lunes, 14 de noviembre de 2011

Fahrenheit 451

Solo hay una cosa peor que ser un hijo de perra que va a vender a la única persona que podría llamar “amigo”.
Ser un hijo de perra que va a vender a la única persona que podría llamar “amigo” y que te salgan mal las cosas.
Von se mordió el labio inferior con fuerza.
Un escalofrío de terror recorrió su cuerpo.
No era terror ante la muerte.
Von no temía ya a la muerte.
Von no podía temer a la muerte porque sabia que esta era inevitable.
Un hombre de verdad no puede temer lo inevitable, de la misma manera que no se puede temer a que anochezca.
Von solo podía temer a una cosa. A un solo terror.
Era el peor de todos, el que no tiene cura. La incertidumbre.
La duda.
El terror sin nombre.
Y aunque intenta no dejar de apuntar a Kronos, no pudio evitar que sus ojos giraran y se posaran en el pasillo que tenía en un lateral.
Fuera lo que fuera se acercaba desde allí.
BIP…
BIP…
BIP…
Cada vez más cerca.
Cada vez más cerca
Una gota de sudor recorrió su frente, se agolpó en su sien y se descolgó con elegancia por su mejilla derecha. Porque…
BIP…
El terror se apodero de él y entonces miro en derredor y una conclusión terrible le golpeó cuando comprendió...
Estaba en la misma sala donde había muerto el guardia.

BIP…
Ese sonido pesado y machacón…
Martilleaba su mente sin cesar.
Le impedía pensar.
Le trepanaba como un cuchillo de carnicero en su jodido cerebro.
Le rasgaba el alma, le devoraba el corazón, le quebraba la espina dorsal.
BIP…
Un círculo es un polígono con infinitos lados.

Sin pensárselo dos veces, guio el arma en dirección al pasillo y apunto al vacio.
A la nada más absoluta.
Al terror sin nombre.
Al terror del millón de caras.
Al terror sin rostro.
A una máscara imposible, a un espejo imposible que devolvía mil reflejos torcidos y burlones de sí mismo.
A la bestia de un millón de ángulos.
Y pensó que si hiciera falta, si se lo ordenara, podría arrodillarse y reverenciarle, todo con tal de salvarse de ese sentimiento monstruoso, todo con librase de la postración eterna, de la condena infinita.
BIP.
- ¡Vamos!- rugió sin pensar.
Y sintió su derrota.
Todo el peso de su apabullante derrota.
Ni siquiera había empezado y ya estaba derrotado.
BIP.
- ¡Vamos!
Su derrota estaba escrita.
Y en su mente enfebrecida, Von murió un millar de veces.
BIP…
Incapaz de mantener por mas tiempo la calma, Von aulló un desafío y centro sus ojos en el aspillo, tratando de discernir algo. Su armadura aun no funcionaba correctamente; sus sensores nada le decían; pero el escudriño el vacio hasta que sus ojos sangraron.
Y una vez más, no vio nada.
BIP…
Incompresiblemente, como si jugara con él, aquel ser que tanto miedo le provocaba, se había detenido en medio del pasillo; y ahora volvió sobre sus pasos volvió de nuevo hacia adelante, se quedaba quieto, volvió hacia atrás…
Y entonces comprendió que otra vez estaba emitiendo juicios erróneos.
La tijera presupone los dedos.
Los pasos presupone pies.
Pero esa criatura…¿ tendría siquiera pies?
¿Tendría alma?
¿Qué sabia su ética de matar?
Y Von sonrió ahora.
El tampoco lo tenía muy claro ¿Verdad?
Oh ¿Verdad?
Estaba jugando con él, jugando como un niño se divierte con una mosca hasta que se cansa y le aplasta de un manotazo.
BIP…….
Otra vez hacia adelante.
Su mirada se posó sobre Kronos.
Podía haber aprovechado su confusión para escapar, pero estaba tan aterrorizado como él.
Estaba clavado como una estatua de bronce, con la vista hacia el infinito
BIP…
¡Aquello estaba moviéndose hacia adelante, cruzando el umbral… ¡
Y de pronto los sensores volvieron a funcionar.
El sensor de energía eléctrica se disparo y su pantalla quedo ahogada en un mar de amarillo.
Sus ojos nada vieron, excepto un pequeño punto de fulgor ámbar en medio de la nada.
Como una estrella joven en el negro cielo…
Y eso fue todo.
BIP…
Impresionado por aquella miserable aparición…
BIP…
Ajusto el sensor eléctrico…
BIP…
Y la estrella se movió arriba y abajo, adelante y atrás, a derecha e izquierda…
BIP…
Parecía una rutilante luciérnaga vagando sin rumbo fijo en una noche de verano…
Su revólver le apuntó, pero era difícil fijar el blanco…
BIP…
Miró el sensor.
Fuera lo que fuera AQUELLO la energía eléctrica que producía se salía literalmente de las tablas.
Producía tanta energía como un pequeño caza…
Nada impresionante si no fuera porque apenas tenía masa física…
BIP…
Nada impresionante si no fuera porque apenas media una escasa docena de centímetros.
Tanta energía tan concentrada en un punto tan pequeño era algo que Von no había visto jamás.
-¿Qué coño es eso? ¿Eso es extraterrestre?- pregunto Kronos sacándolo de su ensimismamiento.
Von se guardó el arma. Kronos volvía serle útil, pensó.
- La respuesta a las preguntas que quedaban. Ahora está todo claro. Cómo funcionaba todo esto sin los generadores, porque no había energía, donde…Pero dudo mucho que sea alienígena. En el planeta de abajo, no se dan las condiciones para la vida. Puede que lo trajeran de otro sitio o que tenga una química completamente distinta a la de la Tierra, claro, pero entonces tendríamos que explicar muchas más cosas. La explicación mas sencilla es que eso es fruto de un ingería genética muy avanzada. Eso podría solucionar todos los problemas energéticos del Universo.
- ¡Mátalo!- rugió Kronos.
- ¿Qué?
- ¡Aniquílalo! ¡Ahora!
- No tenemos pruebas de que eso haya sido el causante de …
- ¡Ah! ¿Quieres pruebas? ¡Qué te parece esto!- y haciendo brotar de nuevo la energía, reventó la pared de su derecha, donde estaba la puerta…
Toda la estructura se vino abajo, y un mar de descomunales escombros…
No, un momento…
Eso no eran escombros, pensó Von viéndolos rodar…
Aquello era…
Cuerpos.
Cadáveres.
A docenas.
A cientos.
A millares.
Y no cabía duda alguna.
Algunos estaba irreconocibles, monstruosamente desfigurados, con profundas heridas y marcas por todo su cuerpo desmembrado; otros por el contrario parecía dormir en placido sueño; la mayoría estaba en un estadio intermedio.
Pero entre los que aún conservaban jirones de su ropa, los logotipos de la empresa Nova Tycoon eran bien visibles.
Y los monos azules de los encargados de mantenimiento.
Y las tarjetas de identificación, bañadas en un líquido gomoso y de un verde cadavérico…
Todo era tan visibles como un …
Todo había sido tan visible como …
Sí, todo ello era muy visible, pero lo que no se veía por ningún sitio era un simple halito de vida en ninguno de aquellos cuerpos.

- Eso no prueba nada. Sea lo que sea eso… -dijo señalando hacia donde suponía que seguía flotando eso- no creo que les haya causado eso. Yo más bien creo que hayan sido los… aquellas cosas que vimos antes. Quizás…
- ¡Me da igual! ¡Solo sé que por culpa de eso han muerto todos!- y sus puños apuntaron hacia…
Ahora que sus señores fusionaban de nuevo, Von fijo el zoom…
Aquello tenía una leve e indeterminada forma de…
No sabía bien como definirlo, pues la luz impedía delimitar con precisión su contorno, si es que en realidad tenía algún contorno…
Era.. Como una forma geométrica dentro de otra forma geométrica…
Como un cuadrado repleto de triángulos enmarcados en un círculo cuadrado.
No tenia forma y si la tenia.
Era caos retorico.
Lo único que se distinguía era unos filamentos brotando de su cuerpo…
Quizá a lo que más se parecía fuese una pequeña y amorfa…
¿Medusa? ¿Bacteria? ¿Hongo?
¿O quizás a todos ellos juntos?
Algo así.
Solo que flotaba en el aire, no en..
- Déjalo, Kronos. ¡Crees que eso ha matado a toda la estación y ha limpiado las pruebas? ¿Eso solo? ¡Sin ayuda? ¡Y también ha mordisqueado a la tripulación y devorado su ropa, no?
- ¡No lo sé, pero no me importa! ¡De hecho ya no me importa nada!¡Y no eres la persona adecuada para darme órdenes, Von! ¿De hecho… porque no debería matarte a ti antes? Esa es una buna pregunta, si- y un fulgor asesino brillo con despiadada fuerza en sus ojos.
Sus puños apuntaban ahora a otro objetivo.
Y Von comprendió que había cometido un error al desesperar a este hombre hasta el mismo final.
Ahora ni la muerte podría detenerlo.
- ¡No lo hagas, Kronos, moriremos los dos!
- ¿Oh, de verás? Es bueno saberlo… Entonces, ya no moriré yo solo. Toda una pena ¿Eh?
- Creo que tienes mejores cosas a las que disparar.
- ¿Ah sí? ¿A qué? ¿Traidor? ¿Chacal? Hijo de …
- A eso que viene por ahí.- dijo y se tiro al suelo según pronunciaba esas palabras.
Lo que vino a continuación no puede ser narrado con meras palabras.
La Unión Soviética es un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma. Winston Churchill.
Aunque una sea el mejor de los poetas o el mejor de los músicos clásicos no puede transmitir la magnificencia de ciertas cuestiones.
Nadie puede describir la magnificencia de una ecuación tan decisiva y tan simple como la de conversión de materia en energía o la de la gravedad.
Nadie puede narrar la belleza de diez mil volcanes estallando.
Nadie puede narrar la belleza del Big Bang con justicia.
Pues está escrito en el lenguaje de los dioses inmortales.
El lenguaje de las constelaciones, de la armonía cósmica.
Y nadie pude narrar con veracidad lo que vino a continuación.
Y lo que vino a continuación fue la entrada triunfal de más de cien mil de esos seres.
Estaban unidos entre sí en una gigantesca estructura de forma helicoidal; en un demencial atentado contra las leyes de la gravedad y la lógica, que giraba sobre sí mismo sin cesar entre terribles tormentas de avasalladores relámpagos que brotaban por doquier en pavorosa cacofonía.
Diez mil colores y ninguno se entremezclaban, desaparecían y volvían a aparecer en el éxtasis de aquella paleta infernal.
Y con un solo gesto, los relámpagos se arremolinaron, se concentraron en un solo punto; y disparándose barrieron toda la sala, y como en una demostración de su insondable poder, agito aquellos cuerpos en vilo, los sacudió con fuerza a la velocidad de pensamiento, y su descomunal fuerza los desmenuzó en pedazos tan pequeños que poco a poco se perdieron el vació de la nada.

El triunfo de la muerte es una de las obras más conocidas del pintor flamenco Pieter Brueghel el Viejo. Un óleo sobre tabla de 117 cm de alto x 162 cm de ancho, pintado hacia el año 1562. Escuela flamenca del siglo XVI, hoy en el Museo del Prado de Madrid.

Y de pronto brilló como si se riera con una terrible carcajada muda, en un gesto de sangriento desafío.
¿Y quién entre los mortales osaría hacerlo?
Todo había ocurrido tan deprisa…
Que uno no sabía si había ocurrido de verdad.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción;
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Aquellos versos siempre habían intrigado a Von en sus noches insomnes.
Ahora lo entendía.
Y no era un buen descubrimiento precisamente.
Si esto era un sueño que alguien lo despertase.
Ya.
Y aun así sería demasiado tarde, porque ya el vórtice de energía se había adueñado de ellos con pasmosa facilidad, y los había alzado a varios metros del suelo.
- ¡Dios!- imploró lloriqueante Kronos ante su fatal impotencia.
- ¿Dios?¡Baal! ¡Baal! ¡Sangre para Baal!- aulló con las fuerzas que le restaban Von mientras disparaba.
Pero el masivo disparó era tan útil como intentar matar un tiburón con una pistola de agua.
Si, varias docenas de aquellos seres cedieron, fallaron y reventaron como pompas de jabón en las corrientes de cálido aire de verano en una delicada noche estrellada en la feria, pero… ¿Y?.
Y ahora su revólver escapaba de su mano y se perdía en el universo en formación que tenia enfrente, para ser aniquilado en microsegundos y quedar reducido a la no existencia.
¿Y ahora?
Le quedaba un último recuso.
Con el amor que parecía tener la criatura a la energía eléctrica, quizá un pulso electromagnético la desorientaría o …
O quizá fuese una gigantesca gilipollez y ya diera todo igual.
¿Ya qué más daba?
La granada silbo en el aire una milésima de segundo.
Por un instante, un círculo de luz primigenia se desato y, por un instante toda aquella catedral viviente pareció venirse abajo.
Por un instante.
Pero un instante después aquella luz se consumía en sus últimas fibras en aquel sumidero de poder y desaparecía sin dejar mas rastro que la desesperación en sus corazones.
Pero por alguna oscura- perdón, luminosa- razón aquella no era capaz de absorber la luz y de retenerlos al mismo tiempo; por lo que sin tiempo e tregua ambos dos se desplomaron sobre el suelo.
El golpe fue terrible- si terrible en verdad-, pero no era nada comparado con el destino que les aguardaba- o imaginaban.
Ambos trataron de recuperase, pero de nuevo aquel supremo arcano fue más rápido que ellos; y ya habiendo despachado la última esperanza de Von, se cernía con su tenebrosa silueta de muerte y juicio y desesperación de poder infinito.
Von alzo los ojos y desesperó. No se le ocurría nada; y nada podía hacer, y muy pronto se convertiría en nada.
Pero Kronos no estaba vencido, no aun, no todavía, aun le quedaba un último triunfo en la mano.
Actúa en vez de suplicar.
Sacrifícate sin esperanza de gloria ni recompensa.
Si quieres conocer los milagros, hazlos tú antes.
Sólo así podrá cumplirse tu peculiar destino.
Beethoven.

Y Kronos estaba particularmente de acuerdo.
Era hora de ponerlo en práctica.
Nunca había desatado su poder hasta el extremo en tan solo unos segundos.
Todas las especificaciones indicaban que era mortal de necesidad, pero si uno quiere milagros…
Solo tiene que recordar que al último que los hizo le crucificaron, como dijo aquel.
Las lecturas se desbocaron.
La energía se concentró.
El poder se salió de las tablas.
Todo se desbocaba.
Sangre.
Sangre.
Sangre para Baal.

Von pensó que estaba soñando, pero la voz clara y nítida de Kronos se escuchaba sobre las líneas de estática.
Y la voz le dijo:
- ¡Recuerdas, Von? Hace tan solo un momento intentaste asesinarme.
- ¡Oh, por Dios, que rencoroso! Eso ocurrió hace ya cinco minutos.
Kronos se rio torvamente, le miro a los ojos como mira la serpiente al conejo asustado; y entre risas demenciales, vocifero como un trueno en cascada:
- ¡Corre, huye, sálvate tú!
- ¿Qué coño?
- ¡Corre, Von! ¡Corre como el perro que eres! ¡Corre y vuela lejos de los problemas, como siempre haces! ¡Lejos de mí, aléjate! ¡Fuera! ¡Es la hora de los héroes… Es la hora de Kronos!
- ¡Todo tuyo!- replicó mientras pensaba- ¡Como una cabra!
Y cuando intento verlo, y a no estaba allí: su poder desatado lo cubría como una purpura imperial; batía y crepitaba en derredor como un mar embravecido.
Y a Von se le pusieron los pelos de punta al intentar tan solo comprender una pequeña parte del poder que se estaba allí reuniendo, preparándose para ser desatado en cuestión de segundos.
En un lado del ring, aquel enigma primigenio, la fuerza del Cosmos.
En el otro, el poder de un Dios.
Y en medio, una rata tan deplorable y despreciable como Von.
Se sentía como un mosquito en la tercera Guerra Mundial.
La electricidad se arremolinó de nuevo, el Universo se puso de pie y…
Kronos alzó su poderosa mano hacia el fin de los cielos y de los tiempos…
Von se recogió como una simple comadreja asustada cuando el simple contacto de ambos poderes le alejaba físicamente del epicentro de la conflagración…
- ¡Muere!
Una palabra vana.
Un concepto tan solo, tan simple, tan pequeño.
Y aquello no podía simplemente, morir.
No.
Pero era indiferente.
Se entendía de sobra.
Sobraban las palabras.
Era hora de matar.
O morir.
O de escapar, pensó Von.
A cuatro patas, como la rata que era, se escabullo entre las sombras.

Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!
¡No pudo ser!
Pero no todo el mundo estaba de acuerdo.
Un relampagueante tentáculo le engancho por el pie y tiro de él con toda la fuerza de un universo que se precipita por el abismo.
Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme! ...
¡No pudo ser!
- ¡Déjalo! Es indigno de esta confrontación! ¡Esto es un combate en la cumbre!
- ¡Yo le haría caso!- chillo Von- Esta muy enfadado.- apostillo Von mientras volaba hacia los cielos.
Con un grito de ira homicida Kronos ascendió como una rugiente saeta; dispuesto a librar la batalla en los mismos cielos que lo engendraron, previendo así que sería el lugar perfecto para fallecer o morir en el intento.
Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder:
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!
Los cielos temblaron del pánico; el suelo cedió bajo la presión del horror, las almas chillaron en el pandemonio del juico; todo…
¿Cómo caíste del cielo,
Lucero brillante, hijo de la aurora?
¿Echado por tierra
El dominador de las naciones?
Tú, que decías en tu corazón:
Subiré a los cielos; en lo alto,
Sobre las estrellas de Él,
Elevaré mi trono;
Me instalaré en el monte santo,
En las profundidades del aquilón.
Subiré sobre la cumbre de las nubes
Y seré igual al Altísimo.
Pues bien, al sepulcro has bajado,
A las profundidades del abismo.

De pronto se desentendió de el; y lo arrojó con desdén; lejos de si, como asqueado, pues tenía mejores cosas que atender; el arriba se convirtió en abajo, el abajo en arriba, y Von subió como un meteoro y si no fuera por el gancho…

Una vez más el gancho le salvó a vida, y comenzó a descender como si practicara alpinismo; y por fin cruzó el umbral y la carnicería se fundía a sus espaldas en un negro vaho de pesadilla.

Von miro hacia atrás por última vez, justo antes de perderse por fin en los pasillos, corriendo hacia los hangares. Mientras; toda la estación retumbaba y, preñada de dolor punzante, tratando de resistir los furiosos embates.
La soberbia precede a la destrucción (Proverbios 16:18.)
El último ay se perdió en el aire.
Von se subió a toda prisa a su nave y encendió todos los motores mientras rezaba.
Y aunque pensaba que todo fallaría, todo funciono de repente.
Todas las luces se encendieron, la nave soltó amarras y comenzó a …
Aunque los motores rugieron, nada se movió; pero la nave seguía dando bandazos, como si fuera un perro tirando de su dogal.
Von miro de hito en hito las lecturas y la sorpresa le abatió.
Aquella cosa tiraba de el con fuerza, le retenía, le impedía avanzar y seguí tirando de él.
La nave forzaba a toda potencia, pero era simplemente inútil.
Y de pronto aquello se enrosco a toda la parte trasera, el impulsor principal, y Von sonrió porque era la suya.
Con un gesto utilizo la palanca manual de emergencia para soltar el impulsor principal.
Se rio.
Como un niño con un juguete, rodeándolo en un fraternal abrazo, aquello se encapricho con el impulsor y lo miro con lujuria, salivando pensado en la cantidad de energía que podría sacar de aquel trato. Podía ocuparse después de la nave.
Con un mero impulso, desbarato la cubierta y comenzó a manosear en el interior buscando la fuente de aquella energía. Y la encontró, vaya si la encontró.
Von se tapo los oídos con un teatral gesto.
Sabía lo que movía a su nave.
Tecnología punta.
Vaya si lo encontró.
El agujero negro se desato, y de pronto tiro con fuerza hacia su interior a todo lo que rodeaba.
Era una lástima que todo lo que le rodeaba incluyera un ser tan fascinante como aquel.
Si, una lástima, pensó Von. Toda una lástima.
Que te jodan.
La clausula de protección hizo que implosionara el agujero unos tres segundos más tarde, pero ya estaba todo hecho.
Con sus últimos esfuerzos, con su agónica resistencia, aquello se consumió por completo, pero también había impedido que devorase a la nave de Von.
Que ironía.
Von había leído que si algo se podía parecer al infierno era un agujero negro.
Y si aun era así, a Von le parecía un castigo demasiado suave.
Von se rio.
Y comenzó a pensar.
En todo lo que había pasado en las últimas veinticuatro horas.
Y llego a una conclusión.
Conecto la memoria de su ordenador a los archivos de a bordo, para que si le pasaba algo durante el viaje quedara constancia de todo lo ocurrido.
Tenía que dejar de pensar.
Se le había dado una segunda oportunidad.
No debía desaprovecharla.
Y lo mejor que podía hacer después de todo esto era irse a un buen casino, con una buena copa en la mano y un par de buenas furcias en cada brazo.
Y aunque no a toda la velocidad que desearía, su nave se perdió en el espacio.
The End.

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