domingo, 29 de enero de 2012

¿Quién?


Cuando cruzo la puerta del bloque de detención mi corazón palpita de nuevo con emoción, aunque no sé si de alegría o por el mono, o las dos cosas, pero que pare porque me está matando.
Mientras recobro el aliento doblado por el dolor, me viene a la cabeza lo bien que mucho que me conviene que Salvor sea un hijo de puta sin escrúpulos megalómano y con delirios de grandeza. Este tipo de personas esta tan asustada con la posibilidad de perder el poder que ostentan que hacen de todo para conservarlo, incluso llegando a hacer cosas que finalmente ayudan a su derrota. Y teniendo como tenia tanto miedo a un golpe de estado militar, se guarda en la manga una as en la manga, un as que pude utilizar en su contra. Pero es un tipo listo que se cabrea rápido, y seguro que ya trama algo y yo no tengo tiempo que perder y el corazón se me sale por la boca y tengo el vomito en la punta de los labios y los pulmones no dan abasto y la cabeza me estalla  y el dolor me sacude y yo no…
-       ¡Eh, tú! ¡Policía, policía! ¡Aquí! ¡Socorro! ¡Por aquí! ¡Aquí!
No creo que venga nadie, pero los que si viene son los demás trabajadores, que primero me miran con  curiosidad y luego con mas asco que miedo, pero lo superan rápido y comienzan a tenerme mas miedo que asco, sobre todo cuando engancho a uno de estos putos mierdas por el cuello y le restallo la cabeza contra el pico de una mesa, el resto echa a correr entre grititios que poco más que dan pena.
Por si acaso no lo han entendido engancho a otro, a un subnormal  al bastante gordo y calvo, y le hundo el puño en el hígado, cuando el dolor le dobla, le pateo la cara y lo mando al suelo.
Ahora ya no hay dudas. Huyen todos como ratas. La masa es fuerte, el individuo débil.
Doy voces y gritos mientras corro detrás de ellos y voceo todo lo que pudo.
Pero desgraciadamente llego hasta ellos, y sin pensar mucho me tiro entre ellos y comienzo a repartir estopa con codos, piernas y cabezazos y mordiscos, pero acabo de cometer un error. Ellos son muchos y comienzan a responder al desesperada, y me llueven hostias de todos lados. Saco la navaja y la hundo en el cuello del hijo de puta que tengo más cerca. Estoy seguro que nunca han visto un arma así, y el terror a la muerte les vuelve a dominar y salen todos por patas.
Estúpidos.
Con su número, hasta ellos podían haberme ganado fácilmente.
Pero ya no son más que ovejas ante el lobo.
Pero la sensación de victoria me embarga, y presa de lo fácil que resulta, engancho a otro más y lo arrojo contra el suelo. Caigo encima suyo codo por delante, tratando de alcanzarle en la columna y observo un rato mientras se retuerce de dolor e implora clemencia.
-       ¡Grita más alto, dilo más alto hijo de puta! ¡Grita más!
-       Por favor… Por favor…
-       Estas muy serio. Necesitas cambios en tu vida- digo mientras le enseño la navaja.- Desprenderse de coas inútiles. Esto por ejemplo- y le rebano el lóbulo de la oreja. Como chilla el maldito.
Pero de pronto…
El gira el rostro y entonces, algo se rompe en mi interior.
Por un instante, en su cara no veo su rostro real o imaginado, sino al hijo de puta de Salvor. Solo veo a Savor en su cara.
-       ¡Salvor! ¡Salvor! ¡Salvor! – grito aullándolo como un lobo. ¡Muere hijo de puta! ¡Muere!
Como una marea de ardiente lava a través de mi cerebro, mi cabeza se calienta y no reacciono por un instante, pero un segundo después todo se quiebra como un millón de cristales rotos- clinc, clinc, clinc- y ya no veo más.
Mi navaja se hunde, clava y vuelve a subir entre palpitantes agonías, sube y baja, desgarra muerde clava y tironea , corta y rasga, y de pronto o no de pronto, quizás más tarde o quizás nunca o quizás nunca importo o quizás si y ya ni me importa o si o no o no sé, pierdo los poco humano que queda en mi, o lo poco animal que hubo en mi, o lo recupero lo poc divino que siento que me pertenece por derecho, por nacer en un universo de múltiples galaxias y  flagrantes estrellas y candentes agujeros negros de insólitos quehaceres, y ya no veo más que sangre que se desparrama, piel que cede y músculos que se desgarran.
-       ¡Salvor! ¡Salvor
Pero no es suficientemente rápido, no amigo no, y quiero mas mas rápido , que muera antes y que sufra mas y que muere después y sufra mas pero que sufra- sufre, sufre. Sufre- porque quiero que sufra, que sufra , que sufra como está haciendo ahora y estará después y sufrió antes,  y la navaja sube y abaja al compas de su pecho que sube y baja como un órgano y demuestra que está vivo, que sufre pero no lo suficiente, que sufre pero no bastante todavía, que sufre pero podría sufrir mas y mas tiempo, que sufre y ha sufrido y sufrirá.
La navaja se hunde una y otra vez, pero no es suficientemente rápido.

-       ¡Salvor!
Dejo la navaja.
Con un grito de ira- uno más, mil más,  Dies Irae- mi boca desciende tortuosa a su cuello, y mis dientes desgarran su carne mientras paseo mi lengua lasciva alrededor de su cuello sabroso y mis manos se enroscan en su cuello y tiran de él en todas direcciones, haciéndolo crujir como un no se qué cruje, me aupó encima de su tronco, a horcajadas para atacarle mejor, para que ninguna fracción de su cuerpo se salve. Se salve, se salve, Salver, Salvor- y aun palpitante trozos de jugosa carne se caen por mi esófago mientras no doy abasto, no puedo dar más a morder, masticar, tragar.
Pero por fin aquella locura me vence y por fin todo cede a mí alrededor. Cuando pedazos de su lengua aun pegajosa recorren mi garganta y el shock que me sacude me permite recuperar el dominio de mi mismo.
Me levanto y miro abajo, y Asqueado de mi obra, mis piernas se aflojan y mi espíritu y mi estomago ceden y su contenido se derrama sobre el suelo mis rodillas se doblan y mi cabeza queda casi a ras, oliendo aquella putrefacta mezcla.
Un mar tenebroso que no puedo evitar ver por el rabillo de mis ojos y por segunda vez expulso de mi cuerpo todo lo que contiene, haciendo que me derrumbe y allí quedo.
Un sudor frio me empaña la ropa y asi, húmedo pero renqyueante, llego a una conclusión:
He de dejar las drogas.
No estoy mal.
Solo necesito que el mundo deje de girar.
Por fin me levanto, y tambaleándome, me dirijo a trompicones al ascensor que tengo enfrente.
Laboratorio, por favor.
Una hilera de científicos y sus jodidos tratos juegan a ser dios con sus probetas, sus mercurios, sus alcoholes etílicos y sus mecheros. No me hacen caso al entrar, pero pronto comprenden el error.
Aulló para ganarme su atención mientras, para mejorar la cosa, mi mano derecha apaga y de repente enciende la luz para generar ambiente.
Gracias.
Cuando se enciende de nuevo, lo primero que ven es a un tipo cubierta de sangre y con una cabeza cortada en la izquierda y el cuchillo sediento en la otra.
No debe de ser agradable, y menos para este hatajo de mierdas. Sus griot de pánico y sus cómicas huidas revelan que mi golpe de efecto ha resultado eficaz. Esto me recuerda porque me enamore de las drogas. Sacan lo mejor de mí mismo y ayudan a pasarlo bien.
Recorro las salas a saltos, mirando para todos lados, amenazante y a gritos mientras…
-       ¿Buscas algo aquí, forastero?
Quién…
No puedo creer que…
Me giro.
¿Pero quién coño es este gilipollas?
-       ¿Pero qué coño te pasa, gilipollas?¿O es acaso que quieres verte los intestinos a la luz de los fluorescentes?
-       Para estar loco hablas muy bien. Tus trucos de feria quizá asusten a algunos- dice señalando con el pulgar a los que huyen- pero no a alguien como yo. Yo he visto cosas que no creeríais. He visto edificios en llamas arder en el espacio. He visto  el rayo verde en el círculo polar. Yo conozco la guerra. Y si no me crees, solo tienes que intentarlo. Vamos, ven.
No se dé qué coño va este tipo, pero si se lo que no es. Y no es un tipo duro, por más que lo intente aparentar. Tiene una cara de palo, una chaqueta cojonuda y nada más. Esta fibroso y delgado y es alto, en absoluto como los otros, pero aun asi no tiene nada que hacer contra mí. ¿Será una trampa? Desconfió.
-       ¿Qué pasa? ¿Te doy miedo? Vaya un psicópata ensangrentado. Vamos. ¡Vamos! A-que-coño-esperas. ¡Vamos! ¡Vamos!
Este tipo está loco, mucho peor que yo y yo tengo entre mis muchos defectos que no tengo paciencia alguna. Pero no lo termino de ver claro, quizás sea una trampa de Salvor, y cara a cara no tiene nada que hacer, pero y .. ¿si es un tipo listo?
Me rio.
-       Gilipollas. ¿No reconoces a la muerte cuando la ves?. Es hora de que comprendas porque le temes a la noche.
Ya estoy harto. Con una mano agarro una probeta llena de algo humeante y se la tiro a la cara. Es una trampa, una distracción para llamar su atención mientras me tiro a saco adelante navaja en ristre.
Pero de pronto la probeta frena en el aire y se detiene. Queda allí inmóvil, mientras yo también freno…
La probeta se detiene. Yo me detengo. El tiempo se detiene. Todo se detiene.

Mi nombre es Dalek. Soy el Señor del tiempo.

http://www.youtube.com/watch?v=HOVGyFlJxWE 

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