sábado, 9 de julio de 2011

It Came from Outer Space

La ruta principal estará probablemente bloqueada y hay lugares (demasiados) idóneos para una emboscada, tomare una ruta alternativa, en forma de c invertida. Me pongo en marcha, con una mano en el volante y la otra sosteniendo un arma encima del capo. Pero acabo de descubrir un error, un error grave, en mi caso, un error quizá mortal. Al retransmitir esta señal hacia la nave, soy fácilmente detectable y rastreable por triangulación. Corto la transmisión. No. La enciendo de nuevo. Una vez cometido el error no hay ya vuelta atrás. Es cara o cruz. Cuando llegue con mi nave no pase precisamente desapercibido. Cualquiera que tuviera los instrumentos adecuados sabe de mi presencia. Y si mis sospechas se confirman, eso es más que probable. Mi primer objetivo será descubrir quien apago los generadores. Lo normal en el caso de que ocurra una desgracia es que siguieran en activo, porque no queda nadie para apagar los principales, y estos solo se pueden apagar manualmente. Sería demasiado peligroso que se pudiera hacer automáticamente. Mi escáner no lo revela, pero es cuestión de tiempo que mi ordenador combine mapas informáticos con la disposición de la estación y lo calcule en segundos. Ya esta, con un 87% de posibilidades. Justo en el centro de la estación, según parece. Empiezo el traslado hacia ellas, dado que obviamente no funcionan ascensores no montacargas. Gracias a Dios, descubro un pequeño vehículo montacargas que me permite trasladarme mucho más rápido. Tras un largo trayecto llego al bloque central. Es cierto que no he visto a nadie, ni nada conectado, pero tampoco he podido registrar (y en eso si me he fijado) ningún rastro de violencia, ni ninguna situación anómala. Pero no he visto signos de evacuación. Todas las naves, tanto principales, como secundarias, están en el hangar. Y las naves, a su vez, están vacías. Pero repletas de carga. Lo he comprobado. Y los registros informáticos no revelan ninguna salida anómala. Tuvo que ser algo repentino, completamente inesperado, y que llegase en unos segundos, y terminase tan rápido como llego.
Acelero a fondo, cruzando los pasillos a gran velocidad, uno tras otro, Mi arma respira ansiosa, buscando objetivos. Cada nueva esquina mer acerca al puerto, a la salvación. 2000, 1500. 1200, 100, 800 metros… las distancias se reducen. Estoy cada vez más cerca. Cerquísima. Pero no me gusta este silencio total. Doy un rodeo más largo, por una zona más segura. Pero algo estalla en mi pantalla. De pronto, un sonido “bip”- Un eco, y se apaga tan pronto como surgió.
Acelero más. Pero mi propia estupidez me ha jugado otra mala pasada. Al acelerar mas a la desesperada, con mi mente embargada por el horror de una imaginación desbocada; un pedazo de chatarra que no veo, un golpe brutal a la velocidad que llevo; y salgo despedido mientras el coche se golpea contra las paredes. Mi cabeza rebota contra el suelo, y mientras giro en redondo, de nuevo ese aterrador sonido, otro “bip”. Me levanto y alzo el arma hacia el imaginario de mi horizonte. El “bip” se acerca. Se acerca desde justo enfrente a mí. Mi mano tras círculos imaginarios, mientras tiembla y mis ojos tratan de escudriñar la oscuridad impenetrable del pasillo. Y el “bip”, desafiante, se acerca aun más…
Mis instrumentos enloquecen, o quizá sea mi imaginación, cuando de pronto detectan lo que llevo buscando Dios sabe cuánto. Una señal eléctrica, eléctrica, eléctrica ¡Por Dios! Sea lo que demonios sea lo que tengo allí delante, funciona con electricidad. Robots, tiene que ser robots. No hay más. Oh. Dios Mío, no me abandones. Aun enfrentado al horror sin alma, protégeme de la obra del Hombre. Dios creo al hombre a su imagen y semejanza, pero ¿A semejanza de quien fue engendrado esta despiadada maquina asesina, que se acerca, que proyecta su sombra asesina sobre mí?
Mis instrumentos hablan de aquello (sea lo que sea que significa esta palabra) se mueve en planos diversos, se retuerce sobre sí mismo, acelera, frena y gura con pavorosa facilidad. No sé que esconde, pero lo averiguare con mi arma.
Los disparos iluminan el pasillo, pero no veo nada, y mis instrumentos revelan que aquello continua avanzando, hasta estar ya casi encima mío. Más fuego brota del arma, en un fútil intento. Giro sobre mis talones y huyo por mi vida. Y cuando miro por encima del hombro una última vez, veo algo al fondo, algo… amarillo, un pinto luminoso. Con un grito de rabia homicida me sobrepongo a mi horror y disparo de nuevo. Esta vez no fallare. No lo he hecho. Sea lo que sea, la luz titila, estalla y desparece. Un suspiro escapa de mis pulmones.
Enderezo el vehículo, que por fortuna no tiene graves daños. Me monto, lo arranco y compruebo entusiasmado que la reparación automática está intacta. Acelero a fondo ametrallando el motor. Salgo disparado como un obús hacia la salida, que está a apenas doscientos metros. Pero de pronto, el motor se para. De repente, todo deja de funcionar, como por arte de magia. No consigo arrancarlo ni con los de reserva. Pero mi armadura, de momento, sigue funcionando. Y de nuevo, un “bip” en mi pantalla, esta vez a mi espalda. Quizá no lo hay reventado como pensaba, o quizás sea otro o quizás… demasiados quizás y muy poco tiempo. Me giro por encima del asiento y disparo una y otra vez en su dirección. Pero…
Otro “bip” este delante mío, muy cerca. Giro de nuevo y... Dos más, una por cada flanco. Mi mirada gira como un péndulo de un lado a otro. El d mi espalda, me giro… Tres “bips” mas por delante. Estoy completamente rodeado, sin salida. Caigo de rodillas. Dirijo mi mirada a la pantalla y rezo. Y en la apoteosis final, toda la pantalla enloquece, se vuelve amarilla por completo y los oídos crujen al oír “bip” repetido un centenar, un millar, un trillón de veces. Toda la bóveda se ilumina de pronto ante mí y me revela… mi completa indefensión. Nunca imagine que mi fin fuera a la vez, tan hermoso y despiadado. Polvo eras y polvo serás. Cuánta razón. En el nombre de Dios, el Misericordioso.

1 comentario:

  1. Sienta genial estar de nuevo al frente de la nave. !Vyamos con la nave del misterio!

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