martes, 28 de agosto de 2012

El Clan del Oso Cavernario


Mooberstam, 19 de Marzo del 296.

Eran las tres de la tarde.
Ni el mas minimo ruido rompia la quietud del palacio, a pesar de la fecha.
Alla, afuera, justo al otro lado de muros, guardias y lanzas, estaba la multitud, ansiosa, rugiente, enloquecida, gritando, aullando, aglomerandose y luchando para conseguir una plaza mejor. A pesar del esperos de paredes y muros, y la lejania de la plebe, Bakthash escuchaba nitido como coreaban su  nombre y apludian entre vitores, y lo acalmaban.
Patea un perro y te lamera los pìes, era uno de sus frases favoritas.
El era cruel, pero era necesario para mantenerlos a raya. Y ellos los sabian, y se lo agradecian. Risas y fanfarrias se permitian hoy, en un dia tan señalado. Mañana volveriran a la realidad, a la cruda y dura realidad.
Sus manos ansiosas acariciaron el pomo de la espada. El soñaba con guerras, botyines y conquistas, con hileras de esclavos tras sus caballos y lloraronas delante suya, no con fiestas y banquetes, pero sabia que a veces, para ser cruel hay que parecer amistoso.
Se sirvio una buena copa de vino y se acerco triunfante y generoso al balcón de su despacho. Sonriente, brindo su copa a la multitud que ahora la aclamaba, y se lo bevio de un trago.
Justo cuando el borde de la copa de despego de sus labios, sonaron las campanas de la Iglesia Maxima. Alguien soloto bandas de palomas blancas desde varios rincones, y sus niveos aleteos poblaron los cielos disputando una con otras cada metro de aire. Bakthash hizo un gesto de asco anta tanta ñoñeria. El queria solatr cuervos, o mejor aún, halcones de presa; pero el debil de su chambelan le habia convencido de que el pueblo amaba esta clase de gestos amables; y que renegaba de todo lo oscuro y siniestro. Eso le habia herido, pues el era monarca de caza y presa; no de ramas de olivo., pero termino por ceder cuando su esposa -su futura esposa, en realidad- estuvo de acuerdo con él. Maldito sea por ello este imbecil.
Apoyo sus manos con fuerza y se engancho a la barandilla como un ave de presa.
Esta torre era su nido. Y sus aguilichos...
Sus aguiluchos acababan de hacer acto de presencia ahora mismo.
Legión entre legión, fuerza sobre fuerza; la Cohorte de Caballeria de los Angeles de Hierro Invictos comenzaron a surgir por las barbacanas; cruzando en puente levadizo hacia la Capital.  Sus negros estandartes, sus armaduras negras, las armas negras; los dragones estampados en oro y grana; los grandes cuernos resoplando; su perfecta fromación al trote ligero, todo en ellos era un dechado de perfección y simetria, orden y discplina. Con que gustyo cabalgaria a su frente en vez de quedarse aqui, observando desde el balcón su marcha. Nadie queria a los Angles mas que el mismo; y a nada queria mas en este mundo que a ellos; pues sentia, que en realidad, el no era mas que uno de ellos, solo que con otra misión. Para vencer hay que ceder, le habian dicho en algun a ocasion, y aunque el no estaba de acuerdo (el solia decir entre risas, que para vencer hay que romper) si apreciaba la belleza del aforismo. Golpe inesperado es doble. No es que al le importase. Cuando se tiene poder se ignora tales argucias como cosa de debiles. Pero Bakthash sabia que para mata lo mismo el puñal y la espada, la flecha y la maza. Y si la cuestion era matar, que asi fuera.
En ese momento otros cueronos resonaron en el patio y retumbaron contra las torres y el muro, y la infanteria hizo acto de aparición. Ponzoña, penso. Carne de cañon, basura. Fueran los Sargentos de Lyntkil o la escoria de la guardia urbana seguian siendo, en el mejor de los casos, todo aquello que no servia o no podia montar a caballo. Habia quein decia que el Monarca deberia estar orgullloso de su infanteria; que con su duro entrenamiento era la mejor del mundo; las mas dura y recia, la mas fuerte, y el solia responder que lo estaria,cuando su Infanteria montara a caballo. ¿Se imaginaba alguien a el, al poderoso Emperador, rey de todo cuando acontece, entrnado caminando en un triunfo apoteosico? !Bah! Escupio desde su balcon a esa ralea de ratas.
Detras de su desfiles, salio las familias nobles por rango. las menos distinguidas primero, y luego en orden de cercania al monarca. Las mas cercnas saldrian las ultimas. La familia de su futura esposa, los Harkonen, saldrian los ultimos, por supuesto. Otra ralea. Esta de aduladores y mentirosos, pero con dinero, o por lo menos lo aparentaban (algunos mejor que otros, todo hay que decirlo)
Alguien llamo a su puerta.
- !Entre!- ordeno regiamente.
El criado entro dudibativo, como siempre que interrumpia a su real señor; y comenzo entre balbuceso:
- Perdonde, Emperador, perro todo esta dispuesto. Su carroza le espera, y...
- !Bien! !Bien! !Muy bien!- le interrumpió- Puede retirarse . !Que me traigan mi cetro!
- Como digais, asi se hara, Alteza.
Habia llegado la hora de tirar el pan entre los cerdos.
Se sirvio otra buena copa de vino, y la apuroi de un solo trago.
Se limpio la boca con la manga.
Arrojo la copa por encima del hombro, y salio de la habitación hacia su carroza imperial de sesenta y cuatro caballos.
La copa continuó rodando con el impulso, hasta topar con la pata de una silla; y alli quedo detendio derramando las ultimas gotas de liquido hacia el pulido enlosado. Una gota se balanceo de un extremo a otro de la comisura de la copa, y brillante de puro oro, se desprendio y golpeo contra el suelo.
Kroom Uber Alles, refulgio en el borde, por un instante.


martes, 21 de agosto de 2012

Así Hablo Zaratrusta

Harthakón, 27 de Junio del 296
La muchedumbre rugia enfervorizada. Mas o menos la mitad de la ciudad estaba alli; oquiza más, lo que siempre atrae a las moscas, como se suele decir. Una tras otro el humilde tendero, el secillo panadero, el pescadero y el verdulero, el vendedor de esclavo y el esclavo, el liberto y el comerciante; pero no solo ellos: los grandes nobles, los terratenientes, los que poseian enormes flotas o arrendaban las minas o se encargan de los impuestos o aprovisionaban al ejercito; todos ellos tambien estaban alli; aunque claro, no se iban a mezclar con aquella caprichosa chusma, asi que disfrutaban del espectaculo desde sus marmoleas terrazas bajo sombrillas de seda, o desde sus caballos o camellos, suavemente abanicados por sus esclavos, custodiados por docenas de matones o guardias armados. Los otros se conformaban con el suelo y la sombra de una hoja de palmera, si tenian suerte; y se acompañlaban unos a tros en el sofocante calor.
El grietrio era ensordecedor, asi que aunque el Magistrado alzo la voz todo lo que le permitia su gastado voz no se le escucho mas alla de lasd primeras filas. Alzo las manos, y por fin se obtuvo un renqueante silencio cuando docenas de trompetas y cuernos atronaron el aire, subiendo poco a poco por encima de el ruido de la muchedumbre y se impusieron. Poco a poco y casi con desgana las voces se acallaron; y se hizo el silencio mass absoluto: tanto era asi que hasta el zumbar de los insectos era ahora perceptible. Tan solo ellos y los ruidillos de los animales rompian ahora ese muro.
El Magistrado alzo de nuevo los brazos, y forzando al mite, comenzo por fin:
- !Pueblo de Harthakón ! !Nos hemos reunido hoy aqui para juzgar a aquellos que debido a su ineptitud han hecho caer un manto de verguenza sobre todos nosotros!- el griterio estallo de nuevo, furioso; el Magistrado pidio clama de nuevo- !Que pase el acusado!- ordeno.
Todos, desde el primero al ultimo volvieron la cabeza; girandose hacia el pasillo que les dividia en dos, y virton a un hombre, o un bulto que asemejaba tal, un hombre- o lo que quedaba de el- que conocian bien: Nommah.
Hce algun tiempo, hace ahora exactamente cuatro años;la misma multitud que ahora rugia tremula de ira; le hubiera aclamado por encima de las nubes, pronunciado su nombre " Nommah,  Nommah,  Nommah" como si se tratase de un ensalmo mágico. Hoy tambien coreaban su nombre, pero el contexto era -!ay!- ciertamente diferente.
Los dioses tenian un retorcido sentido del humor, como bien habia dicho Salduri ciencuenta y siete años antes.
Con la orgullosa testa bien alta, Nommah recorrio lentamente el camino hacia el Templo. Nop pida caminar bien, pues cojeba de una pierna; y ni siquiera veia bien. si no fuera por los guardias que le rodeaban tan ferreamente que en realidad lo llevaban en volandas, seguramente hubiera caido en algun punto o se hubiera detenido a recobrar el aliento. O quizas no, por que la turba no limitaba a palabras sus vituperios: contra el se lanzaban piedras, dardos, inmundicias y hasta el cadaver de un perro cayo a sus pies arrojado desde alguna ventana. Por suerte, un trozo de teja golpeo a la cabeza a un guardia y estos decidieron cargar lanza en mano para restablecer el orden; tuvo asi una peonsa sastifaccion, pero duro poco.
Cuando alcanzo su lugar en el estrado, no hubo muchas cereominas: el Magistrado se puso a relatar punto por punto todos los cargos que se le imputaban, y no eran pocos. Con gran entereza escucho toda aquella retahila de disparates, mentiras e invenciones; pero mantenia la boca cerrada, como mandaba la tradicion. Bastante tenia ya con lo que le habia torturado: su cara desencajada estaba amoratado, sus labios estaban partidos, le faltaban varios dientes y llebava los brazos atados a la espalda para que nadie se diera cuenta que le habian roto las manos. Bajo la capa de acusado;  tenia la espalda estaba en carne viva, producto de mas de un centenar de latigazos; y le habia echado sal a las heridas . De todas las maneras el femur que le habain roto era meridiamente visible en su cojera, por lo que mantenerse de pie era un suplicio, pero el resistia sabiendolo pasajero.
La voz del Magistrado ceso su acusación; tras alargar todo lo posible su perorata con todo tipo de repeticiones, exageraciones, figuras retoricos y sofismas: hasta tres veces le habian acusado de la mimsa falta con palabras distintas. Daba igual como el mimso sabia su condena estaba cifrada de antemano. Pero como las formalidades deben ser observadas, el Magistrado pregunto a la plebe:
- Habies oido, oh, pueblo; la lista de crimenes, faltas y mezquindades del reo; la lista de sus agravios e inpetitudes. La verguenza de nuestra derrota y de la paz impuesta le correponde a él, y no a nuestro magnifica raza. Asi pues ¿Cuál es vuestro veredicto inapelable?
- !Muerte!- aullaron todos a uno, como un solo hombre- !Muerte!- gritaron las mujeres- !Muerte!- vomitaron los ancianos- !Muerte!- !Muerte!- chillaron los niños- !Muerte!- gritaron el pobre, el mendigo y el enfermo- !Muerte!- gritaban los esclavos- !Muerte!- gritaton todos ellos.
- !Sea pues!- contesto entre el delirio general, alzando su diestra.
Nammoh trago saliva y bajo la cabeza, derrotado. Ciertamente no esperaba otra cosa, pero ver este espectaculo le deprimio igualmente, y tuvo que hacer esfuerzos titánicos para mentenerse en pie.
Dos guardias lo agarraorn con manos ferreas y lo alzaron del suelo como a un pajarillo, y asi se le traslado al circulo de Piedra del Templo Máximo., bajo la Estatua del Condenado, como demandaba la tradicción, una estatua gigantesca de bronces negros con forma de demonio cuyas pies estaban cubiertos de sangre y en cuya boca ardia peremne una llama. Justo a su lado estaba representada Meth, Diosa de la Muerte, y Sentailr, Dios de los Juicios, formando un triangulo horroroso.
Le arrancaron los cuatro harapos que llevaba puestos y le pusieron los brazos en cruz, sujetos de dos recias amarras de barco; otras cuerdas asieron sus tobillos para mantener sus piernas sepradas. Hecho lo cual le alazron del suelo por un sistema oculto de poleas.
Namoh miro en derredor, sobre el furioso gentio. El valor se le habia agotado hacia rato y temblada de los pies a la cabeza, de manera tan visible que oscilaba en el vacio de un lado a otro como un pendulo.
Muerte habian gritado. Y muerte tendrian.
Una soga se le anudo en el cuello, se escucho un sonoro crujido y el reo cayo a plomo.
Una estaca afilada le recibio cuando aun faltaban dos metros.
Un chillido del averno raso el aire, y aún la rugiente mutitud se estremeció, y nadie pudo evitar apartar la mirada.
No llego a hundirse del todo, la soga lo impedia; y alli quedo un rato.
La sangre comenzo a brotar serena, salpicando los pies de la estatua.
Una llamarada broto de las fauces del dragón; y la multitud aullo en infernal extasis.
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Akenanh, 22 de Junio del 296.
Desde la cuidada estancia se podia ver con toda claridad los grandiosos puertos. En las darsenas inmurables, una tras otro se perfilaban el perfil de los enormes navios; una tras otra se amontaban las velas; una tras otro los poderosos mastiles apuñalaban el cielo. Las naves, ya cargadas completamente, parecian dormir placidamente, descasando para futuros peligros y fatigosos viajes. La sauve brisa que aliviaba del calor de la noche parecia despertales, pero fue una ilusion efimera: pronto la noche volvio a ser tan calida e infernal como siempre.
Docenas de soldados patrullaban, vigilaban y hacian guardia en todos los angulos, uno en cada esquina y dos en medio; o simplemente se limitaban a pasear. Nasher sabria cuantos hombres y cuantas naves habia alli dispuestas, preparadas para la batalla.
Era una vision maravillosa, una demostracion de un poder insondable. Maravillosa en verdad, claro, para todos aquellos que no tuvieran que oponerse a tamaño poder desatado; maravillosa, si uno era dueño de semajante. Pocos mortales podian jactarse de disponer de parecidos recursos, pocos habian dispuesto de ellos en el pasado y poco dispondrian de ellos en el futuro.
Para Shelimé, era una vision que estremecia de placer, aunque no podia evitar pensamientos encontrados al ver su colosal obra. Contruir y armar todo aquello habia sido un gasto terrible. Y si a eso se le sumaban las levas, el adiestramiento dse las dotaciones  uno no podia menos que enarcar las cejas de asombro ante una suma tan abultada.
Fuera como fuera, reunir este poder era un privilegio, un privilegio a la que ella tenia acceso, para desesperación de muchos. Su antiquisima estirpe - si era cierto los anales, y ella no tenia por que dudarlo, pues le beneficiaba, el suyo era el linaje mas antiguo del mundo- estaria ciertamente orgullosa de ella, de su magna obra, de lo firme de su pulso y de su garra de acero.No en vano se decia de la Reina de Opalo que su faz de Oro escondia un cerebro de bronce.
Pero en su mente le atormetaba el saber de que en un lejano pasado, su dinastia habia reunido aun mas poder en sus manos. Mucho más.
- Echek- declaró, y se levantó de la mesa, absorto en sus pensamientos.
Su oponente, el sabio y benevolo Timbué, se meso la barba, como solia hacer cuando se desperaba, esto es, una vez por minuto, mas o menos, ante la menor señal de desatino; y comenzó a cavilar con su particular bufido concentradose en la partida que tenia delante.
Shelimé mientras, se alejaba ahacia la galeria de arcos exterior, tratando de refrescarse con la brisa marina. Apoyo los codos y bajo la cabeza hasta apoyarla encima de ambos manos cruzadas; y reposo su vista en el vaiven de las olas. Era una vision que siempre le tranquilizaba en momentos de nervios.
Era una jugada peligrosa, un "Echék" en toda regla. Pero su estandarte reazaba "Eritaí". Eternidad. Un sueño. Ahora tan solo una palabra, sin nada que la respaldase. Hasta ahora, se habia tenido que limitar a soportar todos aquellos insultos, burlas y desprecios en silencio. Pero hasta ahora un sueño tan solo. Un sueño de gloria, de infinitud. Pero un sueño que comenzaria a materializarse muy pronto.
Su mirada se cernió sobre el hirozonte, donde solo la Luna marcaba la diferencia entre el cielo y el mar.  Alli, a lo lejos, creyo ver una luz, un distante y lejano fulgor, como el de una estrella entre nubes. Quiza fuera fruto de su imaginación, después de todo, o quiza no.
Pero alli estaba su objetivo. El primer paso de su sueño. Grandes acontecimientos tienen pequeños comienzos. Una isla repleta  de minerales, cuna de pasadas riquezas, pero hoy solo un nido de piratas y ladrones. Una afrenta para todo lo que representaba ella; para toda su estirpe. Una afrenta que terminaria hoy. El momento era el adecuado. La situación era la precisa. Las noticias eran correctas. Todos se estaban preprarados, y ella habia colocado sus fichas sobre el tablero.
Su mirada se poso sobre las hileras de mastiles, y el orgullo inflamo su pecho. Repaso uno tras otro los estandartes desplegados, y vio en ellos el color ambar con los tres triangulos concentricos.  Por nun instante, el viento se levanto y los estandartes flamearon con fuerza.
Sacudio sus cabellos; y por un momento; rio, terrible toda ella; y sus carcajadas se perdieron por el palacio.
Abajo, el sabio Timbué movio una pieza.
- Echaké- anuncio triunfante.
Echaké, si. Echaké. Echaké.