jueves, 28 de noviembre de 2013

¿Recuerdos del Futuro?



Día 50. Año 6.
08.22 a.m.

-         Estamos frenando,  señor. En unos segundos habremos llegado.
A su lado, Matt y Krugman asintieron. Matt cerró los ojos un instante y trato de relajarse, pero cuando los entreabrió vio al médico musitar algo. No lo podría asegurar, pero Matt estaba casi seguro de que estaba rezando. ¿A quién coño estaba rezando? ¿A Von Neumann? ¿A Ramanujan? ¿A Spinoza? ¿A quién diseño la capsula? Comenzó a reírse para sí. ¡Que estupidez, pensó! Un montón de átomos que se movían en todas las direcciones rezando! Quizás rezase a un agujero negro. Acertada metáfora, sí señor.
Los paneles se pusieron en naranja y comenzaron a llegar cascadas de lecturas de todos los sensores. La velocidad se reducía gradualmente, y una docena de monitores mostraban cámaras en tiempo real hacia todas las direcciones, amén de dos reconstrucciones en 3D de la propia capsula descendiendo.
Lilium trato de centrase entre aquella maraña de datos, pero todo parecía transcurrir sin problemas, los datos eran todos correctas y no había problema alguna. Con un gesto de su mano, aparto otros pensamientos de su mente. Lo importante ahora era aterrizar. Y ya casi estaba…
La maniobra fui fluida como la seda. Velocidad, Angulo y trayectoria iban según lo previsto. Todos los cálculos eran correctos.
Todo iba bien.
Krugman miró hacia sus muslos, mientras rezaba más y más fuerza.
A su lado, Matt no paraba de reír.
Todo iba bien.
Y sin embargo, Lilyum no paraba de pensar en aquello.
Todo iba bien.
Y sin embargo…
Algo sacudió su mente, y una nerviosa mano se crispó de pronto sobre los frenos de emergencias. Lilyum se inclinó hacia adelante, los ojos fuera de las orbitas y todo su nervio estallo en los músculos temblorosos.
La nave tomo tierra justo ahora, y un pavoroso estruendo se fue apoderando de toda las cabina.
Lilyum estaba blanco de puro terror, y se llevó las manos a la escafandra.
Krugman no se dio cuenta, pues seguía rezando, pero Matt lo miro con extrañez, y grito algo que se perdió entre el ruido del motor.
La nave tembló de arriba bajo al posarse; y Lilyum, ya fuera de sí, trato de arrancarse los cinturones. Pero no pudo, pues tenían cierres automatizados, y en su paroxismo comenzó a gritar endemoniadamente alto.
En su paroxismo, su mano derecho avanzo entre temblores a los paneles que tenia a su derecha, y empezó a teclear algo nerviosamente.
Matt, con los ojos fuera de si, lo miro con estupor. Lilium estaba introduciendo nuevos datos en la computadora !Estaba tratando de despegar de nuevo! Luchando para moverse en su asiento, su mano derecha agarro la del teniente mientras gritaba.
- !Estas loco! !Detente, puto tarado! !Nos vas a matar a todos! !Para! !Para de una vez!
Puede que no le escuchara por encima del sonido de los motores, pero Lilyum no le hizo el menor caso. Tratando a la vez de teclear y de librase de la mano de Matt, el teneitne trastabillo, sus dedos resbalaron por el teclado y la ultima orden no se introdujo.
Con un aullido de rabia simiesco, Lilyum descargo el puño cerrado sobre la cabeza de Matt. Pero la escafandra era algo mas dura que eso; y retiro la mano dolorido.
Krugma continuaba rezando.
Una ultima sacudida hizo temblar la nave, tumbando a todos contra el respaldo de sus asientos.
Y de repente, la nave se posó con toda suavidad, los motores callaron y volvió el silencio.
Todo iba bien.
En la escafandra de Lilyum, sin embargo, se veía que algo empañaba desde dentro el cristal...

domingo, 24 de noviembre de 2013

El Abismo te Devulve la Mirada



Día 49. Año 6
23:32
-         Ten cuidado, cariño. –dijo Matild abrazándole.
-         Bah. ¿Qué me va a pasar? ¿Me van a comer?
-         Ten cuidado – fue su única respuesta, y le beso en la mejilla con suavidad- Ten mucho cuidado- le susurró al oído.
-         ¡Ya está bien!- se rio él- ¡No voy a la guerra, Matild!- se agacho hasta que su cara quedo justo enfrente a la de la rubia secretaria- En tres días estoy aquí otra vez. Tres días. Te lo prometo ¿Vale?- le mordió con suavidad en la oreja. -Tres días. Tres días y estoy aquí de nuevo.
-         Eso espero- replicó ella moviendo la cabeza- Eso espero. Bueno. -ahogo un sollozo- No te digo adiós ¿Vale? Solo te digo hasta luego. –y torció el gesto.
-         ¿Qué pasa?- dijo el riendo, pero la risa se le olvido pronto cuando vio el reflejo de una lagrima corriendo por la mejilla- ¿Qué te pasa? ¿Qué es tan grave, por Dios?
Ella esquivo su mirada, tratando de volverse y marcharse, pero él no la dejo.
-         ¿Qué pasa?- le pregunto de nuevo.
No obtuvo respuesta esta vez tampoco.
-         ¿Qué es lo que pasa?- gritó el, tirando de ella hacia sí.
Cuando ella le enseñó el rostro, lloraba tanto que tenía toda la cara enrojecida.
-         Nada, no lo sé…- titubeo- Tengo un mal presentimiento.
-         ¿Eso es todo?
Ella miro a un lado y a otro, se separó de él y chillo mientras escapaba:
-         ¡Ayer soñé que morías!
Lilyum quedo parado, con los brazos caídos en los costados, mirando al infinito durante un buen rato. Por fin extrajo algo de un bolsillo y lo apretó en el puño derecho con fuerza.
Se limpió el sudor de su frente. Estaba empapada en sudor frio.
Cuando Lilyum abrió la puerta del dormitorio; lo primero que vio fue a Matt en pijama, hablando a voces con Krugman, que metido en su cama, escuchaba pacientemente la perorata del físico con resignación.
-         ¡Es un cabrón, un mentiroso hijo de puta, eso es lo que es, si!
-         Ya.
-         Nos ha mentido, nos ha mentido siempre, desde el primer día hasta el último. Juega con nosotros, hace lo que le sale de los cojones…
-         Calma.
-         No, no quiero calmarme, no me da la gana ¡No quiero! ¡Ese hijo de puta! ¡Me ha encerrado aquí para que no hable! ¡Para que nadie sepa cuan cabrón es… ¡
-         ¡Ejem!- Le interrumpió Lilyum- ¿No deberían estar durmiendo ya? Ciertas partes de esta charlecita podrían considerarse…
-         ¿Sí? Pues díselo tú. Yo llevo así desde las diez.- se quejó Krugman.
-         ¡Tú! ¡La puerta!- balbuceó Matt, y se tiró hacia ella de un salto. Pero cuando llego a tocarla, el pesado brazo de Lilyum se interpuso entre ambos, y con un fuerte empujón, Matt cayó sobre la cama.
-         ¡Déjame pasar!- chilló levantándose como un relámpago- ¡Tengo que decirle a todo el mundo…!
Lilyum lo miró con asombro: era más que palpable el contraste entre la energía de Matt y su desmadrado  y enclenque físico.
-         Son las doce ya.- contestó muy calmado- Están todos durmiendo. ¿No los querrás despertar, verdad?- le dijo muy suavemente, acercándose a él a apenas unos centimetros. – Sería muy descortés de tu parte- endureció el gesto, apoyando la palma de su mano en su hombro. – Quédate aquí. Por favor. Descansa.
Matt pestañeo varias veces y no dijo nada. De pronto dio un chillido, como un animal herido, y comenzó a convulsionarse. Krugman se levantó rápidamente, pero cuando lo hizo; Matt ya estaba echado, en la cama, y parecía muy tranquilo. Vio un brillo  en la mano del teniente, y sonrió.
-         ¡Gracias a Dios!- respiró Krugman, aliviado.- ¿No podías haber venido media hora antes?
-         Bueno, ya sabes, la parienta- dijo él guiñándole un ojo.- Buenas noches.
Pero no se durmió. Lilyum por lo general, se echaba recto, como un lingote de hierro, brazos y piernas relajados y espalda quieta, como había aprendido a hacer en el servicio militar, donde las camas eran estrechas ya de por si y aún más para su espalda musculada. Quizás porque hoy no había hecho ejercicio, o tal vez por la cena; pero es anoche no se pudo dormir. A la hora se levantó, dio un paseo por la habitación, y volvió a echarse. Nada, era incapaz. Trato de entretenerse en alguna lectura, y encendió de nuevo su lentilla informática para leer cualquier cosa. Pero no tenía esa costumbre, y no sirvió de nada. Así que simplemente abrió los ojos y los dejos clavados en el techo, hasta que perdió la noción del tiempo y todos los minutos y horas se perdieron y quedaron allí amalgamados contra la pared del techo. 
El sopor lo venció sin darse cuenta y comenzó a soñar casi inmediatamente. Soñó cosas extrañísimas. Primero soñó que tenía ocho años y su padre lo llevaba a su pueblo natal. Allí estaba su abuelo, que lo llevaba luego de pesca al lago. Mientras pescaba en su barca, el abuelo de pronto decía:
. Siete.- y levantaba siete dedos.- Siete son mejor que uno- decía sonriendo.
Él sonreía a su vez y contestaba:
-         Eso ya lo sé, abuelo.
Pero su abuelo volvía a decir:
- Siete. Siete son mejor que uno. 
- Eso ya lo sé, abuelo.- y se volvía a reír.
Y así una y otra vez.
Luego, su sueño se volvía borroso a causa de la monotonía, y se vio asimismo empapado, flotando en una tabla con su hermano; en un gélido mar (sabía que era gélido, pero sin embargo no veía hielo por ninguna parte) y poco faltaba para que los golpes de mar partiesen la tabla o los ahogasen. Su hermano gritaba algo que se perdía en el viento, y entonces algo enormemente grande pasaba al lado de la tabla, algo tan grande como para mover la tabla con simplemente rozarla, y Lilyum comprobó con horror lo que era cuando una siniestra aleta asomó. Mordiscos y dentelladas empezaron a verse por doquier, quizás por el ataque de varios escualos o quizás uno que atacaba muy rápidamente; hasta que por fin la tabla cedía, los dos hermanos se separaban; el mar o un gran espalda inclinaba la tabla y él se deslizaba, frio y húmedo y aterrado, chillando hacia un destino dentado.
Su sueño se rompió de pronto, pensó “tan solo es un sueño” y con apenas una vuelta en la cama volvió a dormirse. Hubo un vacío, donde se vio a si mismo durmiendo, o quizás se habia despertado un tiempo, y volvió a soñar.  Estaba con un traje horrible por lo raro, incómodo y pesado; y estaba en un habitáculo estrechísimo con otros dos hombres que no conocía de nada. El trataba de decir algo, pero nadie parecía escucharlo, (ni el mismo) y veía, como desde fuera una nave extrañísima, y él se sabía dentro. Sin que supiera porque, el nerviosismo creció dentro de él, y entonces vio que a la izquierda de su rostro había un manojo de cables en llamas:
-         ¡Fuego! ¡Huelo fuego!
Dos segundos más tarde el otro compañero gritaba:
-         ¡Fuego! ¡Fuego en la cabina!
-         El trataba de escapar, trataba de luchar contra los cordajes, pero ellos resistían, y entre el humo, el fuego que avanzaba inexorable, le rodeaba. Deseperado, trataba de quiatarse incluso la escafandra, de arrancarsela, de escapar de alli como pudiera, pero era incapaz. Y lo último que veía, en el reflejo de su visor, era el baile burlón de las llamas, que desatadas, se aprestaban a a consumirlo con deleite.
Encharcado en sudor, Lilyum se despertó bruscamente con un grito, .
Justo enfrente, Krugman le miraba con una benevolente sonrisa.
-         ¿Qué tal ha dormido, Lilyum? ¡La misión comienza! ¿No querrá llegar tarde, verdad?

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Y mis huesos arden de calor.



Día 49. Año 6.
13:37

Matt rumiaba su aburrimiento dando paseos de un lado a otro de la sala de espera, buscando en vano algo con que calmar su impaciencia, ya llevaba aquí más de veinte minutos (gracias, claro, a que la cariñosa y servicial Matild le había insistido una y otra vez que fueran puntuales). El y otro tipo, que llevaba un buen rato leyendo no se qué. Y ahora el jefe se había retrasado, claro (como era su costumbre, pensó Matt frunciendo el ceño).
-         Cálmese, amigo. – le dijo el otro, un hombre mayor, con una sonrisa en los labios- ¿Por qué no hablamos para matar el rato?
Matt le miro furioso, pues no estaba de humor para hablar de nada; pero rumió:
-         ¿Quién es usted? ¿Y que demonios hace aquí?
Aquello era una pregunta en un tono tajante y descortés, y seguramente cualquier otro hombro se hubiera limitado a encogerse de hombros y mandarlo al infierno; pero el hombre de pelo cano apago la lentilla informática, se levantó del banco y cordialmente le ofreció la mano:
-         Paul Krugman. ¿Usted es Matt, verdad? ¡El hombre que resolvió el asunto del meteoro! ¡Caray!- exclamó con franqueza- ¡Debo decirle que estoy impresionado!  ¡Que agudeza! ¡Que visión!
-         Para lo que sirvió- refunfuñó Matt, como un niño malcriado al que le hubieran arrebatado una golosina- Solo conseguí que ese perro faldero de Stelio se riese de mí. Sabe a quién tiene que agradar, ese bastardo.
-         No se lo tome tan a pecho, hombre. – dijo Krugman posando una paternal mano en su hombro-  Max Planck dijo una vez que para que una verdad científica se imponga, hace falta que todos sus oponentes se vayan muriendo. – como el ceñudo rostro de Matt no parecía cambiar, optó por cambiar de tema- Y dígame ¿Cómo es que nunca he tenido entre manos  su fabuloso cerebro? Creía conocer a los mejores especímenes de aquí.- bromeó mientras le palpaba las sienes.
-         ¿Y por qué debería conocerlo?- preguntó Matt, pero rápidamente se hizo la luz en su cabeza- ¿Es usted médico?
El otro asintió.
-         Así es. Jefe del Ala medica del sector Este
-         Eso lo explica. Yo trabajo en el Ala Sur.
-         ¡Claro!- contestó el doctor dando una sonora palmada!- Usted es Físico ¿No es así? No suelo tratarlos. ¿Conoce a Vallance?
-         Bueno, la verdad… ¡Vaya! ¿Qué tenemos aquí?
Ambos se volvieron hacia la puerta, pero no era la que daba al despacho de Kramen, si no la otra, la de entrada. Un hombre de aspecto adusto, de mandíbula cuadrado y de espaldas y hombros anchos, acaba de entrar, y sin siquiera saludar, se sentó en un banco y allí se quedó, tieso como un palo, mirando al frente.
Algo le iba a decir Matt, pero en ese instante, esta vez en la puerta de Kramen, el risueño rostro de Matild asomo y con su angelical voz les informó:
-         El Comandante Kramen les espera, señores. Pueden pasar.
Para sorpresa de Matt, el primero en levantarse fue el recién llegado, que sin decir una sola palabra entró el primero. Krugman le siguió después de unas palabras amables a Matild, y por fin, el, que había llegado el primero, pasó el último.
-         Dos horas esperando, zorra. – dijo por lo bajo al pasar al lado de la secretaria. – Dos horas…
Matild se limitó a hacer un gesto de asco con la mano sin por un instante dejar de sonreír.
Kramen acababa  de llegar  (uno de esos truquillos psicológicos a los que era tan aficionado), y con un gesto les invitó a que se sentaran.
-         ¿Algo de beber?- propuso maquinalmente.
-         Nada- respondió el recién llegado.
-         Agua- contestó Krugman.
-         ¿Leche, tiene?- preguntó Matt.
-         No, no tengo aquí, pero si quiere puede decirle a Matild que..
-         ¡Ja, ja! ¡Es broma, es broma! – rio Matt- Con un vaso de whisky me conformo.
El hombre de aspecto seco giró la cabeza y echo una mirada terrible a Matt, pero este, pendiente de la botella, no le vio. Kramen lleno tres vaso (dos de whisky, uno de agua) y se los acercó, no sin antes insistir:
-         ¿De verdad usted no quiere nada?
-         No, no.
-         Como usted guste. –se volvió hacia Matt- ¿Bueno, este whisky, verdad?
-         No está mal. En Tycho bebíamos uno mejor. – Matt tenía un complejo sentido del humor, por decirlo suavemente, y por la cara que ponía Kramen, este no parecía disfrutarlo.
-          Tiene usted un gran sentido del humor, señor Robinson.
-         Matt, por favor. Cuando me llaman señor Robinson, busco a otra persona.
-         Este no sabe cuándo callarse- susurró Krugman para si.
-         ¡Bueno! Es hora de comenzar a trabajar. Puede se conozcan ya, señores, y de hecho, según me han comentado, el Teniente Lilyum y usted, profesor Krugman, eso es así para ellos dos, pero para usted Matt, le diré que el teniente es el  encargado de seguridad del Ala Norte. Teniente Lilyum, este es Matt, el hombre del que le hable.
-         Encantado, Matt- una gélida mano apretó con fuerza la del físico.- Un honor.
-         Tendrán tiempo de conocerse de sobra, se lo aseguro. Bien- encendió la pantalla holográfica central de su despacho- Si recuerdan algo de la penosa reunión de ayer, sin duda será sobre el extraño cuerpo que se desprendió del meteoro y sobre el que tan oportunamente nos advirtió el señor Matt. Bien- tecleo algo- nos informó también de que origen de este cuerpo bien podría ser artificial.
-         Podría ser, no, era- le corto súbitamente Matt.
-         Lo que tenga que ser, será.-recitó Kramen- A ustedes les tocará averiguarlo. Olvídense del meteoro. Otro grupo se hará cargo de él. Si descubren algo interesante se lo harán saber. Tendrá línea directa con ellos, se lo aseguro. – la pantalla se aclaró por fin, y se veía en ella una fisura irregular, en las cercanías de la cual se apreciaban unos cuantos montículos. La pantalla se divido en cuadriculas verdes.
-         Aquí estamos nosotros, aquí está el objeto, en la sección 11 grados 3 minutos Norte, 104 grados cinco minutos Este.
-         Esas son las coordenadas del Ascraeus Mons, ¿Verdad?
-         Así es. – el puntero se acero y la mancha se amplió hasta revelar una forma esférica, casi como un picotazo de mosquito. A la derecha de esta, se formó otra imagen, tridimensional, en color verde. – No está lejos de aquí, y en el suroeste de la misma se encuentra el cráter.
-         El cráter del impacto del objeto, claro.- apuntó Matt.
-         No.
-         ¿El del meteoro?
-         No, no, no tiene nada que ver. Ese cráter lleva ahí toda la vida, que sepamos. Llámelo diana, pero resulta que ha ido a caer a otro cráter. – La imagen se amplió. Una forma grisácea, de forma lenticular, aparecía justo contra un muro. Kramen amplió el sector- Aquí lo tenemos, señores. – el puntero creo un cuadrado alrededor del objeto, y este se amplió a su vez. La imagen era cenital, y solo se apreciaba un gran círculo, parte del diámetro cual estaba tapado por la pared el cráter.No se podia ver más- de momento, esto es todo lo que tenemos. Tendrán que conformarse.- como si tratase de convencerlos, amplió una sección del objeto, pero tan solo se pixelo la imagen.
Los ojos de Matt brillaron de la excitación.
-         ¿Cuándo lo encontraron?
-         Hace nada. El Satélite ALFA comenzó el rastreo ayer, WARP hizo los cálculos probabilísticos y luego hizo falta un poco de trigonometría, y era tan solo cuestión de tiempo. Deimos y Phobos ayudaron bastante.
-         Lo encontraron ayer ¿Verdad?- bufó Matt
-         Señor Matt..
-         ¿Por qué no me avisaron?- le interrogo Matt- ¿Por qué?
-         Ayer por la tarde no había decidido su participación en esta expedición- le contesto Kramen tratando de calmarse.
-         ¿Quiere decir que si no me hubiera escogido, no me lo hubiera dicho?- cogió aire- ¿O sea que esto ahora no lo sabe nadie? Esto es una vergüenza. Una vergüenza. Juegan con nosotros.
Kramen parpadeo dos veces, incrédulo, no estaba acostumbrado que nadie le tratase así; y menos que nadie, un subordinado. Pero Matt no callaba:
-         Juegan con nosotros como si fuéramos marionetas. Pero no tiene derecho. No somos niños ¿Comprende?, No somos sus malditos criados.
-         ¡Callase! ¡Cállese de una vez!- chilló Kramen golpeando a mesa con un puño.
-         ¡No me mande callar, Kramen! ¡Yo no soy uno de sus lameculos!
-         Señor Matt- comenzó a decir Lilyum muy tranquilamente al tiempo que apoyaba una mano de acero sobre su hombro- si no se calla usted me veré en la obligación de conducirlo a un centro de detención, donde será retenido hasta nueva orden.
-         ¿Y qué autoridad se arroga usted… señor?- dijo Matt mientras seguía mirando fijamente a Kramen.
El otro no dijo nada. Se limitó a sonreír. Tiro con fuerza de su brazo izquierdo, y Matt, como un pelele, estaba ahora a su vera: el musculoso bíceps sobresalía incluso por debajo del uniforme. Como un relámpago, el cuerpo del físico ya estaba en el suelo, y antes incluso de que se diera cuenta, estaba otra vez de pie, bien sujeto su brazo derecho contra su espalda.
-         Resístase, por favor- le susurro Lilyum al oído con una risita.
-         Esto… es…- balbuceo Matt.
-         Señor… quiere que lleve al profesor Matt el área de detención?- pregunto a Kramen.
-         No será necesario, al menos, por ahora. –dirigió una mirada feroz al asustado físico.- A no ser, claro, que el señor Robinson se oponga. ¿Qué opina usted, señor Matt?
-         Ninguno, ninguno- susurró Matt con un hilo de voz- Ningún problema.
-         Bien- Kramen se sentó de nuevo y siguió hablando como si nada hubiese pasado- Bien. Su misión es sencilla. Tendrán tres días para inspeccionarlo, mandar toda la información que puedan aquí y volver. No se les pide nada más.
-         ¿Por qué tres días?- pregunto Krugman, que se había mantenido tranquilo todo el tiempo.
-         Bueno, serán tres días… en principio. Es el tiempo estimado, pero todo depende de ustedes. Levaran suministros para más tiempo, desde luego, y si encuentran algo interesante y las condiciones lo permiten, pueden quedarse allí todo el tiempo que estimen necesario. Tendrán comunicación directa con la base, y un equipo de rescate estará preparado en cualquier instante. ¿Alguna pregunta más? ¡Ah, Matild! ¡Qué oportuna!- mintió como si no la hubiera llamado él- Acompañe a esto señores a la puerta. Que hablen con Stelio para los detalles de la misión. Avise a la misión Beta, por favor, de que ya pueden pasar.
Apenas salió, Matt se acercó a Lilyum y le espetó a bocajarro:
-         Eres un perro. Esto no es una misión militar. Y no puedes tratarme…
-         Esto no ERA una misión militar.- se rio él entre dientes- Kramen acaba de declarar la Ley Marcial.



jueves, 14 de noviembre de 2013

El Color que Cayó del Cielo



Dia 48. Año 6.
11:34 A.M
La sala de reuniones estaba a rebosar, llena de todos los técnicos y oficiales de la estación, hablando unos con otros, que se preguntaban las novedades, las razones de la reunión, o hacían acopio de los rumores, o simplemente se chismorreaba sobre cualquier tema, tuviese algo que ver con la reunión o no. Pero como siempre, todos, del primero al último, callaron cuando el Comandante Kramen hizo acto de aparición por la puerta trasera, exactamente a la hora fijada (aunque fuera, claro, cuatro minutos después)y a partir de que se sentó, todos, como marionetas al son,. se sentaron también. Y por supuesto, las puertas se bloquearon entonces. Kramen no soportaba que nadie entrara (o saliera) una vez la reunión estuviera comenzada.
El ritual siguió: Kramen cuadro sus cosas, carraspeó un poco para darse importancia, miró el reloj mecánicamente, se sirvió un buen vaso de agua, lo apuro de un trago, se limpió con su pañuelo de seda y cruzando las manos empezó a hablar:
- Comienza la reunión.
Y era entonces cuando reiteraba de forma inútil, pues nadie hablaba ya:
- Silencio, por favor.
Por supuesto, nadie hablo ni pidió la palabra, eso era poco menos que blasfemia para Kramen, y la blasfemia en esta base se castigaba con la lapidación.  Este seguía mientras con su cabeza gacha, como si meditase en algo trascendentalmente importante; y así se quedó un minuto o menos. Transcurrido ese tiempo, se irguió de nuevo, poco a poco, y cuando por fin la nariz hizo un ángulo recto con los hombros, sus ojos recuperaron el fulgor, y a sus labios retorno la seguridad.
- Como les supongo informados ya, ayer se dio un curioso... - miró el techo de pronto, como si calculase o hiciese algún tipo de malabarismo mental.- acontecimiento. Si, esa es la palabra: acontecimiento.  Ayer ocurrió, probablemente, el mayor y más importante acontecimiento desde que estamos aquí. y...
- ¿Un meteoro? ¿La caída de un meteorito en Marte es el acontecimiento más importante? -pregunto sardónico Dideyei. Estaba claro que los "radios” no tenían respeto por nadie ni por nada. Cada año, toda la ponzoña se la llevaba él. Kramen se limitó a fulminarlo con la mirada antes de seguir.
- Ese acontecimiento podría haber acabado con todos nosotros. Creo que...
- Pero no lo hizo. -Dideyei tenía fama de infatigable (y de gilipollas). - Y creo que hay otros asuntos que...
- Esa es la cuestión.- zanjó Kramen. Y por la mirada que le echó al técnico, estaba claro que no soportaría otra intromisión.- Según los números deberíamos haber muertos todos ayer, o cuanto menos, haber sufrido graves daños en todas las infraestructuras. Y en cambio, aquí estamos todos, vivitos y coleando y además enteros. Ni un solo rasguño en toda la base.
Todos quedaron blancos como estatuas, fijos en sus asientos.
Por un momento, nadie hablo, calibrando la trascendencia de esas palabras, hasta que Stelio, en un alarde, reunió el suficiente valor  como para desafiar la ira del titán.
- Perdone, comandante, pero creo que recordar, si no me falla la memoria, que las posibilidades de sufrir algún tipo de daño eran del 5%. No creo, por tanto, que sea sorprendente que...
- Las cifras fueron convenientemente disfrazadas por mi parte, por decirlo de manera suave, para que no se desatara el pánico. Las verdaderas cifras distaban bastante de las que hice públicas.
Sentada a su derecha, Matild asintió.
- Entonces... ¿Cuál eran los daños esperables?- intervino Dideyei.
- Digamos que... -leyó algo en su ordenador de lentilla- mucho más... dramáticos.
El silencio se impuso otra vez, con total naturalidad, y allí se quedó, como una pesada losa, hasta que de nuevo Stelio reunió otra vez fuerzas para una nueva andanada. Al fin y al cabo era el Capitán: el máximo responsable después de Kramen..
- Pero eso no tiene sentido. El proyectil cayó bastante lejos de aquí, la masa era pequeña, y la velocidad, para ser un asteroide, no era muy grande. No tenía porque...
- Lógicamente, en este caso también manipule los datos. Toda precaución era poca, máxime tratándose de tipos tan agudos como ustedes. Precaución que se demostró a la vez, inútil y necesaria. Ayer estaban demasiados nervioso, sin duda, como para hacer cálculos, hoy, no sirven más que para demostrar una falta de coherencia.
- Entonces... ¿cuáles son las verdaderas cifras?
Kramen capitulo. Estaba exhausto, y el debate no continuaba.
- Ya he contestado antes a esa pregunta. Pero por esta vez, voy a hacer una excepción- carraspeó- Veamos. El objeto tenia un diamtro aproximado de 850 metros; una densidad de mas o menos el hierro (esto es, unos 8000 kg por metro cubico), cai con un ángulo de 41 grados y a una velocidad de 32 km/s. Teniendo esto, el resto es sencillo: pura matematica. Simplificando: el tamaño del crater deberia ser de unos 12 km de largo por seiscientos treinta metros de profundo, o lo que viene a ser lo mismo, unos docientos metros por encima de la punta del Empire State.

El jefe, el amado jefe, aquella torre ciclópea de mármol, el guardián infatigable, el severo jefe, todo aquello se acaba de derrumbar ante sus ojos. No solo les habían mentido y engañado, no, también se había quedado allí, tranquilamente, esperando su destrucción sin decir una sola palabra  a nadie. Podían haber muerto todos en la más absoluta ignorancia. Kramen había sufrido un golpe muy fuerte con todo aquello, y el mismo lo sabía, pero no podía hacer otra cosa ya.
Pero era demasiado orgulloso como para dejarse vencer tan fácilmente.
- La cuestión es sencilla. Según nuestros cálculos, había una posibilidad alarmante de sufrir numerosos daños, sobre todo en el sector norte, el más cercano al punto del impacto, que imaginamos que se hudiria en el crater. Los daños en el este, también deberían haber sido reseñables, como consecuencia del terremoto. Como se pude apreciar en la imagen holográfica central, todo parece estar perfectamente. Todo está intacto- remarcó- no hay el más mínimo daño. Ni siquiera el terremoto (que según nuestros calculos, deberia ser de magnitud 8) ha superado nuestras defensas.
Metelio, el jefe de la sección Norte (y una de las personas más interesadas, lógicamente, en todo este asunto) preguntó entonces:
- ¿Cuando hubo constancia de la llegada del meteoro?
- A mí se me informo seis minutos antes que al resto de la tripulación- contesto Kramen con franqueza.
- ¿Y no hubo manera de actuar contra esa cosa?  Tengo entendí que tenemos un buen dispositivo contra este tipo de objetos...
- Tratándose de meteoros, la previsión es fundamental. Sí, tenemos un sistema balístico para interceptarlos, pero el margen de tiempo era excesivamente escaso. No había tiempo material para hacer bien los cálculos. Y aunque lo hiciéramos, estaba ya tan cerca que corríamos el riesgos de que el remedo fuera peor que la enfermedad al fractúralo en varios pedazos, y que en vez que la onda aniquilase dos sectores una lluvia de metralla bombardease todo el complejo.... muy poco conveniente. Espero haber resueltos sus dudas, porque les necesito ahora !Matild!
La guapa rubia se levantó, apretó el botón de un mando, y comenzó  a caminar hacia el centro de la mesa e hizo "click". El holograma del centro cambio hacia una imagen que habían visto ayer. Una gigantesca roca parda, moviéndose a toda velocidad sobre un espacio vacío, con una cuenta atrás que se veía en una esquina. Tardaron un par de segundos en darse cuenta de que era el video el meteoro.
Kramen se inclinó hacia adelante y apoyo los codos en la mesa, con los ojos fijos de emoción en el video. Quedaban treinta segundos de video.
- El resto del video ha sido inspeccionado segundo a segundo sin resultado. Sea lo que sea, o bien paso aquí, o bien no paso. Pero los datos previos indican que algo ocurrió...Veamos.
La imagen mostraba el meteoro, a un velocidad visiblemente más lenta que el video original.  A los veinte segundos entraba en la "atmosfera" marciana (una centesima parte de la terrestre), aunque reforzada por la emisión del dióxido de carbono de estos años, el oxigeno vertido a la atmosfera y algún gas de desecho más, lo que la hacia notablmente mas densa que la original.  Una tenue fricción ilumino de repente la roca, haciéndole brillar en un color azul eléctrico, que rápidamente paso a rojo incandescente. Poco después, según pasaban los segundos se iban arrancando pequeños pedazos, poco mas que rocalla. En el segundo catorce, un pedazo más grande quedaba atrás, describía una parábola y desaparecía de la vista de la cámara. En el segundo doce, el objeto daba un pequeño bote, y más rocas saltaban desde atrás. En el segundo nueve, un nuevo bote y una estela de rocalla se divorciaban de su estela. En el segundo siete una grieta era visible en el centro de la estructura. En el segundo cuatro el suelo ya era visible. En el segundo tres o dos y algo, la roca golpeaban y se veía una explosión que lo llenaba todo. El resto eran líneas de estáticas.
- Bien, eso es todo- dijo Kramen- Yo mismo lo vi antes y no aprecie ningún a irregularidad. Si quieren podemos volver a verlo cuantas veces deseen, hasta aportar algo de luz al asunto. Quizás...
- Perdón, señor- le interrumpió una débil voz desde la derecha.- Me gustaría volver a ver...
Kramen contuvo un bostezo y le echó una mirada aburrida. Era un joven del ala científica, un muchacho con cara anodina y rostro despistado. Kramen no sabía cómo se llamaba, ni siendo sinceros, le importaba lo más mínimo:
- ¿Que parte quiero volver a ver?
- Segundos veinte en adelante, por favor.
Kramen asintió e hizo una seña a Matild.
El meteoro, delante de él, volvió a la vida de nuevo.
- Pare- dijo de nuevo.
El video se detuvo justo en el segundo catorce. En ese preciso instante, un pequeño trozo de roca salir disparado hacia atrás, desde el núcleo central, como una lasca de un trozo de sílex al que se hubiera golpeado para sacar una astilla. Aquello ocurrió en medio de un fulgor algo extraño, que hacia todo el proceso poco visible.
-          -Avance.
El meteoro continuo su marcha, el pequeño pedazo saló de escena el segundo siguiente.
-         - Atrás.
El trozo volvió a unirse al cuerpo, y el conjunto volvió a ascender.
-          -Avance de nuevo y deténgase justo en el segundo catorce coma tres.
Matild obedeció puntualmente.
-          -Amplié, por favor.
Matild tecleó algo, y toda la pantalla quedo cubierta por una cuadricula verde. Números en un eje, letras en otro.
-          -¿Qué coordenadas?
-          - H7. – era el sector donde surgía el pedazo. Cuando se amplió, tenía una forma casi esférica, pero cuando más se amplió, mas borroso se veía.
-        -   ¿Puede continuar el video mientras sigue al objeto?
-        -   Puede intervalo, cuanto menos- contestó Matild.- Pero solo funcionara en el lapso de tiempo en que este permanezca en pantalla.
-        -  Hágalo, por favor.
Se volvió a ver el meteoro, esta vez, con un círculo color verde rodeando el pedazo, y una raya que unía este con la parte superior de la imagen.
-          -¿Podría darme una cascada de datos de ese objeto?
-        -  Puedo cursar la orden. Lo que el ordenador nos dé, ya es otra cuestión.- y de nuevo tecleo en  el monitor.
Una columna en la parte lateral era visible, pero de aquel pedazo no se pudo sacar nada nuevo. Apenas se podía ver como caía con una trayectoria circular.
-          -Vuelva a repetir la grabación. Coloque las cifras en la parte lateral, ampliada y ralentizada, claro.
-         - Claro, como quiera.
Las cifras comenzaron a desfilar con enorme lentitud, al ritmo parsimonioso de las imágenes. 37 859./36.859/ 35.846/ 34.747.
-          -Dios- dijo el hombre con el rostro desencajado.
-         - ¿Qué le pasa?- pregunto sorprendida Matild.
Kramen le observaba, las manos trémulas de emoción, los ojos desorbitados de interese. Algo había captado de todo aquello que le entusiasmaba.
-         - Esa cosa… sea lo que sea…. Se separó del meteoro… y luego ha frenado su caída.
-          - ¿Qué ha qué?
Kramen había permanecido en respetuoso silencio hasta ahora, pero en ese preciso instante, negando con su cabeza, repetía como una letanía:
-          Dios mío…Tiene razón.
-          Está frenando…. Dios.
Un terror supersticioso  invadió la sala.
Desde la esquina donde estaba sentado, aquel hombre se levantó, recorrió la distancia que lo separaba de Matild y le cogió el puntero laser. Apuntado al objeto, comenzó a decir:
-          Lo primero en lo que me fije fue que en ninguna parte del resto del video se desprende nada tan remotamente grande. La fricción no es lo suficientemente fuerte, la atmosfera no es lo suficientemente gruesa como para ello. Y sin embargo, ese trozo salta de ahí. Salta de un forma extraña, describiendo una parábola casi circular. Era singularmente extraño, aunque sin más datos, no probaba nada de nada, desde luego. Pero luego me pareció como si… - trago saliva. Estaba visiblemente excitado- bueno, cuando tuve los datos no tuve dudas. Esa cosa frena. No sé lo que es, pero no hay dudas. – hizo que corriera otra vez el video- Y si se fina detenidamente- dio marcha atrás y luego hacia delante de nuevo- es cierto que frena. Olvídense del meteoro y lo verán. ¿Ven? Eso frena- repitió.
-         -  ¿Y eso es imposible? No soy físico pero…
-        -   Ley de Conservación de la Energía y la Materia. Es física elemental. Ese trozo no puede haber frenado a no ser que haya otra fuerza que lo compense- le cortó el otro.
-          -¿Quiere decir que eso es’
Kramen sentado tranquilamente, asentía con los ojos cerrados.
-         - “Eso” es un objeto artificial, incrustado el meteoro. Está claro como el gua.- termino y se sentó.
Abatido, Kramen se giró hacia el hombre de los ojos saltones y le dijo:
-        -  Es usted siquiera consciente de las consecuencias de lo que esto acarrea?
      Él se levantó de nuevo, como un alumno contestando a un profesor, y dijo simplemente:
-          -Yo no digo nada. Los datos dicen esto. Yo solo digo lo que dicen los datos. – por lo visto, era más hábil razonando que hablando, eso estaba claro.
Quizás se esperaba una respuesta tajante, o una afirmación, o incluso una burla. Pero no es esperaba algo tan crudo e irrebatible. Dejo caer pesadamente la cabeza entre los brazos, hasta que su frente se posó en la mesa.
-      -    Perdón, señor. ¿Esta insinuando que esa cosa es bueno… extraterrestre? ¿Qué “eso”, ese meteoro es el primer contacto?- preguntó Steve, un biólogo del Ala Sur.
-        -  Bueno, yo también lo soy  ¿No?- bromeó Aarón desde el otro lado de la mesa. La concurrencia estalló en carcajadas.
-          -¡Pregúntale si quiere un primer contacto, Aarón!
-         - ¡Señores! ¡Señores! ¡Seriedad!- graznó Kramen con un mal disimulado enfado. ¡Ya basta! La situación es muy grave…
-          -Debemos hablar con Júpiter.  El Mando debe saber esto. Esto…
-          -¿El que debe saber? ¿Qué un pedazo de roca ha saltado de un meteoro y ha frenado un poco? ¡Por favor!  ¡Basta de chorradas!- Stelio tomo aire- Hace falta más que un pedazo de roca para poder asegurar que hay marcianos hay fuera. ¿No les parece? Una cosa tan nimia…
-        -  ¿A ti esto te parece nimia?- le interrumpió el hombre de aspecto distraído.
-         - Seamos serios. ¿Qué es lo que tenemos para asergurar algo’ Nada en absoluto. Si, bueno, una roca que salta de un meteoro y frena. Si bueno ¿Y? Vamos a ver. Podria ser que los instrumentos estuvieran mal.
-          -La roca frena visiblemente.- le recordó el otro.
-          Quizás sea un efecto visual. Quizás hay un fallo en la imagen. ¿Estuviste tu hay, debajo para verlo? ¡Por favor! Para afirmaciones extraordinarias se precisan pruebas extraordinarias ¿No?
La gente comenzó a asentir. Si; no era descabellado, la historia de la exploracion espacil estaba llena de falsas alarmas.
-          -¿Es acaso poco frecuente que haya una mala calibración de los datos o que las cámaras tengan algún fallo?
-        -  Es algo muy común.- remachó alguien.
-        -  Por supuesto.
-         - Claro, me parece que hay un poco de envidia aquí. Hasta que esto freno, nadie dijo que la camara podría estar mal. Supongo que se han revisado los archivos ¿No, es así, comandante Kramen?- le echó un cable Aaron.
-         -  Bueno,  claro, la…
-        -   La navaja de Ockham, amigo.- esgrimió Stelio.
-         -  La Física Cuántica, querido. –replicó Aarón haciendole una reverencia por encima de la mesa.
-          - ¡Ya basta! ¡Suficiente!- bramó Kramen como un león furioso. - ¡Niños, por Dios, son iguales que niños! ¡Piensen! ¡Razonen! ¡Debatan! ¡Pero por favor, déjense usted de tonterías!
Pero aún y con todo, no fue suficiente. El odio ciego había dejado atrás el debate serio: ahora simplemente la gente se insultaba y se lanzaban recriminaciones unos a otros, sin escuchar a nada o nadie.
¡Kramen agarro una jarra de agua y la estrello contra el suelo, único medio visible de recuperar el silencio!
-         - ¡Bueno, está bien! ¡Se acabó! Váyanse a calmarse a sus dormitorios y mañana los veré! Hasta entonces, procuren madurar ¡Afuera, afuera! ¡Afuera y Adiós! – aulló señalando la puerta.
Un grupo tras otros, poco a poco fueron saliendo, cuando por fin el último abandono la sala, volvió el silencio.  Todos excepto Matild, claro que aún seguía con él.
-          -Matild, no te marches aún. Necesito el expediente completo del tipo que ha hablado primero, el que descubrió lo del meteorito. ¿Cómo se llama?
-          No lo sé, señor. Debe ser nuevo aquí haber llegado hace poco. Pero si me da una hora, tendrá listo el informe…
-          -No, Matild, no una hora. Que esté listo para mañana a primera hora. Quiero descansar. Todo esto…Ha ocurrido tan rápido. La tensión ¿Comprende? Necesito descansar.
Matild asintió.
-          -En ese caso, no le molestaré más, señor. Yo…
-         - No. Aún no. Espera. Necesito otra cosa. Necesito para la misma hora, otro informe, este con las personas que se consideren más capacitadas, dentro del ámbito científico, para una misión muy delicada. ¿Vale?
-        -   ¿Quiere que yo haga la selección final o simplemente, que le haga una relación?
-         - Una relación, simplemente. Yo hare la selección final. Tu  trame simplemente los informes.
-         - ¿En qué áreas, señor?
-          -Necesito una lista de todos los jefes de sección. Otra con los científicos más sobresalientes de las siguientes áreas: biología, física, química, medicina, matemática, medicina y psicología. Especialmente quiero  verlos del área de física, el resto me importa menos. ¿Entiende?
-        - Sí, señor.
-         - Mañana a primera hora. No se le olvide.
Matild se marchó deprisa. Hoy se acostaría tarde y mañana se levantaría temprano. Ser la secretaria del jefe a veces no compensa.
Un minuto después, ya más relajado, Kramen abandonó la sala.
La puerta se cerró detrás suyo.
Cinco segundos después, la luz se apagó.