lunes, 6 de febrero de 2012

Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb

¿Pero qué cojones?
Mi puño se dispara hacia sus dientes.
Pero…
Él…
Ya no está allí.
Con la sorpresa no controlo mi inercia, y me desequilibro hacia adelante.
Una tremenda patada me alcanza en la espalda y me tira de bruces encima de una de las mesas.
Me doy la vuelta como un rayo mientras me abalanzó sobre él. Esta vez no puedo…
No lo necesita.
Con un simple gesto de su mano, me quedo clavado en el aire.
Durante unos instantes que me parecen eternos, escucho los latidos de mi corazón.
Por un instante.
Un instante después su puño arranca lágrimas a mi boca.
Me desplomo. Justo al lado de una probeta de ácido rota.
Él, que es muy duro me mira desde arriba, con sus aires de chulo de putas, pavoneándose y perdonándome la vida con su mirada y su chaqueta de macarra de barrio.
Me levanto de un salto. Tendrá que darme mucho más fuerte si me quiere tumbar.
-       Por mucho que te levantes…- respira como si estuviera cansado- te volverá a pasar lo mismo. Controlo el tiempo. Comprendo que este concepto se escape a tu pobre comprensión, pero bueno, ya sabes lo que se dice: “A niveles altos, no existe diferencia entre la magia y la ciencia”. Haznos un favor a todos y quédate en el suelo. ¿Eh?
-       Muy bueno, el discurso. Seguro que eres el terror de las nenas en el colegio, ¿Eh?. Pero dime una cosa, gilipollas. Si es verdad que manejas el tiempo, dime ¿Qué voy a hacer a continuación?
Me mira un instante, vuelve a respirar como si estuviera cansado y menea la cabeza, el muy subnormal.
-       Vas a apuñalarme, o mejor dicho, a intentar apuñalarme con el trozo de vidrio de la probeta que recogiste hace unos segundos del suelo mientras intentabas distraerme hablando. ¿Verdad?
Me quedo asombrado.
Me rio nerviosamente.
Él se ríe.
Yo me rio más, más fuerte.
-       Eres bueno, tío,, eres muy bueno…
Él se ríe más todavía.
-       Pero no manejas el tiempo- dejo de reírme y abro la mano, esta vacía- Fingí coger el trozo de cristal para ver tu reacción. Aunque, si te digo la verdad, nunca creí de verdad que manejaras el tiempo. Un tipo con esa cara, con esa chaqueta de mierda… ¿Además, si manejaras el tiempo, qué coño ibas a trabajar aquí? ¿Por qué no eres el alcalde, en vez de Salvor? ¿O millonario? ¿Por qué llevas una chaqueta de imitación de piel en vez de cuero autentico?  ¿Eh? ¿Soplapollas?  
Se le acabo la risa.
-       Bueno, bueno, australopiteco. Tenemos al mono listo de la manada. Puede que no vea el futuro, pero si te vaticino una cosa: vas a morir. Lenta y dolorosamente.
-       Pues sí: como todos. Lenta y dolorosamente. Pero tú, no. Tú vas a morir ahora. Rápida, pero aún más dolorosamente.
-       Hablar es fácil, insecto.
-       Cierto. Es hora de que se levante el telón.- me arranco los harapos que me quedan el pecho. -  Ha llegado tu hora.
Sin más, levanta su mano hacia mí.
Pero hasta ahora, el solo ha respondido, replicado a mis ataques, ha esperado que yo actuase para hacerlo el. Veremos que hace si la iniciativa es suya, mientras calibro mi siguiente paso.
No es muy original.
Corre hacia mí y se abalanza como un león en celo.
Mi puño no conecta más que una sombra.
Ha vuelto a desaparecer…
Que sorpresa.
Le engancho una coz con todo que lo destroza contra la mesa.
Me giro. Lo único que ha hecho ahora es tele transportarse.
-       Nunca se utiliza dos veces el mismo truco. – digo un segundo antes de tirarme con el codo por delante.
Pero es un mal movimiento.
Mi codo pega en el suelo desnudo y por poco me lo rompo. Mientras me cago en la puta, el tío reaparece, justo encima mío, mientras uno de sus brazos rodea mi cuello y la otra rodea mi pecho, y sus piernas enredan a las mías. Intento moverme, pero en ese instante, una descarga eléctrica me deja seco. El muy hijo de puta…
El muy hijo de puta se ríe como una puta vieja y loca.
-       ¡Ji, ji, ji! ¿Qué te pasa, monito? ¿No te gusta la tormenta? – otro trallazo- ¡Monito tonto! ¡Monito tonto! ¡escóndete! – otro más- ¡Escóndete! –otro más- ¡Escóndete en el árbol! ¡Ji, ji, ji!
Los trallazos me han dejado seco, incapaz de moverme o de pensar. Lo único que veo ahora son ovejas eléctricas, saltando de dos en dos. El muy hijo de puta juega con ventaja, con algo escondido en la palma de su mano. Pero las cosas se pueden poner peor…
Mucho peor.
Algo suena de forma extraña, pero sobre todo, gira, en el dorso de su mano y apunta directamente a mi cabeza, entre mis ojos.
-       ¿Sabes? Hay toda una serie de prejuicios irracionales sobre la lobotomía. A nadie le importa operarse del estómago, o del intestino, pero el cerebro tiene todavía un aurea sacra.  Acojona que te lo toquen, ¿Verdad? Bueno, bueno, bueno. Tu puedes considerarte un hombre adelantado a su época. Lobotomía frontal del lóbulo occipital sin anestesia . Vas a entrar directo, directo  a los anlaes de la ciencia. Vamos allá.-
Lucho con todas mis fuerzas, pataleo, forcejeo con mis brazos, pero es inútil. Las descargas me han dejado sin energía, que ironia. Y el puto destornillador- que es lo que es esa cosa- sigue recto, recto hasta mi cerebelo, con un particular zumbido.
-       ¿Oye eso, señor Anderson? Es el sonido de lo inevitable. Es el sonido de su …muerte. Adiós, señor Anderson. 
Pero juego mi última carta.
Cuando la broca avanza hacia mí, hago algo completamente inesperado. Avanzo hacia ella con mi cabeza. Lo cojo de improvisto, y antes de que pueda reaccionar, giró el cráneo hacia abajo a toda prisa. Antes de que pueda reaccionar, la broca pincha en hueso y resbala por la curvatura del cráneo  hasta salir escupida hacia arriba. Me hace un tajo de cuidado y una buena hemorragia, pues la zona del cabello sangra mucho, pero nada serio.
Por un segundo, él se queda perplejo, y no reacciona. Solo necesito eso. Ahora que el dolor y el olor a sangre me han despertado de nuevo, me libero de su abrazo y mi mano engancha su muñeca dirigiendo a la broca hacia su ojo. Aunque se recupera a tiempo y forcejea todo lo que puede, no puede evitar que mi superior fuerza se la hunda hasta el fondo en el hombro.
-       Lo siento, amigo, pero tengo que abrirme.- le escupo mientras retrocedo y me apoyo en una de las mesas a recuperar el aliento.  Me hubiera gustado terminar con esto aquí Aún estoy mareado por las descargas, y no quiero correr riesgos innecesarios. No sé de qué es capaz este hijo de puta, y menos cuando le han metido medio kilo de plomo por el hombro. Y además, aún tiene la mierda esa de las descargas en la mano.
-       ¡Vamos levántate, saco de mierda! ¡Sé un hombre y muere de pie!
-       Fantástico. – dice el, absurdamente sonriente, mientras se levanta tambaleante.- Pero este traje- dice señalando una especie de neopreno que lleva debajo de la chaqueta- no puede ser atravesado ni por todas las hordas de Gengis Khan. ¡Y créeme, lo intentaron! –se ríe un rato, imitando a un villano de segunda de serial radiofónico victoriano. Gilipollas. – Oh, pero te veo desilusionado, monito. No pasa nada, no pasa nada, Otra vez será. No vivas en el pasado. – si lo que quieres es que me ponga furioso con los insultos y te arranque la cabeza de cuajo, lo están consiguiendo magníficamente, gilipollas. De verdad que sí. – Eres un mono listo, pero para un ser humano, no hay diferencia entre el mono más listo y el resto de ellos. De todas formas, te voy a enseñar algo que tu pobre cerebro no podrá entender. Mira. Fíjate bien…- agarra una barra de hierro, una especia de tubería o algo así de una de las mesas y la hace oscilar. Me tenso. – O no, no , no, amigo, no tan simple. Fíjate bien. – de repente, la hace girar entre sus dedos, y la vuelve a agarrar; y la vuelve hacer girar… salvo que este vez no la agarra y la barra sigue girando sola, a cada vez más velocidad, en el aire.- Et voilá! Telequinesia.
-       Telequinesia ¿Eh? ¿Tan gilipollas me crees? Eso no existe.- digo sin dejar de vigilar la barra. Seguramente un truco con imanes, y se hace el moñas.
-       Quizá si, quizá no, pero…- respira hondo. La barra se detiene. Luego comienza a girar, aún más rápido.- Se lo que estás pensando. Un truco con imanes, ¡Eh? Bien… ¿ Y la probeta de antes?
Tiene razón.
La barra ya no puede girar más deprisa. Retrocedo. Ya solo es un círculo marrón con un zumbido.
Me tiro al suelo, una milésima antes de que me arranque de cuajo la cabeza. Hijo de puta… Eso cambia las cosas. Mucho. Se acabó una pelea cara a cara.
Antes de que pueda reaccionar, salto por encima de las mesas; me agacho   y me escabulló como una serpiente por debajo de ellas y arrastrándome pasó de una sección a otra como una rata.. Si me quiere, que me busque.
-       ¿Ahora que, Neanderthal? ¡¿Me oyes?! ¡Eh! ¡Donde cojones estas? ¿Vuelve aquí y lucha como un hombre!
-       Prefería que vinieses tú aquí y peleases como un yonqui. –de todas formas, ya me ha ascendido de australopiteco a neandertal, algo es algo.
Intenta perseguirme, pero no es ni por asomo ni la mitad de ágil que yo y comienza a tirar mesas y el material de encima, desparramando bases y ácidos por todas partes mientras grita y aúlla y lanzando cosas al zar para asustarme y que salga, pero no pico.
Comienzo a pensar con rapidez. Me estoy alejando de él, pero para acabar tendré que acercarme de alguna manera. Aunque la mierda esa del traje… tendré que pensar algo, y rápido. Miro en derredor, buscando cualquier cosa que me sirva. Esa etiqueta...C2H6O... Si.. Quizás eso me sirva…
Cojo un trozo de metal de suelo y lo tiro con fuerza con las paredes de metal de las mesas, haciéndolo restallar con fuerza.
Tal y como estaba, se gira con satisfacción, seguramente alertado por algo de su equipo que capta los ecos, moviendo sus ojos en esa dirección. Con todo el estruendo que ha montado, no me ha oído acercarme.
De un salto me pongo a su espalda, aun par de metros de él. Al oírme se gira como un rayo, pero mi mano le arroja algo a la altura de la cara. La probeta le tira algo de líquido a la cara. Y con las heridas y cortes que tiene, que te caiga alcohol etílico en ella no debe de ser divertido. Chilla como el puto maricón que es un rato, el suficiente como para que me acerque y le sacuda con la rodilla a la altura de las costillas flotantes. Sigo mi trabajo sacudiéndole en el hígado, pero la mierda esa debe protegerle bien, porque se recupera bien y me separa con un brazo, justo antes de que un trozo de chatarra impacte sonriente en mis tripas. Pero no cedo, y me tiro hacia adelante cabeza por delante. A esta distancia no puede hacer nada, y aunque algo me frena de con el impacto le saco el aire del estómago y me caigo encima con el encima de una de las mesas. Saco la navaja, él se tira y me agarra la muñeca con las dos mano mientras le meto de hostias con la zurda, pero el sigue agarrado a la desesperada, que es lo que yo esperaba. Mientras él se ceba con la diestra.- se tira a morderme y todo- yo muevo la otra cómodamente y aprieto el botón adecuado. Una llama azul de gas sale de pronto, y se siente naturalmente atraída por el goloso líquido que aun exuda su cara, lo justo para tirarse en festín encima de ellas.
Me retiro mientras aspiro el maravilloso olor a hamburguesa:
-       Humpfff! I'm lovin' it!
-       Yarrrrrrrgh! – aúlla pataleando
-       Vaya, hombre, vaya; parece que el mono  aun domina el fuego. ¡Eh? Eso me recuerda…- digo mientras acerco uno de mis cigarros a su cara y lo enciendo- ¡Por cierto sabes el chiste del hombre entre dos vallas? ¿No? ¡Vaya, hombre, vaya! – Mi navaja corto mientras el cableado de detrás del traje, y tal y como supuse, allí donde se junta el cable y el traje no hay, .lógicamente, blindaje. Mi navaja penetra como en la mantequilla en la preciosa zona lumbar, que salvo la columna, carece de huesos pero no de zona interesantes como los riñones.  El tipo aúlla más, pero que no se gaste, que aún le queda más por gritar. Le tiro patas arriba y me subo a caballo encima de su pecho mientras le hostio a placer a dos manos.
-¿Sabes' Como diria Madame Curie, tenemos mucha química.

Pero…
Algo se rompe en mi interior. Siento como si una mano helada se posase en mi hombro, y tirase de mí, pero no me atrevo girar el rostro  o a mirar hacia atrás, y un terror súbito se apodera de mí. Comienzo a temblar entre espasmos y todo gira y da vueltas y de pronto…
De pronto su tacón me sacude en la cara y me tira de espaldas y se borran las ensoñaciones. Gracias.
-       ¡Desde el corazón del infierno, yo … te apuñalo!- escupe mientras activa algo en su brazo – Con todo el odio, te escupo mi   último aliento!
-       ¡Cállate, friki! – digo a la vez que le tiro la navaja a la cara. Vaya, que suerte, el engancho en un ojo. Un grito rompe el aire. Pero no será el último. De eso me encargo yo. 

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