuar, pero mas me doleria actuar sin cabeza. No olvidemos que un exceso de valentia deriva en incosciencia, que es tan peligroso mas que la cobardia. No me gustan los grilletes, por dorados que sean, y no cambiaria mi baston por un montón de moedas, por grande que este fuera; pero a la lapida no le tengo tampoco aprecio. A los muertos poco les da lo que hagan los vivos, igual que nosotros ignoramos los designios de los difuntos. Nuestras vidas siguen senderos distintos. La decisión que hoy nos exige es grave, y dejarnos llevasr por la ira es un lujo que no podemos permitir. La prepotencia, la vanidad, son rasgos del Emperador y sus esclavos, no nuestros ni propios de nuestra gente. Ellos ignoran la belleza de la proporción matematica, del lenguaje oculto de la naturaleza y de las sutilezas de la discusión filosofica; nop lo comprenden y esta mas allá de  de su limitada comprensión. En cambio para nosotros, estos descubrmientos son tan sencillos que se lo mostramos a los niños sin esfuerzos.- las caras de su auditoria era inexpresivas, muestras que no seguian bien el discurso- Bien, hoy habalmos sobre la guerra, y la guerra es un asunto muy serio. No creo equivocarme si hoy declaro que puede ser el ulktimo dia que decidamos algo. Yo no hablo de cobardia, hablo de valentia. Yo no hablo de paz, hablo de guerra. Hablo de virtud y sabiduría. No niego la guerra, ni quiero ser esclavo de otros señores; pero si hablo de tiempo y espacio, de inteligencia y alianzas; de demoras y murallas; de previsión y estrategia. No hya deshonor en la derrota. esto es indudablemente cierto; pero la sabiduria nunca se hallara en la punta de una espada; y la guerra es un fuego que consume con ansia y arde lentamente y se retuerce bajo al viento caprichoso de la fortuna.  Pensemos antes que actuar; no neguemos a nuestros vecinos la ayuda; pero no cedamos a la locura. Yo digo guerra también; pero no hoy.- un murmullo se fue apoderando con fuerza de la sala segun avanzaba el discurso, y las ultimas frases se escucharon muy mal y solo a trozos- Vayamos a la guerra, pero segun creamos conveniente, no segun nos dicten los demás.  Afilemos la espada, apilemos las lanzas, preapremos las murallas. Botemos mbarcos, y vigilantes esperemos. Prudencia. No temamos a la guerra, pero no corramos a buscarla.
- !Orden!- pidio Antorax, pues ya el griterio impedia escuchar a Pitiro.
...- !Votemos hoy no a la guerra, para votar mañana si!- terminó este.
Meloté descendió con rapidez a la arena; y pidiendo  calma con un gesto de sus brazos; y le pido el testigo a Pitiro; mas como este dudase unos segundos, anonadado por la situación, se lo arrebató de las manos.
- ¿Debemos, como niños en las playas, ver nuestros castillos ser devorados por la marea? ¿Hemos de consentir imptentes a la matanza de mas alla del mar, preludio de la nuestra propia? ¿Debemos ser corderos ante el lobo? ¿Que honra, que virtud hay en esta decision que propones, Pitiro? ¿Quien luchrá pòr nosotros una vez ellos caigan y el Imperio llame a nuestras puertas? ¿Debemos ofrecer nuestras tunicas al ladrón, abriles las puertas de nuestras casas, y ofrecerles a nuestras mujeres? ¿Debemos ofrecer el cuello antes sus espadas? ¿Quien puede decir, después de lo que hemos oido hoy aqui que este hombre es uno de los Sabios?- gritos de aclamación, vivas y un tremendo estretpito se desato furioso, en oleaje, sobre el centro de la arena.
Pitiro pidio silencio con ambos brazos, pero este no exisitó hasta que Antorax asi lo requirió.
- Preguntas, y con razón, oh Melote el Sabio, cual es la virtud de esperar, y haces bien: yo mismo asi lo haria, si fueran otras las circustancias. Deberas perdonarme por mi estupidez, pero yo creia que la prudencia era una virtud, y la politica prudente una politica virtuosa.  Tu me preguntas si debemos ayudar, y yo te respondo que si, oh, Sabio Melote. Pero debemos de medir nuestra ayuda de acuerdo con lo que tenemos. Y lo que tenemos, es hoy en dia, bastante poco: ayudando sin cabeza seremos nosotors la que precisemos dentro de poco. Si una manada de lobos rabiosos asaltan nuestras tierras; y tu vas solo armado con una vara; corres al desastre y vas hacia la muerte: has dejado huerfano a tus hijos y sin sustento a tu viuda esposa.
Esperemos, pero no ociosos; aguentemos los embates con entereza mientras nos preparemos: reune a tu gente, adiestrala, armala, reune alianzas; fortifica ciudades: asi servirar a tu familia. Vete al pueblo y reune a los vecinos  y armaos bien; asi acabaras con los lobos y serviorás a tu familia. Ordenar que parta gente a la guerra sin preparase es lo mismo que desperdiciarla; y hacerlo a sabiendas es una ineptitud y aún peor, un crimen. Nada hay de valiente en caer en una celada por cabeza perdida.
- Hablas, Pitiro siempre de frotificaciones y murallas, mas ¿Quien las necesita? ¿Acaso cuentas conque el enemigo se plnatara ante ellas; y aún no ha comenzado la batalla? ¿No sera, mejor, que temes tanto a la batalla que correras tras ellas cuando suenen los cuernos?
- Yo he he vivido mucho, aunque no tanto como tu. Y estoy seguro de que has visto, como yo; a los mejores planes fracasar, a los mejores soldados caer, al escudo romper y la lanza astillarse. Has visto, como yo morir a hombres de lo mas valientes, de los mas fuertes; todo su valor y destreza no les sirvio ante un centenares de enemigos, ante el amigo que huye y abandona y traciona; ante el general que deserta y los arqueros que emboscan escondidos tras los matojos. Has visto como yo el veneno en las saetas y el hambre maar a dentelladas; has visto el calor abrsador y las heladas nevadas sepultanto jovenes. No tientes a la guerra; pues uno nunca sabe como terminara una vez la inicie. ¿No será quizás el propio Emperador quien juega con nosotros; y amenaza a nuestros vecinos para que vayamos contra él; y destruyendonos alli, pueda entrar aqui sin resistencia?
- Si entran aqui esos asquerosos barbaros-rpcalamó Meloté- !por mi barba que hallarán resistencia! !Espada en mano nos hallaran! Y si caemos,  lo haremos con honor. Pero... ¿Como te hallaran a ti, Pitiro? ¿Escondido tras las faldas de  tus señora? ¿O quizas con alguien que sepa su lengua, para pactar?- risas y abucheos demostraron quien  tenia la audiencia a favor.
- Dices que pelearemos todos, y sin duda asi será- !Tu no! se oyo entre risitas desde las gradas- Pero ¿Acaso lucharan las mujeres? ¿Lucharan los niños desde sus cunas? Es más ¿Lucharemos nosotros los ancianos? Aún mas ¿Lucharás tu Melote? ¿Sostendrán tus brazos el escudo y la espada? ¿Arrojaran la lanza? ¿Y tu, Sabio Drumé, que tanto gritas y tan dedicido te muestras..- dijo dirigiendose a un grueso compañero que estaba sentado en primera fila- ¿Acaso sostendras un arma?- y señalo el muñon de su mano izquierda- ¿Y aunque asi lo hagas, como sostendras el escudo para que proteja el flanco de tu compañero? Tal vez huya para luchar  otro dia- se oyeron pitos y silbidos- O tal vez, si, por que no , tal vez pacte. Pacte para ganar tiempo. Pacte mientras este en inferioridad, para luego romper lo tratado y echar los extranjeros al mar. Diez hombres no pueden competir con cien, por valientes que sean; no hay deshonor admitirlo, pues es la pura verdad. Esta bien ser león, pero para ser león hay que tener garras y melena. Pactemos ahora y confundamoslos, haciendoles pensar que tememos la lucha. Rearmemenos luego y destruyamsolos cuando los vientos nos sean favorables. Atacar a un enenmigo tan poderoso en su reino es avanzar hacia el desastre. Asi hablo Pitiro, hijo de Epino, sangre de dioses.
- !Si, pero de algun dios cobarde!- le reprocho alguien entre la multitud.
- Cobarde es no decir lo que se pinesa. Cobarde es esconderse en la multitud. Eso es cobardia. -repuso, muy serio.
El tumulto se convirtio en un vendaval. !Pactar! !Pactar! Eso era impensable. - ¿Como pactar? ¿ Mientras el enemigo aparece al otro lado de las murallas debemos pactar? ¿Es asi como defendias a tu ciudad, Pitiro, cuando eras soldado? ¿Haciendo pactos de esta naturaleza? ¿Como vamos a pactar antes de que estallen los combates? ¿Sin  un muerto aun en el campo, pactaremos? ¿Pero que indignidad es esa? ¿Es que los muertosa reposan en el camnpo, y debemos pacatar para recuperarlos y asi poder darles un entierro digno? ¿Eso propones, pactar? !Jamás! - gritó, saando un cuchillo de su cinto- !Si mi hijo hablase de pactar con el Zhumûd, le apuñalaria! !Si mi mano izquierda temblase, la cortaría! !Pacatr con los ladrones y los piratas! !Pactar con los escalvos y sus señores! !Pactar! !Jamás! !Yo digo Jamás!
Al unisiono, todos los miebrso del consejo se levantaron, y dando grandes voces, gritaron todos a una !Jamás! !Jamás! !Jamás!
Antorax dejo que el ruido se agotase a si mismo, y cuando se calmo el griterio, ordenó:
- Votemos. Aquellos que deseen la guerra, alcen sus manos.
Fue unanime.
Como el resultado de la votación estaba claro, dijo Antorax:
- Volvamos a votar;  y esta vez, hagase el recunto oficial, que venga el escriba. Pero para que no se manche nuestro posterioridad con la cobardia, ruego a Pitiro que abandone la reunión; si asi lo prefiere; y asi el resultado, será, de verdad, unanime.
- Sea pues- dijo este; y así obedeció.

No hay comentarios:

Publicar un comentario