sábado, 31 de diciembre de 2011

Da uomo a uomo


Su despacho es enorme, con una amplia cristalera que ocupa toda la pared sur; una mesa escritorio gigantesco en madera noble y tapices, cuadros, esculturas; el repertorio habitual del “tengo mucho dinero, mira, mira”. El se sitúa detrás de la mesa, en su silla y mientras se quita las gafas de sol que lleva (¿porque lleva gafas de sol si estamos de noche y tampoco lo estaba viendo nadie para lucirlas? Respuestas. Porque es gilipollas.) aparta un vaso de algo blanco (blanco y en vaso…) y un platillo de fresas y me ofrece el asiento.
-          ¿Leche?
-          Si y no. De cachalote. Esta riquísima. ¿Quiere probar?
-          Menuda vida te has pegado, Salvor. Yo también me dedico a matar gente, pero vivo un poco peor.
-          Bueno, es solo cuestión de organización, créeme. Pero… ¿Matar gente? - me mira con incredulidad-  ¿Y que estabas haciendo con mi secretaria?
-          Eh, que yo no la iba a matar. No sin violarla antes, por lo menos. Bueno, pensándolo mejor puede que tengas razón. Quizá Si la hubiera matado primero.
El haced un gesto de asco sin más, aunque seguro que la ha contratado para tirarsela de vez en cuando, y continúa con su cháchara:
-          Mira amigo, no estoy aquí para escuchar chistes malos e intercambiar bromas de pésimo gusto. Soy un hombre ocupado. Dime rápido. ¿Que quieres?
-          Si, es verdad, ya he visto tu “reunión”.- cojo una fresa y me la meto en la boca, mientras trago un poco de leche. Tiene razón, esta riquísima, me bebo medio vaso.- ¿Qué es lo que quiero? Muy sencillo. –le miro a los ojos- ¿Tu que crees, Salvor?
-          ¿Matarme?
Me río.
El se ríe aún más.
- Que egocéntrico. No amigo, no todavía. Todo a su tiempo, todo a su tiempo. El carro detrás de los bueyes. No amigo, no, lo que yo quiero es mucho más simple y mucho más complejo. Venganza. Contra la mierda de sociedad que has construido aquí arriba.
- Mira, hace miles de años un pastor tarado quemo el templo mas bello del mundo para conseguir la fama a cualquier precio. Su nombre sirve para señalar un desorden psicológico denominado complejo de…
- Eróstrato. Muy bien, no he venido a discutir gilipolleces con…
- No, has venido a vengarte- se burla- A vengarte. Y lo primero que haces es matar a mi secretaria.
- Hago como tu, Salvor, lo que me sale de los huevos. Y hace unos años perdí la mitad de un con un perro, así que le voy a hacer si ahora de los huevos solo me sale sangre.
Otro gesto de desprecio, y sin más, se levanta y se dirige a una mesa auxiliar.
-          Ven, acompáñame.- toca un par de botones y se alza en la mesa una maqueta, una representación exacta de la ciudad, me imagino, por lo menos el edificio central esta bien representado.
-          Esta es nuestra magnificada y poderosa ciudad. Bien, dado que tengo fama de sutil, iré al grano. Prácticamente no generamos basura ni desperdicios, y la …
-          No, claro. Nos la tiraís a nosotros. .
-          Si, pero lo hacemos porque queremos, créeme. Podíamos reciclarla si quisiéramos. Bueno, como iba diciendo, una sociedad perfecta, sin crisis energética, sin casi déficit, sin problemas de sanidad y con una gente, que gracias a la generosa educación que recibieron resuelve sus problemas hablando. No hay crímenes, ni delincuencia en las calles, ni crimen organizado. No hace falta ni policía, aunque nos aferremos aun a ella como un niño al delantal de su madre. Únicamente tenemos unas cuantas fuerzas vigilando el cubo. Nada más.
-          Si, un mundo perfecto, Salvo por nosotros, ¿No?
-          Exacto. Vosotros sois la escoria de nuestra sociedad. Os hemos condenando y expulsado, marginándoos a las tierras bajas. Os hemos privado de los recursos más básicos, redirigimos las aguas fecales y nuestras basuras allí. Os hemos entregado armas para que os despachéis a gusto. Pero por alguna razón que desconozco, os empeñáis en seguir viviendo, y no solo eso: crecéis en número y ala vez os estáis organizando, creando estructuras sociales mas complejas- Que bien habla. Ole. Me entran ganas de llorar.
-          Por todo ello hemos decidido poner fin a vuestra patética existencia. Sois demasiado violentos, imprevisibles,  peligrosos, y estáis llenos de rencor. No es nada personal, pero estoy harto de gastar y gastar millones del dinero de los contribuyentes en manteneros ocupados, en hacer planes y mas planes, en recortar de otras áreas para que una escoria como vosotros siga empañando nuestro bello sueño. Sois una rémora del pasado, una mala broma de la Mater natura, un callejón sin salida de la evolución. Como dijeron los sabios, no dejes que tu sentido de la moral te impida hacer lo que esta bien. Es hora de reclamar nuestro sitio. Die Herrsner verden herrshen!
-          Los destinados a gobernar, gobernarán. –le miró. Después de gastar las energías en el mitin que me ha soltado, se queda mirando la maqueta como en éxtasis.
-          ¿Le gustan las maquetas, verdad?
-          Me encantan. Son mi pasión. Cuando me retire, me dedicare a ellas.
-          Ya. Dígame, Salvor. Su vida ¿Vale mas que aquella lámpara?
-          Buena, aquella lámpara en concreto es de manufactura veneciana, del siglo XVIII, pero yo me atrevería a pensar que si.
-          Ya. Y mi vida, Salvor, vale mas que aquella lámpara.
El se gira y se encoge de hombros.
-          Pues yo creo que si, Salvor. No creo ser demasiado arrogante por ello. Y creo que mi vida y la de los otros vale mas que unos jodidos impuestos, que de todas formas, Salvor, te gastarías en comprar jodida leche de cachalote. Así que no creo ser demasiado egocéntrico si creo tener derecho a la venganza.
-          No lo entiendes. ¿Verdad?- sacude la cabeza- Eres inteligente, pero no comprendes lo esencial.
-          Es que lo esencial es invisible a los ojos, no te jode.
-          Es cuestión de progreso. La ciudad avanza, el mundo se mueve, nada esta quieto. Es cuestión de progreso. Cada vez importáis menos, sois cada vez más pequeños en el vasto tapiz del mundo. El os barre, no yo. Si no es hoy será mañana, si no es mañana, pasado. Es inevitable. No cambiara nada que me mates, o a toda la gente de este edificio, o lo destruyas por entero. Es cuestión de progreso, y no te puedes oponer a el.
-          Claro que puedo.
-          ¿Ah, si? ¿Puedes dar marcha atrás al reloj?
-          Eso haré. Solo he de destruir el pequeño mundo que os habéis montando ignorándonos, la que os da la tecnología para defenderos, y os habré vencido. Es hora de apuñalar las estrellas, Salvor.
-          ¿Destruir la sociedad entera? Sabes acaso cuantos millones de personas viven aquí- sonríe- Adelante.
-          Espera y verás, Salvor. Espera… y verás.
-          Bueno, tengo prisa. ¿Tienes algo mas que decirme? ¿Algún chiste de dudoso gusto, quizás? Alguna amenaza para variar?
-          No, todo esta dicho ya.
-          Bueno, pues en ese caso buenas noches y buena suerte.- aprieta un botón oculto en alguna parte- Esa puerta te conducirá fuera. Como soy un hombre de honor, puedes salir sin peligro. Sin embargo, te advierto que una vez la cruces, avisare a seguridad.
-          Que generoso por su parte. Pero recuerda, Salvor, el ejemplo de Santo Tomás.
-          ¿Eh? ¿Quién?
-          El Libro de Libros.
-          ¿Eh?
-          La Biblia, Salvor.
-          ¡Ah! Bien, no soy mucho de ir a misa.
-          Se nota, Salvor, se nota.
http://www.youtube.com/watch?v=RCUY609VPEc
O quiza una versio nun poco mas novedoda del tema  con ...
http://www.youtube.com/watch?v=XiHr7qLxOvU

domingo, 25 de diciembre de 2011

Erase una vez en América


Como un recién nacido, estoy empapado, temblando y boqueando todo el aire que mi jodido corazón me deja.
Pero he llegado.
Estoy en un lugar oscuro, que tiene toda la pinta de ser un puto sótano. Nada de destacable en él, solo se ven cajas y mas cajas y montones de humeante basura, que me imagino tiraran trampilla abajo. No quiero saber que clase de cosas tiran esta cuadrilla de hijos de puta, así que en cuando me empiezan a funcionar las piernas y recobro el aliento, me levanto y comienzo a caminar lentamente hacia donde me imagino que estará la salida.
Tras recorrer metros y metros de sótanos asquerosos, por fin veo una escalera, una puerta, y tras ella, blancos, iluminados y inmaculados pasillos. La gente con remordimientos prefiere las cosas blancas e inmaculadas. Los asesinos reconocidos preferimos menos sutilezas y menos engaños..
Los ojos me arden ahora, tras tanta jodida oscuridad. Cuando me recupero comienzo a comprobar la belleza del edificio en si. Bien iluminado, hilo musical, una temperatura optima, buenos muebles de diseño, buenos cuadros y jarrones, esculturas, un agradable olor a menta por doquier, etc…Un buen sitio para vivir, en suma, si a uno le gusta la perfección. Que asco ser tan raro. Que pena me va dar cuando me lo cargue todo.
Empiezo a buscar puntos que me sirvan de referencia y…
Pasos, delante mía.
Mierda.
Abro la primera puerta que me encuentro, esperando que este vacía, y la cierro casi del todo, pero no llego a hacerlo para tener un hilo de visión.
Por fortuna (para ellos, claro) la habitación esta vacía.
Los pasos se acercan y una melodía silbada con ellos.
En mi escondite, tenso los músculos y saco la navaja.
Apenas veo que pasa delante de mí salgo, le engancho por el cuello, tiro de su cabeza hacia atrás y de mi navaja hacia adelante, y presento férreos respetos a su bulbo raquídeo.
Entre la sorpresa, mi arma y que esta gordo como una rata de albañal, tiene pocas oportunidades. Con la nuca y la traquea atravesadas, no tiene ninguna.
Tiro de su cadáver hacia mi escondite, y le registro. Nada útil, excepto el traje que lleva, una especie de mono azul. Me lo pongo como puedo, pues sus grasas y mis músculos no encajan como deberían, pero  me lo pongo.
No puedo dejar su cadáver chorreante aquí, o me descubrirán enseguida. Vaya, vaya una ventana. Parece que alguien va a cenar hoy bien un cerdo salado a la plancha. El que lo haga no corre el riesgo de atragantarse con los huesos. Adiós.
Salgo y sigo caminando. En un plano miro la sección del edificio y la apunto mentalmente. Anota donde están los puntos neurálgicos, etc… Ya voy ideando un plan.
Camino rápidamente, cruzo varios pasillos y por fin llego a un ascensor. Me encuentro con varias personas mas, con el mismo mono azul, y todas ellas parecidas, pequeñas, insignificantes y con buenas barrigas. Se cuidan bien por aquí arriba. Me miran raro, pues no soy precisamente un mierdas como ellos, pero comprenden que es mejor no mirarme a los ojos y me dejan paso sin rechistar. Y sin no me ven, un buen empujón que haga que sus cabezas choquen con alguna esquina de mueble se lo recuerda.
-          Ultima planta, por favor.
-          Esa planta requiera autorización especial. Introduzca el código de seguridad, por favor.
-          Penúltima planta, por favor.
No se oye nada, y con gran rapidez la jaula de metal me vomita en una amplia estancia, con docenas de personas hablando, riendo como gilipollas, y yendo de un lado a otro fingiendo que hacen algo con sus asquerosas vidas. En la habitación debe de estar entrando y saliendo gente de continuo, porque nadie se fija en mí. Así que tranquilamente la cruzo y me dirijo al último piso por la escalera sin que me moleste nadie.
Por fin llego. Solo veo un par de plantas, una mesa y al otro lado de ella una estupenda pelirroja que me imagino hace las veces de secretaria. Y a su izquierda, una gran puerta de madera de primera. Voy cabía ella sin contemplaciones.
-          Perdone, señor… ¿Qué es lo que desea?
Apoyo los codos en la mesa, bajo la cabeza hasta ponerla frente a frente a la de ella, y mientras jugueteo con sus cabellos con mis dedos le digo muy suavemente;
-          ¿De verdad quieres saberlo, preciosa?
Ella me mira con sus grandes ojos azules muy abiertos y contesta.
-          Perdone, señor, pero…
-          Quiero ver al señor Alcalde. Ahora, por favor.
-          No puede ser, señor. Esta reunido.
-          Ya. Pero el me dijo que viniera hoy. Que interrumpiría la reunión por mi.
-          Perdone, señor, pero a mi no me ha dicho nada.
-          Creo que no me entiende… He dicho que tengo que ver al Alcalde. Y lo quiero ver ya.
Ahora entiende porque le acariciaba el pelo. Para que mi mano estuviera cerca de su cuello. Mientras le estrangulo con ella me subo a la mesa de un salto y le reviento contra la pared y le masajeo el pecho con mi navaja, ese pecho que sube y baja al compás de sus pulmones desatados por el pánico.
-          Creo que tengo una cita con el Alcalde. Y ni a el ni a mi nos gusta esperar. ¿Lo vas cogiendo, nena?
Su única respuesta es temblar de los pies a la cabeza. Creo que necesita más persuasión. Agarro la pluma que tiene encima de su mesa.
-          Mira cariño, debes de ser nueva aquí y no me conoces. Abre la puerta y te dejo viva. Niégate y comienzo por cortarte las venas, cable a hum- hago como que aspiro el olor de su pelo. . – a precioso cable.- Le apunto con la pluma a su nariz- O bien… Podría hurgarte con esto… Metértelo por tu cabecita…. Hurgarte las sienes, desparramar tus sesos por la mesa…. Pero es una mesa tan bonita… -Engancho el cable del teléfono y comienzo a asfixiarle con el…- No se, se me ocurren tantas cosas… Ah, tantas almas y tan poco espacio…- le engancho el meñique y apoyo mi navaja contra la última falange. Duele un huevo, aterroriza más y la deja útil. Además, los dedos sangran mucho…
-          Se acabo el juego, ricitos de fuego. Ahora vas a ver porque…
-          Suéltala- me dice una voz de hierro a mis espaldas.
La dejo con delicadeza mientras me giro lentamente.
- ¿Lo ves, cariño? Te dije que querría verme.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La Reisa dei Conti

 Si, que lista eres.
Demasiado.
La telaraña es perfecta salvo por un detalle. Por un instante, por un solo instante mantengo la cabeza fría. Y ella es un monstruo perfecto, pero quien lo creara cometió otro. Al dotar a esta bestia de inteligencia, de placer por la caza, la dotó de un  pecado terrible, el peor de todos.
La arrogancia.
Por un instante no ataca, regodeándose en su triunfo, y dándome la oportunidad de hacer una última acción. Giro sobre mis talones, estudió la telaraña y juego mi última carta.
La paradoja de la telaraña.
¿Por qué una araña no se queda pegada en su propia tela?
Porque hay trozos de la tela que no pegan, que son los que utiliza la araña para moverse por ella.
Con mi mirada recorro la tela en un segundo y encuentro lo que busco. Si fuera una araña normal no se notaria, pero aquí las marcas de uso son tan enormes que se distinguen perfectamente.
Antes que de sus garras me alcancen. Salt hacia la tela, chocó, forcejeó y vuelvo a saltar, sano y salvo al otro lado.
Ella chilla furiosa, sabiéndose engañada, y entre frustrada y jodida, carga hacia adelante, pero retrocede ante la tela; vuelve a chillar como una puta que no cobra y da media vuelta y desaparece al otro lado.
Pero esto no ha acabado. De hecho, acaba de comenzar un nuevo juego. Ahora toca jugar al gato y al ratón, pero de momento ya estamos más igualados. Yo no sé donde esta ni ella ni yo mismo, porque con tantas vueltas me he perdido, pero ella tampoco sabe donde estoy yo, ni lo sabrá. En mi mochila he traído algo por si lo que había aquí era alguna fiera, y ahora me será útil. Es un frasco de una cosa que huele a rayos y que tiene un cartel que pone “Colonia”. Lo suelen utilizar los maricones para distinguirse, pero ahora le daré un buen uso. Y la araña tiene un buen olfato, pero muy mala vista. Eso le engaña, y más sin recubro mis pies con trapos y musgo y cosas que encuentro por aquí que acolchan y evitan las vibraciones; y aun mas si la vuelvo loca tirando piedras y rompiendo tuberías al azar para engañarla con las vibraciones. Caminare, me detendré, me daré la vuelta, otro trozxo, otra parada, etc…
La guerra de nervios ha comenzado. Una y otra vez recorro los mismos pasillos, adelante y atrás, atrás y adelante y vuelta a comenzar.
Ella se vuelve loca, literalmente. No solo no me ve, sino que se pone frenética a girar como una peonza al mínimo ruido, y ella gira mal en estos pasillos, que aunque enormes, a ella le quedan justos. Ella no me ve, yo a ella sí, porque es imposible que con ese cuerpo pase desapercibida, si sabes lo que buscas. Se pone a chillar y a cargarse en mi puta madre; pero no le sirve de nada. Está furiosa, no me encuentra y se desespera.
No se da por vencida fácilmente, pero finalmente, se gira y desaparece en las sombras. Oigo como se marcha y deja la caza.
Quizá sea una trampa. Ya ha hecho amagues antes.
Espero un rato largo.
Cuando uno se juega la vida, no tiene prisas.
Otro rato más.
Nada.
Un poco más…
Nada.
Vale, se ha ido. Se me acaba de ocurrir un idea.
Y ahora, otra.
Estoy salvado… o muerto.
Muy simple.
Esa  hija de puta me guiará a la salida en la salida.
Pero a la vez, me llevará frente a ella.
Como imaginaba monta guardia, colgada boca abajo, cubriendo con su cuerpo la trampilla de salida que está en el techo. Sus jaulas hacen como una jaula alrededor de una rueda metálica que, conectada a la trampilla, sirve para abrirla. No hay otra salida, o por lo menos, no sé donde esta, y podría no haberla, así que tendré que intentarlo por ahí, sea como sea.
Se me ocurre algo, un plan al viejo estilo. O todo o nada, y “todo” sería un límite de varios segundos, y “nada” una agonía de días encerrado en una tela mientras eso me tortura con sangriento placer.
El agua en esta parte del canal no corre. No tengo alternativa, porque ella tiene sus ojos fijos en el pasillo por donde vengo, y si me ve venir, adiós plan.
Me meto en ella sin miedo cuando compruebo el cierre de  la mochila y que es impermeable como pedí. Bien.
Ato un pantalón que traje por la pernera y obtengo una cómoda bolsa de reserva de  aire que puede servir también de flotador.
Y esta. Buceo sin prisa por entre ese montón de chorreante mierda, medio reptando por el fondo, donde por suerte, no hay nada esperándome. Al fin y al cabo, nadie llega hasta aquí, así que no hay nada que comer. Y la araña no es una mala competidora, claro.
Por fin, tras hacer una buena distancia, salgo por el otro lado. Espero que me seque sin prisas y sigo con mi plan. Saco de mi mochila un espray, un trozo de trapo; rompo la parte de arriba, meto el trapo dentro; y consigo un poco de fuego con un par de piedras y yesca.  Me acercó silenciosamente y la observo, ocupada en seguir mirando al otro lado del pasillo.
Perfecto.
Empiezo a moverse silenciosamente, y en el último momento, comienzo a correr mientras grito con fuerza.
Cuando ella se gira, le arrojó el espray, que estalla en llamas; y ella pillada de lleno, se asusta y con un grito mitad ira, mitad dolor cae a plomo al suelo, es mi oportunidad y lo sé, giro la trampilla y con un salto alcanzó la escalera.
Ella intenta, a la desesperada, tratar de engancharme con una pata, y metiéndola por el tubo, comienza a buscarme a tientas por él. Pero ahora tengo mí revancha; con mi navaja la apuñalo con fuerza, una y otra vez, una y otra mientras grito:
-       ¡ Jodete, hija de puta, jodete! ¡Grita más alto, no te oigo!  ¡Jodete! ¡No te oigo! ¡Más alto! ¡Mas! ¡Ah, sí, dame mas, mas! ¡Ya casi me corro oyéndote  gritar, hija de puta! ¡Ah, sí, un poco más! ¡Un poco mas! ¡Ya casi llego!
La sangre se escurre tubería abajo, y por fin  retira su pata herida entre estremecimientos.
He ganado.
Pero no puedo evitar recordar lo que he visto.
Porque cuando el fuego le ilumino el cuerpo por una fracción de segundo, pude ver como a su bestial e informe cuerpo iban unidos todo un amasijo de cables y chapas de metal incrustadas en el. Erra un monstruo total,  mitad maquina, creada por la sociedad de Arriba, una creación para nuestro exterminio.
Pero lo peor de todo es que llevaba un emblema, el emblema corporativo, el mismo que llevaba el cadáver que encontré, en los papeles que llevaba, el emblema de Salvor Hardin.
Sea como sea, en realidad, si tengo que salir por aquí otra vez es posible que volvamos A VERNOS.
Pero no te preocupes.
Estaré preparado, amiga.
La próxima vez, será la última.
Es una promesa.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Misión de audaces


Me alzó a la tubería que por encima de mi cabeza recorre el dédalo de galerías que conforman las alcantarillas. Me canso mucho, pero evitare que los peligros del “suelo”, es decir de las aguas cenagosas y llenas de humeante mierda.
Entrecruzó las piernas alrededor de las tuberías y comienzo poco a poco a avanzar. Mis músculos y la tubería restallan al compás de mi esfuerzo, pero ambos aguantas mejor de lo que esperaba. El único problema es que tengo que moverme rápido para que la presión no haga mella en el metal.  Es poco distancia, pero prefieren cansarme un poco a que me muerda una rata o se me pegue una sanguijuela. Y si hay algo reptando  o moviéndose por el agua, o guiándose por ella, no me vera. Cierto que el restallar del metal es delatador, pero lo tapa el constante barboteo del agua, y la ebullición efervescente  de la putrefacta basura que alegre eclosiona por debajo. Nadie me oiría a una distancia de tres metros. Cuento como ello: una parte fundamental del plan es evitar ser visto: no se puede combatir a lo que no se ve, y la sorpresa es mi mejor arma, y el primer principio de la infantería es dominar la altura, y bueno, todas esas gilipolleces. O a lo mejor es que me apetece hacer ejercicio. O que soy gilipollas. O que el mono me está afectando el cerebro. O todo a la vez.
Cien metros, ciento cincuenta, una equina, doscientos, otra, trescientos, no puedo más. Un último esfuerzo y doblo la ultima esquina y por fin ¡Por fin! Llego a un canal más grande que los del gilipollas de  Percival Lowell.  Ahora el “rio·” esta reconducido, y yo puedo caminar por la acera del borde derecho. Aprovecho para descansar y beber algo de mi cantimplora y refrescarme el cuerpo: lo pero aun no ha ni llegado.
Apenas me recupero, continuo. Me muevo lento pero en silencio. No veo a nadie, pero no me extrañaría que hubiera rechazados por aquí, y tengo que estar alerta.
Camino guiándome por los esbozos que en un aborto de mapa tengo delante por cortesía de la soberana subnormalidad de Pilgrim, que ni siquiera supo hacer esto bien. La mitad del mapa está mal y la otra mitad no se puede leer. Lo arrojo al canal con furia y me cago en su puta madre, pero no se hunde con rapidez y su sola presencia me cabrea. Lo sacó, lo hago pedazos y lo arrojo de nuevo.
Me tendré que mover por mi instinto (¡Cojonudo!) y comienzo a pensar.
No.
No.
No. No puede ser.
No, no, no.
Vamos, no me jodas.
Me giro.
Algo…
He odio un borbote detrás mío.
Pero…
Nada.
Detrás no hay nada, o por lo menos yo no veo nada.
He debido de imaginarme algo, quizás fruto del delirio o de…
Algo acaba de llamar mi atención.
En unas hendiduras del canal, en unos remansos donde el agua encharcada estaba en paz, algo ha ondeado. O mejor dicho, algo las ha hecho ondear..
Algo ha debido caer desde el techo…
¡Dios!

 Una mole monstruosa e indefinida, que ocupa toda la bóveda del techo, estira una garra, y el último instante salto al otro lado del canal  y ruedo como puedo. Sus doscientas mil toneladas de peso se deslizan  y ocupan de parte a parte todo el ancho del túnel.
Con mucha tranquilidad, mueve su bestial cabeza de un lado a otro y echa un millón de bufidos mientras yo me cago en su puta madre por si acaso. Con un opdio asesino, toda una constelación de rugientes ojos rojizos  me mira con lujurioso desdén; y el terror que me embarga me paraliza mientras veo como mueve su cuerpo con una velocidad pasmoso por asombrosa, una tras otras todas sus patas, con una coordinación perfecta.
Me tapa la huida por donde vine, así que solo me queda huir hacia adelante con ESTO detrás. Echó a correr cagando leches, espoleado por el horror (y el mono).
Doblo esquinas y más esquinas, pero no solo no le meto terreno si no que lo gana a pasos agigantados.
En mi horror no veo que cometo un error fatal. Pierdo la cabeza totalmente, y sin darme cuenta, voy por donde ella quiere, asustándome deliberadamente hacia ciertos sitios. Tampoco corre lo que podría: incitándome al pánico hacia esta o aquella calle. La trampa se ve a kilómetros, pero la cabeza no está precisamente fría y yo solo quiero correr y cagarme hasta en la puta que me pario un millón de veces. No puedo pensar, solo correr.
Pero por fin, el telón cae y la función llega a su fin.
Al doblar una esquina, freno tan en seco que me caigo al suelo.
Una gigantesca telaraña ocupa toda la bóveda, las paredes, el suelo, hast se meten bajo el agua.
Todo está ocupado por la jodida telaraña.
Fin de la partida.
Me giro.
En el otro lado aparece la araña ocupando todo el espacio hacia atrás.
Aúlla como un lobo triunfante y contonea las garras.
Con placer.
Con sangriento placer.
Que lista eres.
http://www.youtube.com/watch?v=oIfxBthfFkg 

P.D Mañana voy  ir a la facult. Si no vais a ir avisar, pero os anuncio que han abierto una nueva tienda de comics, manga y magice cerca del milan!