Federico se tiró
directamente a la yugular, sable en ristre, poniendo la hoja en perpendicular
al cuerpo, y así comenzó todo (de nuevo).
Lutero ataco blandiendo el
catalejo como un bate; Varo respondió a su vez trazando círculos con su hoja:
en un segundo ya nadie supo quién era quien, entre el revuelo de maldiciones,
golpes y patadas; y mucho menos cuando Vlad sacó las garras y decapito a Maquiavelo
con un corte de tijera precioso; desparramando sangre y sesos por doquier, por
lo tanto parecía absurdo que Argo se
pusiese a gritar como lo hizo con aquella vocecilla suya:
- ¡Pax!
Era inútil. Ya Bruce la
había arrebatado el catalejo a Lutero y roto la nariz (con un solo, único y
patentado movimiento de puño-martillo) ya Varo había agarrado dos cabezas (una
a cada brazo) y repartía codos y rodillas de manera generosa y altruista entre
ambas dentaduras, ya Alonso había utilizado la escuadra y cartabón para
degollar a…
Y entre aquel maremágnum de
gente dándose cariño a grandes voces de pronto toda la habitación giro en el
sentido estricto de la palabra, y el techo paso a ser suelo y viceversa, y a la
inversa; y todo tembló cuando los cristales reventaron y los fluorescentes
explotaron y mesas y sillas volaron por doquier, golpeando como granizo
encrespado.
Tan rápido como vino, todo
volvió a su ser sin más: un segundo tan solo después el suelo estalló en una
violentísima explosión, y todo se marchó de su vista.
Cuando volvieron a abrir los
ojos, ya no había paredes, ni techo, mesas ni bar: todo cuanto había era mar,
aguas en todas las direcciones de la noche, eso era todo lo que se veía.
- ¿Pero
dónde estamos?- pregunto alguien, confuso.
- ¿Y
por qué no nos hundimos?- pregunto otro aún más confuso que el anterior.
- ¿Y
este viaje será gratis?- inquirió otro aún más confuso que los otros dos.
- ¡Silencio!
Al fondo, como si fuera un gran
escenario, vieron acercarse algo flotando, algo masivo y plural, aunque a esta
distancia no podría decir que era o de que se trataba, pues su forma era muy
extraña. Aún alejadas, se escuchó una voz, una voz como de otro tiempo, con una
epiquez desmedida, y aquella voz comenzó:
“Al comienzo del tiempo, cuando solo
había cielo y agua y aún no existían la luna ni el sol, la tierra ni el árbol,
la estrella ni el pájaro, la bestia ni el hombre…los poderosos del cielo
decidieron crear el mundo.
- Los
poderosos del cielo flotaban sobre las aguas, iluminados por una luz difusa que
brotaba de sus cuerpos cubiertos con plumas azules y verdes, y en medio de un
profundo silencio. Se llamaban… (redoble de tambor) ¡LAS EMPLUMADAS SERPIENTES!
- ¡Las
emplumadas serpientes!- dijeron todos al unísono.
- ¡LAS
EMPLUMADAS SERPIENTES! ¡Con mayúscula!
- ¡LAS
EMPLUMADAS SERPIENTES- gritaron de nuevo todos.
- ¡Bien!-
termino la voz.
- Que las aguas se abran! – ordeno una voz que
era a la vez una y trina, como un xilófono en el esqueleto de un mamut.
- ¡Que
la luz se haga!
- ¡Que
la tierra aparezca!
- “Entonces
se separaron las aguas y asomaron las grandes montañas, y entre las montañas
los valles, y en los valles la hierba. Corrieron los ríos y rodaron las
piedras, se abrieron cavernas, surgieron árboles que se convirtieron en
bosques…” y así, las emplumadas serpientes lo crearon todo hace cinco mil
setenta y siete años mortales, exactamente. Y dispusieron fósiles por toda la tierra para engañar a los futuros
humanos y así poder condenarlos por toda la eternidad por blasfemia si negaban
esta sacra verdad, pues las emplumadas serpientes se alimentaban de sangre. Y así
será por los siglos de los siglos, en el nombre de Tezcatlipoca © (Norte), Xipetótec © (Este), Quetzalcóatl ©(Oeste),
Huitzilopochtli © (Sur).
- ¿Por
qué habla como Constantino Romero?- le pregunto Argo a Varo.
- No
lo sé. Quizás…
- ¡Silencio!
Sus espíritus aleteaban
sobre las aguas, flotaban disperso:, y meneaba la cabeza de un lado a otro,
como si estuvieron muy enfadado por algo. Por fin, la que estaba en el centro y
parecía más vieja y más sabia, comenzó:
- ¡Así
pues, nosotras creamos el espacio, el tiempo y todo cuanto existe y es.! ¡Nosotras
somos las que somos!
- ¿Pero
quién sois vosotras?
- ¡Nosotras
somos la que somos! ¡Silencio!- y de su boca vomitaron rayos que hicieron
temblar al mundo.
- ¡Jo!
¡Deben de ser Godzilla!
- ¡!
Ahora el Universo llora, carcomido en sus entrañas por el fuego que abrasa,
pero no consume! ¡El tiempo, la gran Madre de todos menos nosotros, está roto!
- Pero…
si vosotros creastis el espacio y el tiempo… ¿Qué hacías antes?
- Creando
un infierno para los que hacen esa pregunta- y le fulmino con la mirada-
Literalmente, una cabeza salió volando
diez millas náuticas más allá- ¡Prepárate a conocerlo, infiel!
- Bien,
como decía...el tiempo se acaba de fracturar. Todo el universo se lamenta por
ello. Ráfagas de energía no euclidiana
azotan toda la Creación, confundiendo los tiempos, desmadejando la esencia
última del Universo. Su procedencia no es desconocida, pero si podemos deducir
donde está la ruptura. ¡Por ello, necesitamos un grupo de elegidos que repare
la corriente temporal! ¡Pero atendednos bien! ¡Los que quieran probar, deberán
superar una prueba! ¡Y quién la falla, descenderá a las profundidades
abismales!
- Pues
yo pienso que para ser serpientes emplumada no son muy divertidas- susurro
Argo.
- Bueno,
quizá eso pase el último dia…
- ¡Bueno!-
dispusieran ellas con su bífida lengua- ¿Quién entre vosotros se enfrentará a
la mortal prueba?
Nadie dijo nada, ante la perspectiva
nada agradable de visitar a Belcebú, señor de los Avernos y los catarros
invernales.
- ¿Por
qué no mandamos a Alonso? ¡No se puede defender!
- El
que combate con inteligencia combate dos veces- aprobó Bruce.
- ¡Sangre,
sangre! –chilló Vlad, y todos interpretaron que quería decir si, si.
- ¡Pues
hale, ya hay voluntario!- dijo Varo, desnudando la espada y empujando con la
hoja al matemático.
- ¡
7x
= 21!- chillo desesperado cuando los otros cuatro lo agarraron en volandas y lo
arrojaron a los pies de las Emplumadas Serpientes.
- ¿Eres
tú, apestoso mortal, el voluntario?- le preguntaron una y tres voces.
- ¡
9x-9+108x-6x-92=16x+28+396 ¡
- Tomaré
eso como un si.
De pronto, las tres
Serpientes emplumadas hicieron girar sus inexistentes manos, y con un simple
pase, el mismo cielo se abrió y revelo una pequeña puerta, a todas luces,
dimensional, y en el dintel se veía una inscripción:
- ¡Resuelve
la inscripción, y vivirás, fracasa, y tú, y todos los demás, moriréis!
- ¡Eh!
¡¿Por qué tenemos que morir todos?
- Sois
un equipo- se volvió hacia Alonso- Elige bien.
Alonso se acercó tembloroso,
y de rodillas, se arrastró delante de la puerta, y miro y remiro y no vio nada.
En ese instante preciso apareció la luna en todo lo alto, y de pronto, un
relámpago de luz cruzo de parte a parte el dintel, y la inscripción se reveló,
y además se vio una pequeña figura de la muerte entre ambas frases. Leyó en voz
alta:
- Ennyn
Duryn Aran Moria. Pedo mellon a minno.
- ¡Eso
es! El tiempo se agota mortal. Tu decisión, o tu vida, en un minuto.
- Sesenta
segundos de combate bravío- trono épico Vlad llevándose la mano al pecho.
- Jamás
lo hará.- dijo alguien, quizá todos.
- ¿Por
qué no? Es matemático, después de todo. ¡Los matemáticos lo pueden todo!
- ¡Matemáticos!-
dijeron los chicos.
- ¡Lo pueden
todo!- dijeron las chicas.
- ¡Los
matemáticos lo pueden todo!- dijeron todos ellos, a coro.- ¡lo pueden todo! ¡Pitágoras,
oh Pitágoras! ¡Creador del triángulo rectángulo!
- ¡Chist!
Alonso se sacó las gafas, se
limpió el sudor que las empañaba en la camiseta, miró el reloj y se mordió el
labio inferior: habían pasado treinta segundos ya y no tenía ni puñetera idea
de que iba a hacer a continuación, y eso era una sensación horrible: no le
pasaba desde el examen sorpresa de
Literatura de segundo de la ESO.. Su vida paso delante de sus ojos, y suis
recuerdos, y añoro a su familia, a su madre, y a su padre, y a…
¡Un momento! ¿Qué era eso
que siempre decía su padre?
Hijo, si algún día descubres
un enigma irresoluble, recuerda que tan
solo tienes…
Con una mano sobre el ídolo
pulsó sobre el primero y el séptimo de cuatro.
Girando sobre sus goznes,
toda la puerta se abrió, y el venturoso, descubrió que al otro lado no había
negra muerte, si no tan solo, negro: oscuridad absoluta y cuervos que
crepitaban “Nunca más”
De pronto,
vio la puerta, que apenas abierta, iba a cerrarse de nuevo, y saltó al abismo
sin pensárselo ni una sola vez. Como una golondrina, floto en el vacío más
absoluto y vio desfilar delante si a brillantes átomos, ilusorios neutrinos e
inexistentes neutrones, y por un instante estuvo en todos los sitios y ninguno
a la vez, mientras en sus oidos resonaba “My Way” con Frank Sinatra a la voz y
orquesta de Michael Oldfield. Y luego, tan rápido como vino, luz otra vez, en
oleadas.
Y se perdió en la negrura.
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